Recomendaciones de abonado en horticolas

Recomendaciones de abonado en horticolas

RECOMENDACIONES DE ABONADO

Cálculo de la dosis

La dosis de nutrientes a aplicar en cada caso depende fundamentalmente de las extracciones del cultivo, del contenido de nutrientes en el suelo y de su eficiencia de utilización por el cultivo.
Las extracciones de nutrientes dependen principalmente de la producción, mientras que la eficiencia de utilización, sobre todo en el caso del nitrógeno, depende fundamentalmente del sistema radicular del cultivo, del manejo del abonado y de la eficiencia de riego. A continuación se indican las ideas básicas para el cálculo de las dosis de abonado para los tres nutrientes principales: nitrógeno, fósforo y potasio.

Nitrógeno
No hay un enfoque único sobre cómo determinar las necesidades de abonado nitrogenado, aunque el método denominado Nmin es un sistema que se emplea bastante en algunos países europeos. En España la información experimental que existe para poder aplicar este método en las diferentes zonas, suelos y prácticas de cultivo es aún reducida en los cultivos hortícolas. Un procedimiento que permite aproximarse a las necesidades de abonado nitrogenado en todos los casos, se basa en un balance de nitrógeno en la capa de suelo en la que se desarrollan la mayor parte de las raíces que, en general, se considera que comprende los primeros 60 cm. Para aplicar este balance en una recomendación de abonado conviene tener en cuenta que, para que no disminuya la producción por falta de N en el suelo, es necesario que el contenido de N mineral en el suelo al final del cultivo no sea inferior a un valor mínimo. Este valor mínimo lo podemos considerar, pues, como un requerimiento al realizar el balance. Los valores aproximados de este contenido mínimo para los diferentes cultivos hortícolas se indican más adelante. La cantidad de fertilizante nitrogenado a aplicar en un cultivo sería:

• Dosis de fertilizante = (Extracción de N por la planta + Lixiviación + Inmovilización + Pérdidas gaseosas + Contenido mínimo de N mineral en el suelo al final del cultivo) – (Aporte por residuos de cosecha + Contenido de N mineral en el suelo al inicio del cultivo + Mineralización de la materia orgánica del suelo + Mineralización de las enmiendas orgánicas
+ Aporte con el agua de riego).

La aplicación de este balance para determinar las necesidades de abonado tiene el  inconveniente de que requiere conocer términos que son difíciles de determinar  (lixiviación, pérdidas gaseosas, inmovilización). Por eso, en la práctica, conviene aplicar un  balance simplificado en el que sólo se tienen en cuenta los términos más importantes:

• Dosis de fertilizante = (Extracción de N por la planta + Contenido mínimo de N mineral en el suelo al final del cultivo) – (Aporte por residuos de cosecha + Contenido de N mineral en el suelo al inicio del cultivo + Mineralización de la materia orgánica del suelo + Mineralización de las enmiendas orgánicas + Aporte con el agua de riego).

Dado que en este balance simplificado se ignoran las pérdidas por lixiviación, las pérdidas gaseosas y la inmovilización, es aconsejable aumentar las dosis de fertilizante calculadas un  10-20 %. A continuación se describe cómo se determinan cada uno de los términos del  balance simplificado:

• La extracción de N por la planta para la producción esperada se puede calcular empleando los valores que aparecen en la tabla 23.3.1 (absorción total de N en kg/ha).

• El contenido de N mineral mínimo en el suelo al final del cultivo en la mayoría de los cultivos oscila entre los 30 y 60 kg N/ha (en la capa 0-60 cm). En el caso del brócoli temprano, la coliflor, el puerro, la cebolla y la espinaca, los valores oscilan entre 60 y 90 kg N/ha.
• El aporte de N en los residuos de cosecha se puede estimar utilizando los datos de la tabla
23.3.1, teniendo en cuenta que el N de estos residuos tiene que mineralizarse (convertirse
en amonio y nitrato) antes de estar disponible para las plantas. Entre el 40-80% de este N puede estar disponible para el cultivo al cabo de 2-3 meses, si estos residuos se incorporan al suelo.
• El contenido de N mineral del suelo al inicio del cultivo suele ser elevado y, por tanto, su determinación es importante. Esta determinación se realiza mediante muestreo de suelo y análisis de nitrato y amonio. En el caso de que no se tenga una medida del N mineral del suelo al inicio del cultivo, se pueden hacer aproximaciones para estimar este valor, teniendo en cuenta el cultivo anterior, ya que hay cultivos que suelen dejar poco N mineral residual en el suelo al final del cultivo, mientras que otros dejan cantidades elevadas. La cantidad de N mineral residual también depende de la cantidad de fertilizante que se haya empleado en el cultivo anterior en comparación a sus necesidades.
• El aporte de N por mineralización de la materia orgánica o humus del suelo, se puede estimar utilizando los valores que se dan en la tabla 4.2, de acuerdo con el contenido de materia orgánica del suelo y su textura.
• El aporte de N por mineralización de las enmiendas orgánicas se calculará teniendo en
cuenta la riqueza en N de la enmienda aplicada y la velocidad de mineralización.
• El aporte de N con el agua de riego se calcula a partir del agua aplicada y de su concentración de nitrato, teniendo en cuenta que el nitrato tiene 22,6% de N. El contenido de amonio en el agua de riego es despreciable, excepto cuando se emplean aguas residuales
depuradas. En la tabla 3.1 se indican las aportaciones en nitrato del agua de riego en función de su contenido en N y de la dosis de riego utilizada.

Fósforo y Potasio

La estrategia de fertilización fosfatada y potásica debe contemplar la aportación de una cantidad de fósforo y potasio que sea suficiente para cubrir las necesidades del cultivo en estos elementos y, al mismo tiempo, mantener el suelo con unos niveles satisfactorios de fósforo y potasio asimilables.
El cálculo de las necesidades de abonado fosfatado y potásico se puede realizar mediante un balance simplificado de estos nutrientes en el suelo, que incluya las principales entradas y salidas en el sistema suelo-planta.
La cantidad de fertilizante fosfatado o potásico que se necesita aplicar a un cultivo se puede
obtener a partir de la fórmula siguiente:

• Dosis de fertilizante = (Extracción de fósforo o potasio por el cultivo + Lixiviación + Fijación) – (Aporte de la reserva del suelo en nutrientes asimilables + Aporte por los restos de cosecha + Aporte con las enmiendas y abonos orgánicos + Aporte con el agua de riego).

Dado que en este balance algunos términos son de difícil determinación o predicción, como sucede con los procesos de lixiviación y fijación, se puede recurrir a un balance simplificado que incluya únicamente los términos más  relevantes:

• Dosis de fertilizante = Extracción de fósforo o potasio por el cultivo – (Aporte de la reserva del suelo en nutrientes asimilables + Aporte por los restos de cosecha + Aporte con las enmiendas y abonos orgánicos + Aporte con el agua de riego).

La determinación de cada uno de estos términos se realiza como se indica a continuación:
• La extracción del fósforo o potasio por el cultivo para la producción prevista se puede calcular a partir de las cifras que se indican en las tablas 23.3.2 y 23.3.3 (absorción total de P2O5 y K2O en kg/ha).

• El P o K asimilables disponibles de la reserva del suelo se determina en función del nivel de riqueza del suelo en estos nutrientes, para lo cual se requiere conocer la fertilidad del suelo mediante el análisis químico del mismo y su posterior interpretación de los resultados, utilizando los valores de las tablas 10.1 y 11.1.

  • El aporte de P y K en los restos del cultivo precedente se puede estimar a partir de los valores que se muestran en las tablas 23.3.2 y 23.3.3. A efectos prácticos de cálculo se puede considerar el 100% de este P y K como disponible para los cultivos siguientes, en el supuesto de que tales residuos se incorporen al suelo.
  • El aporte de P y K en las enmiendas y abonos orgánicos se puede obtener conociendo la dosis, el tipo de producto aplicado y las características físico-químicas del mismo. En el capítulo 6 se indican los contenidos de P y K de las enmiendas y abonos orgánicos.
  • El aporte de K con el agua de riego se puede calcular a partir de la dosis de agua aplicada y de su concentración de potasio. Este aporte tiene una cierta importancia cuando se utilizan aguas subterráneas para el riego. Así pues, en el supuesto de que se riegue con un agua que tenga 10 mg de potasio/l, y que se aplique una dosis de 4.000 m3/ha, la cantidad de potasio añadida con el agua de riego sería 40 kg K/ha, que equivalen a 48 kg K2O/ha.

Dosis de nutrientes recomendadas

A modo orientativo, en la tabla 23.4 se indican las dosis de abonado que pueden emplearse para los niveles de producción especificados, si no se dispone de una información local de los
servicios técnicos de agricultura que se haya obtenido mediante estudios técnicos en la zona.

Para determinar las dosis adecuadas de N a aplicar en el abonado en un caso concreto, se aplica la siguiente fórmula:

donde:

  • Fc es el factor de proporcionalidad entre la producción típica de la zona y la que aparece en la tabla 23.4.
  • Nmin suelo es el nitrógeno mineral en el suelo en la capa de 0-60 cm, poco antes de la siembra o plantación.
  • Nriego es el N aportado en el agua de riego. En los cultivos de leguminosas, estas indicaciones para el cálculo de abonado nitrogenado mediante el balance de nitrógeno son de más difícil aplicación, ya que en este caso una parte importante de las entradas de N (fijación biológica) es de difícil cuantificación.

Para calcular las dosis necesarias de P y K a aplicar en el abonado en un cultivo determinado se puede utilizar la fórmula siguiente:

donde:

  • Fc es el factor de proporcionalidad entre la producción normal de la zona y la que se muestra en la tabla 23.4.
  • Fs es el factor corrector en función de la riqueza del suelo en P y K asimilables (tablas 10.1 y 11.1). Los valores de Fs para los niveles Muy bajo, Bajo, Medio, Alto y Muy alto son: 1,5, 1,3-1,4, 0,8-1,2, 0,1-0,7 y 0, respectivamente.
  • PK restos de cosecha, que se estiman a partir de los valores de las tablas 23.3.2 y 23.3.3.
  • PK productos orgánicos, que se estiman a partir de la información comercial, análisis químico o valores de tablas estándar.
  • K riego es el K aportado con el agua de riego. En los cultivos de invierno, se ha observado que, debido a las bajas temperaturas, es conveniente realizar una aplicación moderada (alrededor de un 50% de la dosis de restitución) de abono fosfatado, incluso en suelos con niveles altos de fósforo asimilable.

 

Épocas y momentos de aplicación
Una vez determinadas las necesidades de abonado, hay que establecer los momentos adecuados para su aplicación. La idea principal del fraccionamiento del abonado, sobre todo en el caso del nitrógeno, es que permite aumentar la eficiencia de uso del fertilizante al acompasar mejor el suministro del nutriente con su absorción por el cultivo.

En el caso del riego tradicional (por surcos o por inundación), la distribución temporal debe ser aproximadamente:

Abonado de fondo:

  • • Nitrógeno: 20-40% del total.
  • • Fósforo: 100% del total.
  • • Potasio: 100% del total.

Abonado de cobertera:

  • Nitrógeno: 60-80% del total, repartido en una o varias aplicaciones, dependiendo de la duración del cultivo, evitando aplicar en la última parte del ciclo de cultivo.
  • En el caso de la fertirrigación la distribución del N, P y K es mucho más fraccionada y, en general, debe aplicarse entre un 20-30% en el primer tercio del ciclo de cultivo, un 50-60% en el segundo tercio, y un 10-30% en el último tercio del ciclo.

