Mantenimiento del suelo en olivo

Mantenimiento del suelo en olivo

Fuente Boletín de Avisos del Centro de Sanidad y Certificación Vegetal del Gobierno de Aragón

La aplicación de los herbicidas que tengan en su composición terbutilazina queda restringida a las franjas o los ruedos de los olivos, en plantaciones de más de cuatro años y a una sola aplicación por año. Las calles y bordes de las parcelas que no reciban tratamiento deben sumar como mínimo un tercio de la superficie de cada parcela.
Se restringe el uso de la terbutilazina a un máximo de 1 kg de sustancia activa por hectárea y año.

Las cubiertas vegetales, naturales o sembradas, son útiles para mejorar las características de suelo, aumentando la materia orgánica y los microorganismos. Favorecen la infiltración del agua y reducen la compactación, la erosión y la competencia de las malas hierbas.

Son particularmente recomendables en:

  • Frutales, vid y olivo en parcelas con pendiente.
  • En regadío, como cubierta permanente segada periódicamente.
  • En secano, como cubierta invernal, eliminándola en primavera y verano.

En el manejo de las cubiertas vegetales hay que valorar la competencia con el cultivo por el agua del suelo, su incidencia sobre determinadas plagas y en el control de clorosis, el  aumento del riesgo de heladas de irradiación, etc.
En general, se debe detener el crecimiento de la cubierta cuando el cultivo comienza la extracción de agua en primavera (primeros de abril en olivar, lloro de la vid) mediante
siega química (glifosato), laboreos o siegas mecánicas repetidas. La banda bajo el cultivo ha de mantenerse limpia mediante herbicidas, labores o siegas con palpador.

No se recomienda su implantación en:

  • • Frutales, vid y olivo en suelos muy pedregosos.
  • • En secano, si no se puede eliminar la cubierta verde en verano.
  • • Plantaciones muy jóvenes o en zonas con heladas de irradiación frecuentes, si no se puede garantizar una banda desherbada suficientemente ancha.

En Aragón, en los cultivos leñosos de secano semiárido, son recomendables las cubiertas de cebada, centeno y veza + avena. En zonas más húmedas se pueden emplear también las de trébol blanco, alfalfas enanas y festuca elevada (Festuca arundinacea). Las crucíferas sembradas (tipo colza) o naturales (liviana blanca) pueden ser utilizadas en suelos con tendencia a la compactación.

Mantenimiento del suelo en frutales

Mantenimiento del suelo en frutales

Fuente Boletín de Avisos del Centro de Sanidad