Algunas normas básicas que conviene tener en cuenta son:

  • En la fase inicial del cultivo, las exigencias de nutrientes son bajas, pero si se produce un déficit de nitrógeno los efectos sobre el crecimiento pueden ser irreversibles.
  • Durante los períodos fenológicos como la floración, el cuajado y la formación de bulbos,
  • deben evitarse aplicaciones excesivas de nitrógeno.
  • En la fase final del cultivo, la aplicación de N deber ser pequeña o nula, ya que puede repercutir negativamente en la calidad y puede ocasionar niveles altos de N mineral en el suelo que, posteriormente, podría lixiviarse.

Abonado de la patata

Abonado de la patata

Horacio López Córcoles
Doctor Ingeniero Agrónomo
Prudencio López Fuster
Doctor Ingeniero Agrónomo
Instituto Técnico Agronómico
Provincial (ITAP). Diputación de Albacete
.

Ciclo del cultivo
En España se cultivan distintos ciclos de cultivo, clasificados básicamente en cuatro grupos: extratemprano, temprano, media estación y tardía. A partir del año 1990 para cada uno de estos ciclos, se puede observar que la superficie de cultivo se ha mantenido estable para la patata extratemprana, mientras que ha descendido notablemente para el resto de los ciclos. La producción ha descendido también conforme lo ha hecho la superficie, si bien se observa un aumento de los rendimientos con el transcurso de los años.

NECESIDADES NUTRICIONALES

Papel de los nutrientes y micronutrientes

Aunque la calidad depende en gran medida de la variedad, la disponibilidad de nutrientes influye evidentemente en la misma. Los parámetros de calidad están marcados por el  destino de la producción, dependiendo si es para el mercado fresco o la industria. Dentro de ésta, las posibilidades son varias, desde la industria de la congelación hasta la fritura industrial (donde la presencia de azúcares reductores es poco deseable por el color oscuro que transfieren a las patatas fritas), pasando por la deshidratación para purés o la extracción del almidón.

El nitrógeno aumenta el desarrollo de la planta, el área foliar y, por tanto, la superficie que es capaz de fotosintetizar. La materia seca total aumenta y también el tamaño de los tubérculos y su contenido en almidón. La disponibilidad del nitrógeno debe estar asociada a su ritmo de absorción y la estrategia de una buena fertilización debe estar basada en aportar los fertilizantes en tiempo y forma que sean asimilados por la planta. Un exceso de este elemento o el aporte tardío es contraproducente ya que produce un desarrollo excesivo de la parte aérea a expensas de la tuberización, así como un alto contenido en azúcares reductores y alto contenido en proteína. Además, las enfermedades encuentran un medio adecuado para su desarrollo.

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El fósforo favorece el desarrollo radicular, el número de tubérculos y la concentración de almidón. Además, produce un desarrollo más temprano del cultivo y adelanta la tuberización, lo que es especialmente interesante para los cultivos extratempranos.

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El potasio influye fundamentalmente en el contenido en materia seca, lo que está directamente relacionado con la susceptibilidad a los daños por golpes y al comportamiento en el almacenaje. Favorece, además, el crecimiento radicular, incrementa la resistencia a las heladas, a la sequía y a las enfermedades criptogámicas.

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La patata se muestra especialmente sensible a la carencia de magnesio por ser un elemento constituyente de la clorofila y de diversas enzimas.

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En determinados suelos arenosos se puede presentar la carencia de calcio, elemento necesario para la división y el crecimiento celular, así como para diversos procesos metabólicos y de absorción de nutrientes.

La aportación de azufre está relacionada con efectos favorables en la formación del tubérculo, por lo que puede recomendarse el empleo de fertilizantes que contengan este elemento (sulfato amónico, nitrosulfato amónico, sulfato potásico o abonos NPK conteniendo azufre).

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Necesidades y absorción de nutrientes a lo largo del ciclo del cultivo

La patata es un cultivo especialmente exigente en nitrógeno y potasio. Los valores de nutrientes absorbidos varían en función, por un lado, de la duración del ciclo, de la variedad, etc., y por otro, de la disponibilidad de los mismos y del rendimiento. De forma orientativa, las necesidades, expresadas en kilogramos de elementos nutritivos por tonelada de tubérculos producidos son:

Fisiopatías

El cultivo de la patata presenta ciertas fisiopatías relacionadas con la nutrición, bien por exceso o por defecto de determinados elementos.

Filosidad (brotes largos y delgados): aunque se producen por diversas causas, también se relaciona con un déficit en manganeso.

Tubérculos ahuecados y con grietas: se producen principalmente por aportes excesivos de nitrógeno durante el último periodo en el ciclo del cultivo.

RECOMENDACIONES DE ABONADO

Como norma general y en ausencia de otros factores, la relación N.P2O5.K2O habitual en el
abonado de fondo es 1.2.3, debiéndose completar con las aportaciones de nitrógeno en cobertera.

No obstante, la aplicación de fertilizantes debería estar basada en el análisis de suelo de la parcela a cultivar y en el lugar que ocupa el cultivo en la rotación. Normalmente, la patata es cabeza de rotación.

Cálculo de la dosis

De forma generalizada en todos los cultivos, para el cálculo de la dosis deberá tenerse en cuenta el balance de cada uno de los nutrientes, es decir, las entradas y las salidas. La diferencia entre las salidas y las entradas de nutrientes debe compensarse con los fertilizantes, corregidos con la correspondiente eficiencia.

Para determinar las necesidades de fertilizante nitrogenado se deberá tener en cuenta la mineralización de la materia orgánica. Esta cuestión es clave pero difícil de determinar a priori porque influye, además del contenido de materia orgánica y el tipo de suelo, la meteorología. No obstante, los centros de transferencia y de asesoramiento de las distintas regiones disponen de datos medios de mineralización que pueden ser utilizados como una buena estimación.

Si cuando se va a proceder al abonado no se encuentra una formulación con el equilibrio exacto que se desea aplicar, hay que darle prioridad al nitrógeno frente al resto de elementos. Épocas y momentos de aplicación La práctica habitual es aplicar toda la dosis de fósforo y de potasio en presiembra, junto con una pequeña proporción de nitrógeno (alrededor del 20%), unos días antes de la siembra. El resto del nitrógeno debe ser aportado a partir de los 20 días de la emergencia. Para evitar su lixiviación, las aportaciones deberán acompasarse al ritmo de absorción de nitrógeno por la planta, norma que es especialmente importante en suelos ligeros. Si la parcela es de regadío y el sistema de riego lo permite, el mejor método de aplicación del nitrógeno es la fertirrigación. Esta práctica permite aportar el nitrógeno paulatinamente desde la emergencia hasta que el cultivo presenta el 80% de cobertura del suelo. Forma en que se aportan los elementos nutritivos (mineral/orgánica). Debido a que este cultivo suele ser cabecera de rotación, es normal aplicar una aportación de estiércol de 20 t/ha.

La práctica habitual es aplicar el fertilizante de fondo mediante un complejo NPK. En cobertera se suele emplear urea, solución nitrogenada 32, etc., y nitrosulfato amónico cuando se desea aportar también azufre especialmente indicado en suelos calizos.

Programas de fertilización

De acuerdo con las consideraciones anteriores, se proponen en la tabla 19.4 diferentes programas de abonado mineral.

Enlace visual de deficiencias nutricionales  en patata

Recubrimientos postcosecha para fruta de hueso

Recubrimientos postcosecha para fruta de hueso

NUEVO RECUBRIMIENTO NATURAL PARA FRUTA DE HUESO

María Bernardita Pérez Gago
Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias-Fundación AGROALIMED.
46113 Moncada, Valencia.

Decco Ibérica Post-cosecha en colaboración con el Centro de Tecnología Poscosecha del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) ha desarrollado un nuevo recubrimiento natural para fruta de hueso dentro de la línea DeccoNatur. El recubrimiento NATURCOVER reduce la pérdida de peso por deshidratación y la pérdida de firmeza durante toda la vida comercial de la fruta, ofreciendo productos de máxima calidad y frescura.

En general la fruta de hueso, como la ciruela, nectarina, melocotón, es altamente perecedera y presenta una vida poscosecha muy corta. Históricamente, en estos frutos el almacenamiento prolongado no ha sido un requerimiento debido a la rápida comercialización de los mismos. Sin embargo, el potencial de exportación y el deseo de alargar el periodo de comercialización está incrementando el interés por tecnologías que permitan extender la vida poscosecha.

El manejo de la temperatura es la herramienta más efectiva para extender la vida de los productos hortofrutícolas. El almacenamiento de las frutas a su temperatura óptima permite reducir la actividad fisiológica, la pérdida de peso por transpiración y ayuda a controlar el crecimiento de patógenos. En el caso de la fruta de hueso, numerosa bibliografía muestra como temperatura óptima de almacenamiento durante la poscosecha el rango entre (-0,5) – 0 ºC (Crisosto y Mitchel, 2007).

El periodo de almacenamiento a esta temperatura puede variar entre una y cuatro semanas, dependiendo del cultivar (Crisosto y col., 2009). En fruta de hueso, la principal causa de deterioro durante el almacenamiento es debido a la manifestación de daños por frío (degradación interna o ‘internal breakdown’), que se manifiestan con la aparición de pigmentación roja en la pulpa, harinosidad del tejido, acorchado, pardeamiento interno de la pulpa, vitrescencia, pérdida de jugosidad, incapacidad de maduración y pérdida de sabor.

Estos síntomasse desarrollan durante la maduración, tras un período de almacenamiento de la fruta en frío, por lo que usualmente son detectados por el consumidor. La fruta más susceptible a este problema es la que se almacena dentro de un rango de temperaturas de 2,2 a 7,6 °C, que suele ser en muchos casos la temperatura que se alcanza durante el transporte (Crisosto y col., 2009).

El almacenamiento de los frutos en atmósferas controladas y/o modificadas han resultado efectivas reduciendo los daños por frío de los frutos (Crisosto y Mitchell, 2007). Sin embargo, la aplicación de atmósferas controladas es cara por los costos adicionales que ha de soportar el producto en su comercialización. Por otra parte, el uso de plásticos para crear una atmósfera modificada cada día presenta más objeciones debido a la cantidad de residuos que generan y una mala aplicación de los mismos puede también dar lugar a problemas de anaerobiosis en el fruto.

La aplicación de recubrimientos o “encerado” es una práctica habitual para reducir los problemas de deterioro durante el almacenamiento poscosecha de algunas frutas y hortalizas, como cítricos, manzana, pera, melón, aguacate, mango, etc. Con la aplicación de estos recubrimientos o “ceras” se crea una barrera al vapor de agua y al oxígeno, reduciendo así la intensidad respiratoria y la pérdida de peso por deshidratación (Baldwin y col., 1997).

Además, estas “ceras comerciales” aportan brillo a los frutos durante el período de comercialización haciendo el producto más atractivo al consumidor y permiten incorporar fungicidas de síntesis con el objetivo de controlar las enfermedades de poscosecha. Actualmente el tipo de recubrimientos comerciales más empleados industrialmente son “ceras al agua” formuladas con aditivos recogidos en el Real Decreto 142/2002 que consisten en disoluciones/dispersiones de una o más resinas y/o ceras emulsionadas. Estas formulaciones requieren generalmente medios alcalinos para la emulsión de la cera y la disolución de la resina, por lo que está extendido el uso de álcalis como el hidróxido potásico y el amoníaco en su formulación.

Las ceras mayoritariamente empleadas son ceras sintéticas del tipo polietileno oxidado, empleándose en mucha menor medida las ceras como la cera carnaúba y cera de abeja, a pesar de tratarse de ceras naturales reconocidas como seguras o sustancias GRAS (‘generally recognized as safe’) (Palou et al., 2011). Teniendo en cuenta el creciente interés por parte de los consumidores de productos naturales, más sanos, seguros y respetuosos con el medio ambiente, en los últimos años se están desarrollando recubrimientos naturales que eviten el uso de ceras sintéticas y que reduzcan el uso del amoníaco en su formulación.

La aplicación de estos recubrimientos, formulados a partir de sustancias GRAS, como hidrocoloides y ceras naturales, cobran mayor importancia en los frutos que se consumen o pueden consumirse con piel, como la fruta de hueso, hacia los que el consumidor es más sensible.

Los principales componentes utilizados en la formulación de estos recubrimientos son lípidos, proteínas y polisacáridos. Además de estos componentes básicos, se añaden otros aditivos como plastificantes, emulsificantes, surfactantes, conservantes, etc. de uso alimentario que ayudan a mejorar la integridad mecánica, la calidad y seguridad de los alimentos (Krochta, 1997). En frutas y hortalizas, el uso de hidrocoloides (polisacáridos y proteínas) ha estado siempre acompañado de lípidos.

Las ventajas de estos recubrimientos están en la barrera selectiva que ofrecen los hidrocoloides al intercambio de gases y en actuar como matriz para el lípido mejorando la integridad del recubrimiento (Pérez-Gago y col., 2010). En general, en la bibliografía científica se ha descrito que la aplicación de recubrimientos a fruta de hueso tiene un efecto beneficioso en el fruto, principalmente relacionada con una reducción en daños por frío al crear una atmósfera modificada y con una reducción en pérdida de peso. Así, en nectarinas la aplicación de un recubrimiento de gel de Aloe vera redujo la tasa de respiración, la producción de etileno y la pérdida de firmeza y peso durante almacenamiento tanto a 20 ºC como a 1 ºC (Ahmed et al., 2009; Navarro et al., 2011).

En el caso de ciruela, recubrimientos a base de hidroxipropilmetilcelulosa redujeron los daños por frío y extendieron la vida útil a 20 ºC tras un almacenamiento prolongado en frío (Pérez-Gago et al., 2003; Navarro-Tarazaga et al., 2008, 2011). A nivel comercial, Decco Ibérica Post-cosecha ha desarrollado una gama de recubrimientos para frutas dentro de la línea DeccoNatur formulados con aditivos alimentarios autorizados en la Unión Europea, América y Asia, lo que facilita la exportación de las frutas a otros países, ofreciendo productos de máxima calidad y frescura.

Dentro de esta línea, en colaboración con el Centro de Tecnología Poscosecha del IVIA se ha desarrollado un recubrimiento para fruta de hueso (ciruela, melocotón y nectarina), peras y manzanas, que se empezó a comercializar en la pasada campaña con el nombre comercial NATURCOVER. Este recubrimiento reduce la pérdida de peso por deshidratación y la pérdida de firmeza durante toda la vida comercial de la fruta, llegando a alcanzar reducciones de hasta un 30-40% dependiendo del fruto, la variedad y el periodo de almacenamiento. Así por ejemplo, en la tabla 1 se muestra la pérdida de peso y la firmeza de ciruela recubierta y sin recubrir tras 15 días de almacenamiento a 1 ºC más 4 días de almacenamiento a 20 ºC, simulando un periodo de comercialización directa. Al final del almacenamiento, los frutos recubiertos con ‘Naturcover’ presentan un aspecto fresco y turgente, mientras que en los frutos sin recubrir se observa una mayor senescencia (Figuras 1 y 2).

A nivel práctico, la aplicación de ‘Naturcover’ se puede realizar en drencher o por baño, lo cual facilita su aplicación no necesitando ninguna modificación en las líneas de confección, y también permite su aplicación mediante spray y cepillos con un secado posterior.

Software agricola desarrollado por el IVIA

Software agricola desarrollado por el IVIA

Aplicaciones de la OTRI Descripción
prodinteg PRODINTEG Nueva herramienta de ayuda para la gestión y seguimiento de datos de parcelas inscritas en Producción Integrada. En esta primera entrega se proporcionan dos aplicaciones, una para el cultivo de los cítricos y otra para viñedo.
ferticfh_citricos FERTI.CFH-CITRICOS Herramienta informática desarrollada como un sistema de ayuda a la decisión en materia de fertilización y fertirriego para cítricos, compatible con las últimas versiones de Windows. Permite elaborar planes de abonado y de riego sostenibles, ajustando las dosis de fertilizante y de agua en función de las necesidades del cultivo, de su estado nutritivo y de los aportes que se realizan por suelo y agua.
prodint PRODINT Aplicación para la gestión y seguimiento de datos de parcelas de Producción Integrada, a través de diferentes campañas.
llibrecit LLIBRECIT Libro electrónico de explotación de parcelas de CITRICOS inscritas en Producción Integrada.
llibrevid LLIBREVID Libro electrónico de explotación de parcelas de VID inscritas en Producción Integrada.
camp CAMP Gestión económica de fincas de explotaciones agrarias.
fertil FERTIL Cálculo de la fertilización en cultivos de cítricos cuyo sistema de riego es por inundación.
ferticit FERTICIT / FERTIPI Sistema de ayuda a la decisión en la programación de abonado y fertirriego en cítricos. La modalidad FERTIPI recomienda dosis de fertilizantes de acuerdo con la normativa valenciana de Producción Integrada.
germo GERMO Gestión y almacenamiento de datos de Bancos de Germoplasma de Cítricos.

Abonado de los citricos

Abonado de los citricos

Ana Quiñones Oliver Doctora Ingeniera Agrónoma
Belén Martínez Alcántara Doctora Ingeniera Agrónoma
Eduardo Primo-Millo Doctor Ingeniero Agrónomo
Francisco Legaz Paredes Doctor en Ciencias Biológicas
Instituto Valenciano de Investigaciones Agrárias (IVIA)
 
 

Papel de los nutrientes

El nitrógeno constituye el elemento más importante en la programación anual del abonado. Su influencia sobre el crecimiento, la floración y la productividad es notable, así como, en ciertas condiciones, sobre la calidad del fruto.

El fósforo participa en el metabolismo de los azúcares, de los ácidos nucleicos y en los procesos energéticos de la planta.

El potasio es esencial como coenzima en numerosos enzimas, así como la exigencia de elevadas cantidades del mismo durante la síntesis proteica. Especialmente importante es su papel en la fotosíntesis y en el metabolismo de los hidratos de carbono. El magnesio tiene como función más importante ser un constituyente del átomo central de la molécula de clorofila.

El calcio es un macronutriente que presenta diferencias muy notables con el resto, ya que su incorporación al citoplasma celular se halla  severamente restringido. La mayor parte de su actividad en la planta se debe a su capacidad de coordinación, ya que es capaz de establecer uniones estables y, al mismo tiempo reversibles, entre moléculas.

El azufre juega un papel clave en la síntesis de proteínas. Es un componente importante de algunos aminoácidos como la cisteína, la cistina, etc., y de la coenzima A.

En cuanto a los microelementos: el hierro forma parte de la ferredoxina y los citocromos, sustancias transportadoras de electrones y, por lo tanto, fundamentales en la fotosíntesis y en la respiración; el zinc interviene en distintas enzimas. Indirectamente, su deficiencia inhibe la síntesis proteica; el manganeso está involucrado en la activación de numerosos enzimas; el cobre actúa en la planta fundamentalmente en las uniones enzimáticas en las reacciones redox; el boro en los cítricos tiene un papel todavía poco conocido. No se tiene evidencia de que participe en estructuras enzimáticas y muy pocas de que la actividad de éstas se vea estimulada o inhibida por él; y el molibdeno interviene en la fijación del nitrógeno atmosférico y en la reducción del nitrato.

Deficiencias nutritivas

La insuficiencia en la disponibilidad de un elemento mineral con repercusiones negativas sobre el desarrollo y la productividad recibe el nombre de deficiencia o carencia.

La deficiencia de nitrógeno se caracteriza por una reducción del tamaño de las hojas y un  amarilleamiento general de éstas, más acusado en los nervios. Particularmente intensos son estos síntomas en las hojas de los brotes con fruto. Los frutos que alcanzan la madurez suelen ser de menor tamaño, con la corteza muy fina y de buena calidad.

Deficiencia de nitrogeno en citricos
Deficiencia de nitrógeno en cítricos

La carencia de fósforo es muy difícil detectar  en campo, no sólo porque no es frecuente en las plantaciones de cítricos, sino porque no presenta manifestaciones claras. En las plantas deficientes en este elemento la floración es más escasa, los frutos son de mayor tamaño pero con menos zumo, corteza más gruesa y menos consistentes.

Los síntomas de carencia del potasio son poco visibles y específicos, precisándose de análisis foliares para su detección. Afectan, sobre todo, a las hojas viejas, dada la movilidad de este elemento en la planta, que se arrugan y enrollan. Los frutos son pequeños y con la corteza delgada y suave, que tiende a colorear prematuramente.

Deficiencia de potasio en citricos
Deficiencia de potasio en citricos
Deficiencia de potasio en citricos
Deficiencia de potasio en citricos
Deficiencia de potasio en citricos
Deficiencia de potasio en citricos

La carencia del magnesio se manifiesta por un amarilleamiento de la hoja, principalmente las viejas, que no alcanza toda la superficie, queda una “V” rellena de color verde, con su vértice apuntando hacia el ápice de la hoja.

Deficiencia de magnesio en citricos
Deficiencia de magnesio en citricos

La deficiencia del Mg produce frutos de menor tamaño, con una corteza más delgada, menor contenido en azúcares y acidez total.

Los síntomas más característicos de la deficiencia de calcio son la reducción del desarrollo, pérdida de vigor, desecación de las puntas de las ramas y defoliaciones. El rendimiento de la cosecha y el tamaño del fruto pueden verse ligeramente reducidos en estas condiciones. Ocasionalmente presenta rejados en las frutas.

Deficiencia de calcio en citricos
Deficiencia de calcio en citricos

En plantas con carencia de azufre se observa un comportamiento similar a la carencia de nitrógeno. Las hojas presentan un color verde pálido, pero además se produce un encorvamiento de las puntas de las hojas, que avanza hacia la base.

Dada la falta de movilidad del hierro por la planta para movilizarse desde las hojas viejas, la carencia de hierro se manifiesta por la tonalidad amarilla que adquieren las hojas de las brotaciones jóvenes, excepción hecha de sus nervios que permanecen verdes. Además se reduce el número y tamaño final de los frutos, así como el contenido en sólidos solubles totales.

Deficiencia de hierro en citricos
Deficiencia de hierro en citricos
Deficiencia de microelementos en citricos
Deficiencia de microelementos en citricos

La deficiencia de zinc se caracteriza por la formación de zonas amarillentas alrededor de los nervios secundarios de las hojas que destacan sobre un fondo verdoso. En estados graves, las hojas, principalmente las jóvenes, alcanzan un tamaño inferior al normal. Además, la cosecha se reduce y los frutos son de menor tamaño, con la corteza fina, poco zumo y baja concentración de sólidos solubles.

Deficiencia zinc citricos

La deficiencia del magneso se caracteriza por la aparición de lagunas amarillas, relativamente irregulares en su forma y distribución, sobre las hojas jóvenes, pero sin alterar su tamaño ni forma. Suelen coexistir con las carencias de Zn.

La carencia del cobre en los cítricos es difícil de encontrar, ya que los tratamientos fungicidas que se aplican en su cultivo son suficientes para cubrir las necesidades de los árboles.

Los síntomas de carencia del boro son poco específicos, siendo los más relevantes manchas traslúcidas, amarilleamiento de nervios, d-formación y color  bronceado de las hojas jóvenes y bolsas de goma en el albedo de frutos.

La carencia de molibdeno en los cítricos trae consigo una sintomatología muy parecida a la falta de N. Además se manifiesta por una escasa cantidad de hojas y éstas tienden a curvarse hacia arriba.

Consumo de nutrientes a lo largo del ciclo de cultivo.

Las necesidades nutritivas se definen como la cantidad de elementos nutritivos consumidos por la planta durante un ciclo vegetativo anual. En la determinación de éstas se incluye el consumo en el desarrollo de nuevos órganos (vegetativos y reproductivos) y en el crecimiento de los órganos viejos permanentes.

Las hojas de ciclos anteriores (hojas viejas), se deben considerar como fuente de nutrientes, ya que al principio del ciclo vegetativo removilizan, hacia los nuevos órganos, una proporción importante de su contenido en elementos móviles y, cuando las condiciones del medio y de la planta les permiten recuperar parte de los elementos exportados, una parte de estas hojas ya se ha desprendido del árbol.

Las necesidades nutritivas de los agrios para plantas de diferentes edades se exponen en la tabla 24.2.

Necesidades nutritivas de los agrios

Así mismo, se muestra que parte de estos nutrientes son aportados por las reservas contenidas en las hojas viejas. En el caso del hierro, dada su escasa movilidad en la planta, la aportación por las hojas puede considerarse inapreciable. Evidentemente, los valores expuestos en esta tabla son de tipo medio y pueden sufrir variaciones en función de las características de la planta; sin embargo, tienen un valor indicativo aproximado de las necesidades reales de los agrios.

RECOMENDACIONES DE ABONADO

Para aportar una dosis razonable de abono a una plantación de cítricos hemos de considerar, en primer lugar, la cantidad de nutrientes que consume el cultivo anualmente (tabla 24.2) y, por otro lado, la eficiencia o proporción de elementos que aprovecha el arbolado cuando se aplican los fertilizantes.

Necesidades nutritivas de los agrios

Eficiencia en el uso de los fertilizantes El concepto de eficiencia en el uso de los abonos se define como la proporción de un elemento que es aprovechado por el arbolado cuando se aplica una dosis determinada del mismo.

Generalmente, la relación que existe entre el elemento aplicado y su aprovechamiento por el cultivo no es lineal, de modo que, conforme se aplican dosis crecientes la eficiencia disminuye. Esta respuesta indica que la eficiencia se debe calcular para la dosis considerada agronómicamente óptima para un cultivo con unas prácticas culturales determinadas.

Cálculo de la dosis de abonado de cítricos

Partiendo de los datos expuestos en la tabla 24.2 y aplicando un incremento de nutrientes en función de la eficiencia media de los fertilizantes más utilizados, se pueden obtener las recomendaciones de abonado en función de la edad de la plantación, diámetro de copa, densidad de plantación y producción.

Dosis anual = Necesidades anuales netas (tabla 24.2) x F1 x F2

Siendo:

  • F1 = 100/Porcentaje eficiencia en la utilización de los fertilizantes en riego por inundación o goteo.
  • F2 = Factor de conversión de elementos nutritivos en unidades fertilizantes (UF/kg: N x 1= N; P x 2,3= P2O5; K x 1,2= K2O; Mg x 1,7= MgO; Fe x 1=Fe).

Normalmente, las dosis se establecen en función de la edad de la plantación, pero es más conveniente calcularlas de acuerdo con el diámetro de copa, ya que el porte del arbolado en relación con la edad puede variar considerablemente según el vigor de la combinación variedad/patrón y las condiciones de cultivo.

Por otro lado, las dosis se han calculado para la densidad del arbolado más típica de cada grupo de variedades (marco de plantación) y para producciones medias, ya que rendimientos bajos o altos originan un crecimiento vegetativo abundante o escaso, respectivamente, que da lugar a un consumo similar de nutrientes. En la figura 24.1 se presentan las curvas de las dosis recomendadas (g/árbol) de N, P2O5, K2O, MgO y Fe para los diferentes grupos de cítricos en función del diámetro de copa de las plantas.

Dosis anual estándar de N inundación, N goteo, P2O5, K2O, MgO, Fe inundación y Fe goteo. Cítricos

En la tabla 24.3 se exponen las fórmulas matemáticas para el cálculo de estas dosis en función del diámetro de copa, desde el momento de la plantación hasta el máximo desarrollo vegetativo que les permite su marco de plantación (en este momento las copas se tocan).

Necesidades nutritivas de los agrios

Dosis anual estándar (y:g/árbol) en función del diámetro de copa (x:cm)

Dosis anual = Necesidades anuales netas (tabla 24.2) x F1 x F2

En el momento que los árboles alcancen el diámetro máximo de copa que les permite su marco de plantación, se aplicará la dosis máxima (tabla 24.4).

Con posterioridad, ésta se continuará suministrando con independencia de la edad de la plantación. Las dosis por hectárea se han considerado las mismas para cualquier grupo de variedades de cítricos, con diferente porte, debido a que el consumo más bajo en plantas con un menor marco de plantación se ve compensado con un mayor número de plantas por hectárea. En cambio, cuando las dosis se expresan en g/árbol, éstas varían en función del diámetro de copa del arbolado (figura 24.1 y tabla 24.3).

Las dosis recomendadas para el N, P y Fe son superiores en riego por inundación que en goteo, por la mayor eficiencia en la absorción de estos nutrientes en el riego por goteo; en cambio, para el K y Mg, se pueden considerar las mismas dosis en ambos sistemas de riego.

Para la obtención de las dosis de MgO, además del consumo anual y la eficiencia del uso de los fertilizantes, se ha tenido en cuenta que la relación K/Mg (expresados en meq. 100 g/suelo) en el bulbo debe mantenerse en un rango óptimo del 0,16 al 0,35 (Legaz, 1997).

Para no afectar este equilibrio catiónico del suelo se ha considerado que ambos fertilizantes deberían aplicarse en una relación, expresada en meq, aproximadamente igual al límite superior del rango (0,35).

La mayor parte de los suelos contienen cantidades considerables de Fe suficientes para atender las necesidades de los cultivos durante muchos años. Sin embargo, los estados deficitarios de Fe en los cítricos son, en la mayor parte de los casos, inducidos por las condiciones del suelo que favorecen la transición de los iones de Fe solubles a compuestos que no pueden ser absorbidos por la raíz.

Optimización de la dosis anual estándar Para realizar una buena planificación de la fertilización con el fin de corregir, por exceso o defecto, las cantidades indicadas, es conveniente disponer del análisis foliar, a fin de conocer el estado nutritivo de la plantación, del análisis de suelo, para evaluar la riqueza en elementos asimilables y  aquellas características que pueden ser desfavorables o limitantes para el desarrollo del cultivo.

También es muy adecuado disponer del análisis del agua de riego, con objeto de conocer el contenido en elementos nutritivos, así como la presencia de iones tóxicos para la planta. En la obtención de las dosis expuestas en la figura 24.1 se ha considerado que los niveles foliares son óptimos y la concentración de nitrato y magnesio en el agua de riego es inferior a 50 y 10 mg/l, respectivamente. Las correcciones para optimizar la dosis anual estándar de N, P2O5, K2O y MgO se exponen en los apartados siguientes.

Corrección por el análisis foliar

El análisis foliar es el procedimiento más adecuado para diagnosticar el estado nutritivo del arbolado, ya que informa sobre la absorción real de los nutrientes por la planta, muestra la presencia de estados carenciales o excesivos y sugiere la aparición de antagonismos entre nutrientes.

Dosis máxima anual estándar para cítricos en función del máximo desarrollo del arbolado para el marco típico de plantación de cada grupo de variedades

La tabla 24.5 muestra los valores foliares de referencia de diferentes estados nutritivos de varias especies de cítricos (Legaz y Primo-Millo, 1988; Legaz et al., 1995) y, además, permite evaluar las reservas disponibles en elementos móviles. Por tanto, las dosis expuestas en la figura 4.1 y las tablas 24.3 y 24.4 se corregirán multiplicándolas por los factores asignados a cada nivel foliar (tabla 24.6).

Niveles foliares de referencia de macro y micronutrientes en cítricos

Factores de corrección recomendados en riego a goteo según el análisis foliar

Corrección de las dosis de nitrógeno según el contenido en NO–3 en el agua de riego En la tabla 3.1 se facilita un cuadro con la cantidad de nitrógeno aportado por el agua de riego en función de su contenido en nitratos y del caudal empleado. Para un volumen de 5.000 m3/ha y un factor de eficiencia en la utilización del nitrógeno del agua de 0,6, en la tabla 24.7 se indican las aportaciones de nitrógeno por el agua en riego a goteo.

Cantidad de nitrógeno aportado con el agua de riego, según consumo de agua y contenido en nitratos (kg/ha)

Aportación de nitrógeno por el agua en riego a goteo

 

Estas aportaciones se restarán de la  dosis de nitrógeno a aplicar al cultivo. Corrección de las dosis de magnesio según el contenido en MgO en el agua de riego Cuando el contenido en magnesio del agua sea superior a 10 mg/l, a las cantidades de Mg recomendadas, se restará el Mg suministrado por el agua (tabla 24.8).

Aportación de magnesio por el agua en riego a goteo

Como ya se ha indicado, cuando los valores de Mg sean muy elevados, habrá que realizar aportes de K para contrarrestar el efecto antagónico existente entre estos dos elementos. Distribución estacional de la dosis estándar y la optimizada (épocas y momentos de aplicación).

La disposición de curvas de absorción estacional de nutrientes es un aspecto básico para establecer las épocas de abonado de los cítricos; sin embargo, existe escasa información al respecto. Primo-Millo y Legaz mediante el uso de los isótopos estables del N, han obtenido las curvas de absorción del N a lo largo del ciclo vegetativo en plantas jóvenes sin fructificación y en plantas adultas con fruto.

Con los resultados obtenidos en estos estudios y, considerando la dinámica de los nutrientes en la planta y el suelo, se ha establecido la distribución estacional de las dosis de N, P2O5, K2O, MgO y Fe para riego a goteo para plantones y plantas adultas con diferente época de maduración (tablas 24.9 a 24.11).

Distribución mensual de los nutrientes sobre la dosis total

La distribución en riego por inundación fue establecida por Legaz y Primo-Millo (1988). Forma en que se aportan los elementos nutritivos.

En suelos calizos, el nitrógeno se aportará en forma amoniacal durante la primavera y nítrico-amoniacal o nítrica durante el verano y otoño.

El fósforo se aplicará en riego por inundación a través de abonos complejos, ternarios o binarios (fosfato diamónico) y en riego por goteo igualmente a través de abonos complejos solubles ternarios o binarios (fosfato monoamónico) o fertilizantes simples fosfatados (ácido fosfórico).

El potasio se suministrará en riego por inundación a través de abonos complejos, ternarios o binarios, o fertilizantes simples potásicos (sulfato potásico), y en riego por goteo, igualmente a través de abonos complejos solubles ternarios o binarios (NK) o fertilizantes simples potásicos (solución potásica).

El hierro se aportará en forma de quelato por vía suelo.

El zinc, manganeso, boro, cobre y molibdeno serán aportados por vía foliar o, preferentemente, vía suelo para el zinc y el manganeso, en el caso de que se disponga de la forma quelatada. En suelos ácidos, el nitrógeno se suministrará con las mismas formas que en suelos calizos, pero con el catión Ca++ incorporado.

El fósforo se aportará como superfosfato de cal en inundación y como fosfato monoamónico en goteo. Para aportar el potasio y magnesio se utilizarán las mismas fuentes que en los calizos.

El hierro, zinc, y manganeso pueden aportarse como sulfato o nitrato preferentemente por vía suelo. El resto de micronutrientes se suministrarán como en los suelos calizos.

CONSEJOS PRÁCTICOS DE ABONADO

En la tabla 24.12 se expone el resultado de un análisis foliar de un naranjo adulto con un diámetro de copa de 4 m (12 años) y la optimización de la dosis anual estándar en función de los factores de corrección (tabla 24.6) en riego a goteo. FERTICIT: Un sistema de ayuda a la decisión en la programación de fertirriego en cítricos, desarrollado en el IVIA.

corrección de dosis de abono a aplicar en función del análisis foliar

En la siguiente dirección: http://www.ivia.es/deps/otri/SW_OTRI.htm, se presenta un programa que permite calcular las dosis de abono y cuando aplicarlas. El sistema permite ajustar las necesidades específicamente a cada plantación teniendo en cuenta factores como edad, marco, tamaño o método de riego, y si los hubiese, los valores analíticos de suelo, agua y hojas. Para ampliar la información de aspectos citados en relación con la fertilización de los cítricos se puede consultar la bibliografía siguiente: Legaz y Primo-Millo (1988), Legaz et al. (1995), Quiñones et al. (2005), Quiñones et al. (2007) y Legaz et al. (2008).

Abonado de los cereales trigo y cebada

Abonado de los cereales trigo y cebada

Luis López Bellido
Doctor Ingeniero Agrónomo
Catedrático de Producción Vegetal
ETSIA. Universidad de Córdoba

Fertilización nitrogenada

La fertilización nitrogenada debe corregir y completar en el tiempo la liberación de nitrógeno a partir de la materia orgánica. Por ello, el establecimiento de la dosis de fertilizante y la fecha de aplicación constituyen un problema importante, y a la vez complejo y aleatorio, que cada año se plantea de forma distinta al agricultor. Para tomar tal decisión deben aunarse un conjunto de conocimientos (necesidades del cultivo, reservas del suelo, clima y residuos del cultivo anterior), de observaciones (estado del medio y del cultivo) y estimaciones aproximadas (meteorología futura y potencial de rendimiento del cultivo).

La diferencia entre la absorción de nitrógeno por la cosecha y las disponibilidades del suelo determinan teóricamente el fertilizante a aplicar. Sin embargo, será necesario introducir un
índice corrector, referido a la eficacia real de la fertilización. Este índice de eficacia se considera que en condiciones de campo varía del 40 al 80%, aunque cuando existe déficit hídrico o la fertilización se realiza en la siembra, la eficiencia del N puede ser inferior.

Como ya ha sido visto en capítulos anteriores, los métodos clásicos para determinar las necesidades de N fertilizante son el del balance y el del N mineral (Nmin). El método basado en la concentración de clorofila en la hoja es más reciente y se utiliza para controlar el nivel de N de la planta en el campo, y determinar el momento adecuado de aplicación de las coberteras de N.

Utilizando esta herramienta puede sincronizarse la aplicación de N fertilizante con la demanda del cultivo. Los medidores de clorofila están siendo utilizados con éxito en diferentes cultivos herbáceos y leñosos, entre ellos los cereales. A la vista de la complejidad y variabilidad de los factores que intervienen en el método de balance para establecer la fertilización nitrogenada, es difícil precisar el nivel óptimo de abonado si no se llevan a cabo estudios y determinaciones analíticas que permitan conocer con exactitud, para cada zona, las cifras concretas de cada partida del balance.

Cuando éstas no se conocen, como es frecuente en muchas áreas y en concreto en las condiciones mediterráneas, deben utilizarse métodos más simples, y a veces empíricos, deducidos de la experiencia local, para establecer la dosis de fertilización nitrogenada. Una simplificación empírica, cuya validez es confirmada por la experiencia, es estimar las necesidades de nitrógeno en función del objetivo de producción, estableciéndose que las aportaciones suministradas por el suelo se equilibran con el coeficiente de utilización del fertilizante, con la lixiviación invernal y con el bloqueo del nitrógeno mineral derivado del enterrado de los residuos de la cosecha anterior.

Fertilización nitrogenada del trigo

Las necesidades de nitrógeno del trigo son, como promedio, 30 kg por cada 1.000 kg de grano producido. Estas necesidades pueden variar, según variedades y condiciones ambientales, desde 28 a 40 kg de nitrógeno por cada 1.000 kg de trigo, siendo la respuesta más eficiente en las modernas variedades de talla baja. Otro dato a considerar es el remanente de nitrógeno no utilizado por el cultivo, que para suelos profundos se estima en un nivel medio de 30 kg N/ha.

Estudios que hemos realizado durante varios años en la campiña andaluza indican un nivel de nitratos, en la siembra, en los primeros 90 cm de suelo, entre 60 y 90 kg N/ha. Los valores de nitrógeno mineralizado, en la misma zona, fluctúan entre 40 y 60 kg N/ha/año.

La dosis global de fertilizante nitrogenado habitualmente empleada en el trigo varía entre 120 y 200 kg N/ha, según el rendimiento esperado, la pluviometría y las técnicas de cultivo. En zonas más marginales, con déficit hídrico, las dosis son inferiores, situándose entre 80 y 100 kg N/ha.

Numerosos experimentos que hemos realizado en Andalucía muestran de forma consistente que el rendimiento del trigo solo responde de forma significativa hasta la dosis de 100 kg N/ha. Sin embargo, el contenido de proteínas del grano aumenta significativamente con la dosis de 150 kg N/ha, e incluso con la dosis de 200 kg N/ha en el trigo duro (figura 16.1).

Estas mayores dosis de nitrógeno fertilizante influyen muy positivamente en la calidad harinera y semolera de los trigos. El reparto o fraccionamiento de la dosis global del fertilizante nitrogenado, dependerá de las condiciones climáticas durante el crecimiento del trigo y de las prácticas de cultivo, en especial la época de siembra, la densidad de plantas y las características de la variedad.

En el fraccionamiento hay que tener en cuenta la influencia e importancia de la lixiviación invernal y que las mayores necesidades de nitrógeno del trigo son en el período comprendido entre el ahijado y el encañado.

Puede ser conveniente realizar, a veces, pequeñas aportaciones de nitrógeno antes de la siembra que tengan un efecto de «arranque», en especial en siembras tardías para incentivar el ahijamiento, y en suelos pobres o donde el cultivo anterior fue muy esquilmante.

También puede ser aconsejable esta aplicación en suelos fuertes, que tienen un elevado poder retentivo, o cuando pueden existir dificultades para las aplicaciones posteriores con el cultivo ya establecido. La siguiente aplicación puede realizarse al principio del ahijado (estado de 3 a 5 hojas).

La época y la cuantía de la dosis de esta aplicación orientan la calidad del ahijamiento. La dosis a aplicar en esta etapa será tanto más importante cuanto más baja sea la densidad de plantas, la vegetación más tardía o la variedad más precoz. No deben sobrepasarse, en esta aplicación, las necesidades de nitrógeno del cultivo, pues un excesivo desarrollo vegetativo puede provocar el encamado.

Otra aplicación puede efectuarse al final de la fase de ahijado y comienzo del encañado, que debe ser la última en aquellas zonas donde es frecuente la escasez de lluvias en primavera. Sin duda, la dosis de esta aportación es la más importante por su influencia en la formación del rendimiento, pues aumenta el vigor de los tallos formados, incrementa la proporción de tallos con espigas, mejora el desarrollo de las hojas superiores, favorece o incrementa la fertilidad de la espiga y mejora el llenado del grano.

En las zonas templadas donde las primaveras son lluviosas, o en condiciones de regadío en climas mediterráneos, puede realizarse una última aplicación con la aparición de la última hoja o en el estado de zurrón. De esta forma se asegura una máxima asimilación de nitrógeno en el espigado y la presencia de hojas verdes, a la vez que se incrementa el peso del grano. También con esta aplicación tardía de nitrógeno se mejoran algunas características tecnológicas del trigo relacionadas con la calidad, especialmente se aumenta el contenido de proteínas y la vitrosidad de los trigos duros.

Fertilización nitrogenada de la cebada

El cultivo de la cebada extrae del suelo un promedio de 25 kg de N por cada 1.000 kg de grano producido (tabla 16.2).

En climas semiáridos, típicos del cultivo de cebada, el análisis del nitrógeno mineral residual
en el suelo, antes de la siembra, ha mostrado ser un dato útil para establecer la fertilización nitrogenada de la cebada, al existir una buena correlación entre dicha medida y el rendimiento. La profundidad de suelo recomendada para la toma de muestras varía entre 60 y 120 cm.

Con frecuencia, el incremento del encamado, por altas dosis de nitrógeno, limita la respuesta al nitrógeno de algunas variedades de cebada. El empleo de reguladores de crecimiento permite obtener mejores respuestas. La interacción entre el nitrógeno y el agua influye notablemente en el rendimiento y en el contenido de proteínas de la cebada.

De igual modo, dicha interacción es el factor principal determinante del contenido de proteínas del grano. Bajo condiciones de riego, el contenido de proteínas no varía mucho hasta que la dosis de nitrógeno supera los 100 kg/ha, incrementándose rápidamente a partir de dicha dosis. En secano, el nivel de proteínas del grano se incrementa con la aplicación de cantidades relativamente pequeñas de nitrógeno.

Experimentos realizados en diferentes regiones cebaderas españolas demuestran una gran variabilidad de dosis óptimas de respuesta según clima y suelo. En las zonas más húmedas del norte, con rendimientos comprendidos entre 3.000 y 5.300 kg/ha, la dosis óptima varía entre 80 y 140 kg N/ha, sin que el fraccionamiento de la dosis en siembra y ahijado influya en el rendimiento.

En los secanos más áridos de Castilla-La Mancha, con rendimientos medios de cebada en torno a 2.000 kg/ha, no suele existir respuesta por encima de 50 kg N/ha. En regadío, con niveles de rendimiento superiores a 5.000 kg/ha, la dosis óptima se sitúa en el entorno de 125 kg N/ha, aumentando el contenido de proteínas con el mayor nivel de las aplicaciones de cobertera.

Algunos estudios han demostrado que la aplicación de nitrógeno en la siembra puede ser más efectiva sobre el rendimiento de la cebada que las aplicaciones realizadas en fases posteriores del cultivo. Las aplicaciones tardías pueden incrementar significativamente el contenido de proteínas del grano, por lo cual deben ser utilizadas con moderación en las cebadas cerveceras, en las que un alto nivel de las mismas puede ser perjudicial.

La aplicación de nitrógeno en los estados vegetativos tempranos mejora el crecimiento y el rendimiento, mientras que en el espigado no tiene apenas efecto sobre el rendimiento, aunque incrementa sustancialmente el porcentaje de proteínas del grano. En los suelos ligeros es conveniente fraccionar la aplicación de nitrógeno para que sea utilizado con mayor eficiencia por la planta. Se recomienda la aplicación de 20-30 kg N/ha en la siembra, según el cultivo anterior, y una segunda aportación entre el ahijado y el encañado. La proporción entre ambas aplicaciones se sitúa entre 1:1 y 1:3 según la disponibilidad de agua.

Fertilización fosfopotásica

Para el fósforo y el potasio, elementos que son retenidos por el suelo, el conocimiento de su nivel en el mismo, las extracciones realizadas por las cosechas y las restituciones deben  permitir estimar las cantidades necesarias a aportar. Estos cálculos de balance deben ser  comprobados mediante otro método esencial de información sobre la nutrición mineral de los cultivos, que es la experimentación práctica en las condiciones locales.

De esta manera pueden fijarse las dosis de abonado recomendadas en un medio determinado. La cantidad de fertilizante fosfatado y potásico debe fijarse en función de las extracciones reales del cereal y del nivel de fertilidad del suelo, que determina el grado de respuesta al abonado. Puede obtenerse buena repuesta de los cereales de invierno a la fertilización fosfopotásica en suelos con bajos contenidos de fósforo y potasio y probable respuesta en suelos con contenidos medios de ambos nutrientes.

De todas maneras, el problema es más complejo y la generalización de los niveles críticos puede conducir a error, pues dependen del clima, del tipo de suelo y del sistema de cultivo. Uno de los aspectos más problemáticos en relación con el abonado fosfatado es su fijación por el suelo, que puede dar lugar a que su eficacia no supere el 20%. A esto hay que unir su poca movilidad y la escasa absorción por la planta en condiciones de frío o de sequía, frecuentes en el crecimiento de los cereales de invierno en las zonas semiáridas.

Factores como la capacidad de fijación del suelo, el nivel de carbonato cálcico, pH, el tipo de arcilla, el porcentaje de materia orgánica, etc., condicionan la eficacia del abonado fosfatado. Por todas estas razones, es aconsejable aplicar cantidades más elevadas de abono que las que indiquen las extracciones del cultivo y el nivel del suelo, con la finalidad de conservar o aumentar la solubilidad del fertilizante.

Según numerosos estudios, la eficacia del fósforo aumenta cuando se localiza en bandas junto a la línea de siembra, dada su importancia al comienzo del crecimiento cuando el sistema radicular está poco desarrollado. La experiencia demuestra la falta de respuesta al potasio de los cereales en muchas zonas semiáridas de clima mediterráneo.

La dosis de potasio dependerá de la eficacia del fertilizante (estimada como promedio en el 80%) y de los niveles de transformación de la forma asimilable en fertilizante y viceversa. Gran parte del potasio absorbido por los cereales es restituido al suelo como residuos del cultivo. Puede ocurrir una lixiviación limitada del potasio con altas precipitaciones y en suelos arenosos. En los suelos con bajo contenido en arcilla es donde hay que vigilar más el nivel del nutriente en el suelo.

Considerando que el fósforo es un elemento poco móvil en el suelo y que el potasio también es bien retenido por el complejo absorbente del suelo, sobre todo en suelos pesados y arcillosos, la aplicación de ambos elementos debe efectuarse con las labores de preparación del suelo que permitirán enterrarlos y repartirlos a lo largo de la capa arable, facilitándose la mayor disponibilidad por las raíces.

No es muy aconsejable realizar el abonado fosfopotásico para varios años, es preferible hacerlo anualmente. Sin embargo, cuando las circunstancias obliguen a efectuar aplicaciones a largo plazo, no debe olvidarse que ello es un compromiso entre el ideal teórico y las condiciones prácticas de organización del trabajo. Cuanto más pobre es el suelo en fósforo y potasio, más ligero (mayor lavado de potasio) y más calcáreo (mayor retrogradación de fósforo), menos procedente es la recomendación de realizar aplicaciones para varios años.

La dosis de una aportación a largo plazo no debe implicar una reducción del abonado; más bien debe corresponder a la suma de lo que se aplicaría escalonadamente en los diversos años e incluso superar este total, pues el abonado en bloque sólo puede representar un aumento de las pérdidas.

Fertilización fosfopotásica del trigo

El trigo extrae como promedio 12 kg de anhídrido fosfórico (P2O5) y 28 kg de óxido de potasio (K2O) por cada 1.000 kg de grano producido, incluyendo los órganos vegetativos correspondientes. En los suelos que tengan reservas suficientes de fósforo y potasio sólo será necesario reemplazar las cantidades extraídas por la cosecha anterior, realizando lo que se denomina un abonado de mantenimiento.

Cuando el suelo sea pobre en algunos de estos elementos, será necesario realizar un abonado de corrección para elevar las reservas hasta el nivel óptimo. En la práctica para la fertilización fosfopotásica debe tenerse en cuenta los siguientes criterios:

  • Realizar análisis periódicos del fósforo y potasio asimilables del suelo para observar su
    evolución (cada 3-4 años). Comparar los resultados de dichos análisis con los niveles críticos establecidos, que son función del tipo de suelo y de las técnicas de cultivo. No siempre es fácil conocer con precisión tales niveles al ser muy variables para un mismo cultivo, según las condiciones ambientales. Su determinación requiere trabajos de investigación de laboratorio y de campo para cada zona o área concreta, así como contrastar que la metodología analítica está bien correlacionada con el grado de respuesta del cultivo.
  • Determinar en el cultivo, o mejor en la rotación de cultivos, las cantidades de fósforo y
    potasio absorbidas por las plantas, las que pueden ser lixiviadas (sobre todo de potasio
    en suelos ligeros) y las cantidades que pasan a formas insolubles (caso del fósforo en
    suelos altamente calizos).

El coeficiente de utilización del fertilizante fosfatado es relativamente bajo, pues sólo un 15-20% del mismo es extraído por el cultivo el primer año. La aplicación localizada en las líneas de siembra mejora la eficiencia del abono el primer año respecto a la aplicación a voleo, especialmente en los suelos con bajo nivel de fósforo asimilable.

En los suelos con un contenido de fósforo de medio a alto las diferencias entre ambas formas son mínimas. El rendimiento del trigo en suelos con contenidos bajos y medios de potasio en el perfil de 0-15 cm, se incrementa con la fertilización potásica.

En suelos ricos no suele haber respuesta a la misma. En los suelos muy arenosos y poco profundos se debe prestar una especial atención al abonado con potasio, ante las posibles pérdidas del mismo por lixiviación. Las dosis medias recomendadas en suelos con un contenido de potasio de medio a bajo son de 100-120 kg K2O/ha.

El enterrado del fertilizante a 10-15 cm de profundidad mejora la eficiencia de utilización por la planta. Fertilización fosfopotásica de la cebada Al igual que para el trigo, la respuesta de la cebada a la fertilización fosfopotásica depende del nivel disponible de estos nutrientes en el suelo.

La aplicación localizada en la línea de siembra a dosis bajas puede ser muy efectiva cuando existe poco fósforo disponible en el suelo, obteniéndose rendimientos equivalentes a dosis aplicadas a voleo dos o tres veces superiores. El fósforo aumenta la resistencia de la cebada al frío invernal, interaccionando la respuesta del cultivo con la temperatura, especialmente en suelos con escaso contenido de dicho nutriente.

Cuando el nivel de fósforo en el suelo es bajo, las aplicaciones de nitrógeno reducen la resistencia al frío de la cebada. Ensayos en cebadas de secano y regadío han puesto de manifiesto la falta de repuesta al abonado fosfopotásico cuando su contenido en el suelo es elevado.

Aplicación de otros nutrientes

Con frecuencia, la aplicación de nutrientes secundarios y microelementos a los cereales de invierno no recibe la atención adecuada. Ello se debe, en primer lugar, a que tradicionalmente se han sembrado variedades de bajo rendimiento, con pocas necesidades de estos nutrientes que eran satisfechas por el suelo.

Otra razón ha sido la utilización en estos sistemas de cultivo de abonos orgánicos en abundancia y de fertilizantes de menor concentración, como el sulfato amónico y el superfosfato de cal entre otros, donde está presente el azufre y otros nutrientes secundarios y microelementos, aunque en bajas concentraciones.

La intensificación de la producción  agrícola de los últimos años ha cambiado esta situación. Actualmente se siembran variedades enanas de alto rendimiento y se emplean por su mayor economía fertilizantes de alta concentración que contienen menos nutrientes en forma de impurezas o iones asociados.

Los abonos orgánicos también son menos empleados por su escasez y elevado coste de aplicación en muchas zonas. Por todo ello se hace necesaria, más que en el pasado, la aplicación de estos nutrientes a los cultivos a fin de preservar íntegramente la fertilidad del suelo y la productividad agrícola.

La deficiencia de azufre puede corregirse aplicando fertilizantes que lo contengan, como abonos complejos con azufre, sulfato amónico o superfosfato o aplicando otras materias como sulfato cálcico (yeso) o azufre elemental, aunque el efecto acidificante de este último aconseja su empleo en suelos básicos, siendo su oxidación muy lenta en algunos suelos. Aunque el trigo no tiene altas necesidades de azufre, cada vez manifiesta con más frecuencia síntomas de deficiencia en este nutriente, desde el ahijado hasta el comienzo del encañado.

Los requerimientos moderados son aún satisfechos en la mayoría de los suelos profundos, poco sensibles a la lixiviación de los sulfatos, si bien no son tan móviles como los nitratos. Sin embargo, pueden aparecer carencias muy marcadas en los suelos arcillosos con caliza y en los arenosos y limo-arenosos con bajo contenido de materia orgánica.

Puede haber respuesta a la fertilización azufrada cuando el nivel del análisis del suelo en SO4 es menor de 3 ppm en el perfil de 0-60 cm, o cuando la relación nitrógeno/azufre en la planta es superior a 16. El nivel crítico de carencia en las hojas es de 0,3 ppm entre ahijado y encañado.

En los suelos donde se obtienen altos rendimientos de trigo usando fertilizantes sin azufre, debe vigilarse especialmente el nivel del mismo y aplicarlo en el futuro. La aplicación directa de azufre  debe realizarse entre mitad de ahijado e inicio del encañado, utilizando SO3 a razón de 40 kg/ha.

La aplicación foliar con sulfato amónico o azufre elemental micronizada es más efectiva. Las mayores necesidades de magnesio de los cereales de invierno, especialmente el trigo, se presentan en los suelos lixiviados, arenosos y calizos. Un contenido de magnesio en hojas y tallos inferior a 0,14%, en la fase de zurrón, indica una deficiencia.

El magnesio se puede aplicar al suelo (18-36 kg Mg/ha) o en pulverización foliar con sulfato de magnesio. Es bien conocido que el intervalo entre el umbral de carencia y el de toxicidad es, a veces, muy estrecho para algunos microelementos.

Con frecuencia existen carencias inducidas (antagonismos entre elementos mayores y menores) más que verdaderas deficiencias. El agricultor tiene básicamente dos alternativas para eliminar las carencias en microelementos:

  • Curativa, mediante aplicaciones foliares. El diagnóstico será confirmado por la respuesta positiva a la aplicación o por el análisis del suelo que determinará el origen de la carencia.
  • Preventiva, aplicando al suelo los elementos necesarios, sobre la base del análisis del suelo, destinados a corregir las deficiencias. En carencias inducidas se puede actuar mediante labores del suelo que permitan una mejor exploración radicular, reducción temporal de la aportación de elementos menores, etc. La aplicación preventiva de microelementos sólo es necesaria si su contenido en el suelo es claramente insuficiente.

RECOMENDACIONES DE ABONADO 

Teniendo en cuenta las extracciones y consideraciones que sobre el abonado del trigo y la cebada se han realizado, la tabla 16.5, elaborada por ANFFE, presenta una orientación para la aplicación de nutrientes en base a distintos niveles de la producción esperada. A modo de ejemplo, y considerando los principales tipos de fertilizantes comerciales fabricados en España, la tabla 16.6 incluye un programa de fertilización del trigo y la cebada para niveles de producción y diferentes clases de suelos.

Fertilizacion por Riego localizado o Fertirrigacion

Fertilizacion por Riego localizado o Fertirrigacion

Se conoce como fertirrigación, fertigación o nutrigación, la aportación a las plantas de los fertilizantes disueltos en el agua de riego.

Esta técnica se inició, hacia el año 1930, en California (EEUU) y desde allí se extendió por el resto del mundo. En España comenzó hace unos 50 años cuando los agricultores valencianos ponían en las regueras sacos de yute de sulfato amónico para que el agua, al pasar a través de ellos, arrastrara el nitrógeno que el fertilizante contenía. A finales de los sesenta, con la aparición de los abonos líquidos, la fertirrigación se fue extendiendo, despegando, de forma definitiva, con la implantación del riego localizado. En función de los diferentes sistemas podemos distinguir:

  • Riego por aspersión. La fertirrigación se limita al aporte de abonos nitrogenados,  estando muy extendida en los sistemas de riego por aspersión para el maíz.
  • Riego localizado. De forma fácil y cómoda, se aportan todos los nutrientes, principalmente, en cultivos arbóreos en los que este sistema de riego ha ido implantándose de forma muy rápida. Es el que, por su importancia, se va a considerar.

RIEGO LOCALIZADO
En el año 2008 el riego localizado, en España, abarcaba ya más de 1,5 millones de hectáreas. El ahorro de agua, la eficiencia del sistema y la posibilidad de regar con aguas de baja calidad son algunas razones que justifican su expansión. Y además, una fundamental: que permite aplicar, a través del agua, de forma eficiente y con mínimas pérdidas, los nutrientes que la planta precisa. España es el país de la U.E. y del ámbito mediterráneo con mayor superficie fertirrigada.

VENTAJAS QUE APORTA LA FERTIRRIGACIÓN
En riego localizado, las ventajas de la fertirrigación son muy importantes:

  • Mayor eficiencia en el empleo de los fertilizantes, ya que se produce un incremento de las cosechas con menores dosis de abono.
  • Menores pérdidas de nutrientes por lixiviación y, por tanto, hay una mejora medioambiental.
  • Comodidad de aplicación y ahorro de mano de obra, sobre todo si se utilizan abonos líquidos.
  • Mejor y más rápida asimilación de los nutrientes, por mantenerse constante la humedad del bulbo.
  • Ajuste de las dosis de nutrientes a las necesidades de la planta en cada momento de su ciclo vegetativo.
  • Localización de los nutrientes a lo largo de todo el perfil del bulbo explorado por las raíces.
  • Perfecta dosificación de los fertilizantes gracias a los equipos que se utilizan.
  • Posibilidad de utilizar fertilizantes “a la carta”, especialmente diseñados.
  • Actuación inmediata para corregir deficiencias nutricionales.

Para la aplicación correcta de esta técnica el agricultor tiene que tener una adecuada preparación, manejar bien los abonos para evitar obturaciones de los goteros y disponer de una instalación de riego en la que sea uniforme el reparto del agua.

PROCESO DE LA FERTIRRIGACIÓN
Es fundamental decidir en cada momento cual es la solución nutritiva que más se adapta a las necesidades de la planta. Esta solución suele prepararse en el cabezal de riego, dentro de una instalación, que esquemáticamente se presenta en la figura 14.1.


El cabezal de riego consta de distintos elementos.
Por un lado, están los tanques que contienen los fertilizantes, que suelen ser tres y que pueden disponer de un agitador, si se emplean abonos sólidos, para preparar con ellos “soluciones madre”. Por otro, está el equipo de inyección del abono, normalmente bombas eléctricas o hidráulicas. Y a lo largo del circuito se colocan los filtros de arena y de anillas. La instalación puede controlarse de forma automática o manual.

DINÁMICA DE LOS NUTRIENTES
Para manejar bien la fertirrigación es necesario conocer el movimiento de los nutrientes en el bulbo. El nitrógeno como ión nitrato es totalmente móvil y se aplica, generalmente, en forma nítrico- amoniacal, transformándose rápidamente la parte amoniacal en nítrica. Por ello, la aplicación nitrogenada debe hacerse muy fraccionada. El nitrógeno en forma ureica se utiliza menos al ser difícil de controlar su velocidad de transformación, lo que puede ocasionar algún trastorno vegetativo a las plantas. En los cultivos leñosos se suele aplicar el 60% del nitrógeno hasta el cuajado y el 40% restante en el engorde del fruto.

El fósforo, en riego localizado, es 5 a 10 veces más móvil que en el riego tradicional, desplazándose bastante lejos del punto en que se incorpora. La aportación de este nutriente puede hacerse con antelación suficiente al momento de máximas necesidades, que coincide con la floración y el cuajado.

El potasio es menos móvil que el nitrógeno, pero más que el fósforo y su aplicación en los cultivos leñosos debe hacerse también fraccionada en el tiempo, aunque repartida al contrario que el nitrógeno: 40% hasta el cuajado y 60% durante el engorde del fruto.

FERTILIZANTES UTILIZADOS EN FERTIRRIGACIÓN
Cuando se vayan a utilizar fertilizantes en riego localizado hay que tener en cuenta distintos factores, unos relativos al abono y otros referidos a su utilización. Las características básicas que deben reunir los fertilizantes son:

  • Solubilidad total en agua de los abonos sólidos.
  • Pureza, pues si contienen materias inertes podrían producir obturaciones en los goteros.
  • Bajo “índice de sal”, de forma que aumenten lo menos posible la salinidad del agua de riego, que se mide por la Conductividad Eléctrica (CE).

Regulación de las abonadoras de proyeccion

Regulación de las abonadoras de proyeccion

Conceptos básicos sobre las abonadoras de proyección Diagrama de la distribución transversal Para elaborarlo se muestrea la proyección que realiza la abonadora mediante la colocación transversal de receptores y, a continuación, se genera al representar los pesos recogidos en cada receptor, en relación a la distancia a izquierdas y derechas del eje de paso de la abonadora.

Para poder obtener distribuciones que sean aceptables lo primero que hay que conseguir, cuando se diseña el grupo de distribución, son diagramas con formas triangulares o trapezoidales.

Los diagramas son simétricos, cuando la representación de lo proyectado a izquierdas y a derechas del eje de paso de la abonadora, es similar y de no ser así se denominan asimétricos.

Hoy en día, en los diseños de las abonadoras, se trabaja para conseguir diagramas simétricos, ya que permiten el trabajo en la parcela, tanto en ida y vuelta como en redondo, manteniendo la misma distancia entre pasadas.

Anchura total de distribución

Es la suma de la distancia desde el eje de paso, a izquierdas y derechas de la abonadora, hasta los receptores en que aparecen los últimos o el último gránulo proyectado.

Anchura útil o distancia entre pasadas

Es la que realmente interesa y para determinarla hay que realizar un ensayo de distribución. En el ensayo, para un diagrama triangular, los receptores centrales próximos al eje de paso recogen la máxima cantidad de abono, que podemos denominar “x gramos”, y a medida que los receptores se alejan del eje, la cantidad de abono recogida decrece hasta llegar a un receptor en el que el peso recogido será la mitad, es decir x/2 g. La suma de distancias desde el eje de paso al receptor de la izquierda en que aparece x/2 de peso, más la distancia desde el mismo eje al receptor de la derecha en que aparece también x/2 sería la distancia entre pasadas o anchura útil, ya se trate de un diagrama simétrico o asimétrico.

A partir del punto en el que apareció la mitad del peso hay que superponer o recubrir con abono de otra pasada, para conseguir que la distribución sea uniforme en todos los puntos de anchura de trabajo y nos aproximemos en todos los puntos a “x gramos”.

Coeficiente de variación (C.V.)

Parámetro que sirve para evaluar la uniformidad de la distribución para una anchura de trabajo establecida, para un tipo de abono determinado y para una dosis de abonos prefijada. Es importante señalar que una misma abonadora con abonos diferentes, puede tener distintos C.V. para una misma anchura de trabajo. También, que con el mismo abono y para una misma anchura de trabajo, al variar la cantidad de abono aportada por unidad de superficie, el coeficiente de variación puede ser distinto. En cada situación (tipo de abono, achura de trabajo y dosis), cuanto menor es su coeficiente de variación más alta es la uniformidad de la distribución. Así, se establece que con abonos nitrogenados el C.V. debe ser inferior al 10% en ensayos de laboratorio y al 15% en ensayos de campo, mientras que para abonos de fondo se admiten C.V. hasta el 20%.

Dispositivos de bordeo

Estos dispositivos permiten trabajar proyectando el fertilizante, al desplazarse la abonadora, desde el borde o límite de la parcela o hacia el borde. Para tener garantías de que lo proyectado por la abonadora fuera de la parcela es admisible, se debe verificar si la máquina cumple con la norma española y europea sobre distribuidores centrífugos y por gravedad de fertilizantes sólidos.

“Protección medioambiental: UNE-EN 13739-1”.

En particular, en lo referente a la distribución en los bordes o límites de la parcela, en los que al realizar la distribución no se debe proyectar fuera más del tres por mil. Los dispositivos de bordeo ayudan en el cumplimiento de dicha normativa y debe comprobarse su fiabilidad.

Manual de regulación de la abonadora

La abonadora debe suministrarse con un manual de regulación fiable, en el que estén recogidos los abonos de uso frecuente y las recomendaciones en cuanto a regulaciones sobre la abonadora para su uniforme distribución. El fabricante de abonadoras debe tener capacidad para actualizar su manual en función de las necesidades de los productos a distribuir. Al adquirir una abonadora conviene tener presente la fiabilidad de dicha capacidad. La solicitud del manual, para comprobar que se ajusta a nuestras necesidades, y la fiabilidad del mismo, es de suma importancia y es lo primero que hay que hacer y analizar, cuando se pretenda adquirir una abonadora con criterios objetivos. La abonadora, además del manual, debe ir acompañada de una caja de tamices para determinar e identificar la granulometría de los fertilizantes.

Regulación de la abonadora

Lo realmente importante al regular una abonadora es que, además de conseguir distribuir
una dosis determinada por hectárea, la distribuya uniformemente.

A continuación se detalla la regulación de las abonadoras de proyección, en base a su mayor
implantación en relación a las abonadoras de gravedad y neumáticas, y porque tienen exigencias más específicas para su regulación.

Para regular una abonadora en el campo, lo más rápido y efectivo es disponer de un manual
fiable en el que esté recogido el abono que vamos a distribuir y sus características granulométricas. Mediante el manual se deberá reproducir en campo, siempre que las condiciones ambientales no difieran demasiado, las prestaciones de la abonadora en el mejor de los ensayos de laboratorio e las estaciones de ensayo, cuando se diseñó el grupo de distribución en base a las pruebas experimentales. El fabricante de abonadoras deberá velar por mantener rigurosamente esa correspondencia en las prestaciones de todas sus unidades.

Otras características de una buena abonadora

Una abonadora además de estar diseñada para realizar buenas distribuciones y de disponer
de un buen manual que contribuya a ello, tiene otras muchas características constructivas que conviene también analizar al detalle y que son muy importantes para el usuario, ya que
afectarán a su grado de satisfacción. Además, influyen sobre la capacidad de trabajo real de
la abonadora, sobre su vida útil, seguridad y valor residual.

Manejo en campo

De nada sirve tener una abonadora con buenas prestaciones en la distribución e incluso bien regulada, si su manejo en el campo no es el adecuado.

Ciclo de postasio en el suelo

Ciclo de postasio en el suelo

El potasio se encuentra en el suelo en distintos silicatos que forman parte de las rocas de origen magmático tales como micas, feldespatos, etc. También se combina con la materia orgánica, aunque por su escasa transformación en formas minerales es poco importante.

Además existen formas iónicas libres en la solución del suelo, adsorbidas en el complejo de cambio y fijadas en determinadas arcillas.

Agronómicamente, podemos clasificar las formas de potasio en los siguientes tipos:

  • en la solución del suelo, lo que significa que es directamente asimilable;
  • cambiable, es decir, fijado en la superficie de las arcillas y en el complejo arcillo-húmico, interviniendo en el intercambio catiónico con la solución del suelo;
  • interlaminar, situado entre las láminas de arcilla muy difícilmente disponible para las plantas y;
  • la fracción mineral, no utilizable por las plantas y liberado muy lentamente por meteorización y por la acción de determinadas bacterias (Figura 11.1).

TRANSFORMACIONES DEL POTASIO EN EL SUELO

Las formas iónicas del potasio, disueltas en la solución del suelo, se encuentran en equilibrio con el resto de fracciones en las que está presente.

La evolución del potasio en la solución del suelo está representada en la figura 11.2.

NECESIDADES DE POTASIO DE LOS CULTIVOS

Debido a su baja carga y pequeño radio iónico, el potasio es fácilmente absorbido por las raíces sobre todo por difusión, pudiendo incluso absorberse cantidades superiores a las necesarias sin que por ello se produzcan efectos negativos.

La cantidad de potasio y los momentos claves de necesidad en este elemento dependen, al igual que los del resto de nutrientes, del cultivo, de la producción esperada, de la climatología, de las características químicas y físicas del suelo, del sistema radicular, etc. Las necesidades de los cultivos se determinan de manera empírica y a través de análisis foliares. Las necesidades en potasio de los principales cultivos de España, se indicarán en los capítulos dedicados al abonado de cada uno de ellos.

FERTILIZACIÓN POTÁSICA

Una vez determinadas las características físicas y muy especialmente el tipo de arcillas del suelo, así como las propiedades químicas, en particular el contenido en potasio cambiable, el
calcio activo y el magnesio de cambio, y en función del potasio extraído por las cosechas y los restos de las mismas, se calculan las cantidades de potasio a añadir a través de la fertilización.

La movilidad de este elemento aconseja que, sobre todo en sistemas de regadío, se consideren las pérdidas por lavado. Además, los ritmos de absorción de potasio por los cultivos son muy diferentes según los distintos sistemas de laboreo, convencional o mínimo.
Además de cuantificar el contenido de potasio cambiable en el suelo, para calcular la fertilización potásica hay que considerar los factores que van a determinar la disponibilidad de este elemento para los cultivos:

Textura del suelo y tipo de arcillas: en suelos arenosos, con menor poder de retención de agua, a igual contenido en potasio asimilable, mayor concentración en la solución del suelo.
Cuanto mayor es el contenido en arcilla, mayor es su capacidad de fijación de iones potasio,
en la superficie e interlaminarmente.

Relación entre los cationes de cambio: además de los contenidos absolutos en potasio, debe de analizarse la relación y contenido del resto de cationes: Ca, Mg y Na.
Un exceso en Ca cambiable interfiere en la asimilación de Mg y K y, un exceso de Mg puede inducir carencias de K. La fertilización potásica debe seguir los siguientes principios básicos:
• En suelos con contenidos en potasio, normales o altos, la fertilización debe tener por objetivo mantener la fertilidad del suelo en  los niveles naturales. El abonado debe coincidir
con las extracciones de los cultivos considerando las posibles pérdidas por lixiviación, dada la movilidad de este elemento.
• En suelos pobres en potasio, el abonado debe cubrir las necesidades del cultivo, abonado de mantenimiento, y las necesidades para enriquecer el suelo. Se deben saturar los espacios interlaminares de las arcillas y las zonas superficiales. Los suelos arcillosos deben recibir cantidades adicionales de potasio y en suelos arenosos, se deben aplicar dosis suplementarias para compensar las pérdidas por lavado.
• En suelos ricos en potasio, el abonado deberá reducirse en función del contenido en arcillas del mismo.
• Los suelos con exceso de potasio pueden presentar problemas de salinidad y carencias de magnesio por el antagonismo K/Mg. En estos casos se suprimirá el abonado hasta que el análisis posterior indique un cambio de condiciones.

Igual que se indicó para el fósforo, el potasio se aplica en presiembra o en siembra junto con este elemento y el nitrógeno. Se aconsejan aportaciones más tempranas en el caso de aplicación de fertilizantes con cloruro potásico, por su influencia sobre la salinidad del suelo.
En determinados cultivos, el fraccionamiento del potasio es muy eficaz, tales como frutales,
praderas, alfalfares, etc.

CONTENIDO EN POTASIO DE LOS SUELOS ESPAÑOLES
En este apartado se presenta los resultados de un estudio realizado por el INIA sobre el contenido en potasio de los suelos agrícolas de España en una muestra de 3.751 suelos.
Se incluye asimismo la valoración que el INIA propone de los suelos de cultivo en función del contenido en potasio y en base a su textura (tabla 11.1).

Ciclo del fosforo en el suelo

Ciclo del fosforo en el suelo

FORMAS DEL FÓSFORO EN EL SUELO

El fósforo se encuentra en el suelo formando parte de diferentes minerales tales como fosforita, apatito, etc. También en compuestos orgánicos, asociado a la materia orgánica y como parte de los microorganismos. Además, existen formas iónicas libres en la solución del suelo y fijadas al complejo arcillo-húmico.

Desde el punto de vista agronómico el fósforo puede estar presente en el suelo en cuatro formas:

  1. en la solución del suelo, es decir, directamente asimilable;
  2. fijado en el complejo arcillo-húmico, por tanto cambiable o hábil;
  3. como componente de la materia orgánica, precipitado o adsorbido en los geles de hierro y aluminio, en suelos ácidos, y precipitado como fosfato cálcico en suelos básicos, muy lentamente asimilable y;
  4. formando parte de la roca madre, no asimilable. (Figura 10.1).

 

TRANSFORMACIONES DEL FÓSFORO EN EL SUELO

El fósforo de la solución del suelo está en equilibrio con las diversas fracciones y formas en las que está presente en el suelo. La reacción de equilibrio, en la que interviene la absorción de este elemento por las plantas, se rige por una serie de procesos complejos que se han representado en el figura 10.2.

 

NECESIDADES DE FÓSFORO DE LOS CULTIVOS

La cantidad de fósforo y los momentos puntuales de necesidad en este elemento dependen de la especie, de la variedad, del rendimiento potencial y por supuesto, de la calidad de la  cosecha.

Al igual que para el resto de nutrientes, las necesidades de cada cultivo se determinan cuantificando la respuesta de cada uno a la aplicación de diferentes dosis de fósforo, mediante ensayos de campo.

Por otra parte, es de gran interés la determinación de los contenidos en fósforo en plantas para determinar su correcta nutrición, definida a través del análisis de plantas bien desarrolladas.

La bibliografía facilita las extracciones que cada cultivo lleva a cabo a lo largo de todo su ciclo vegetativo.

 

FÓSFORO ASIMILABLE Y FERTILIZACIÓN FOSFATADA

La fertilidad de un suelo en lo que al fósforo se refiere, se definiría como la capacidad del  suelo de suministrar a los cultivos las cantidades que precisa, y en los momentos puntuales en los que es necesaria su absorción.

Las características físicas y químicas del suelo determinan la capacidad y ritmo al que el suelo es capaz de reponer el fósforo que las plantas van tomando de la solución. En este proceso influyen, fundamentalmente, la textura, el pH, la caliza activa y la materia orgánica.

En definitiva, la fertilidad del suelo en fósforo es la cantidad de fósforo asimilable presente y, entendemos por asimilable, la fracción extraíble con ácidos débiles a una concentración definida. En los laboratorios agronómicos se utilizan el método Olsen, que emplea como extractante el bicarbonato sódico, muy adecuado para suelos básicos, y el método Bray, válido para condiciones ácidas.

Además de la determinación analítica del fósforo en el laboratorio, para el cálculo de la fertilización fosfatada se deben de tener en cuenta los factores que van a influir en la asimilabilidad de este elemento. De este modo, una vez definidos los contenidos en fósforo en el suelo y las necesidades del cultivo, se considerarán los siguientes factores:

Textura del suelo: en suelos arenosos, con menor poder de retención de agua, a igual contenido en fósforo asimilable, mayor concentración en la solución del suelo.

pH: en suelos calizos se fomentan los procesos de retrogradación o insolubilización por formación de fosfatos insolubles.

Por el contrario, los suelos ácidos favorecen los procesos de mineralización y solubilización.

De esta manera, se pueden indicar los siguientes principios básicos a la hora de fertilizar con fósforo:

  • En suelos con contenidos en fósforo, normales o altos, la fertilización debe tener por  objetivo mantener la fertilidad del suelo, es decir, realizar un abonado de  mantenimiento.  El abonado debe coincidir con las extracciones de los cultivos siempre que el pH se aproxime a la neutralidad. Si el pH es muy básico se abonará con cantidades adicionales, mayores cuanto más arcillosa sea la estructura del suelo.
  • En suelos pobres en fósforo el abonado debe cubrir las necesidades del cultivo, abonado de mantenimiento, y las necesidades para enriquecer el suelo. Se aportarán cantidades mayores cuanto mayor sea el pH del suelo y mayor su contenido en arcilla.
  • En suelos ricos y muy ricos en fósforo se deberán reducir las dosis de mantenimiento e incluso suprimirlas, en mayor medida cuando se trate de suelos básicos, con gran contenido en arcilla.

Las aplicaciones de fósforo pueden ser en presiembra o coincidiendo con la siembra. El fósforo se aplica normalmente junto con la primera aportación de nitrógeno y potasio. El abonado fosfatado se hará con mayor anticipación cuanto menor sea la solubilidad del abono que se emplee.

Se recomiendan aportaciones en cobertera en el caso de suelos pobres en fósforo, con caliza activa y por tanto con riesgo de retrogradación, y tras periodos de heladas, inundaciones, etc.

 

CONTENIDO EN FÓSFORO DE LOS SUELOS ESPAÑOLES

En este apartado se presenta los resultados de un estudio realizado por el INIA sobre el contenido en fósforo asimilable, Olsen, de los suelos agrícolas de España en una muestra de 3.751 suelos. Se incluye asimismo la valoración que el INIA propone de los suelos de cultivo en función del contenido en fósforo y en base a su textura (tabla 10.1).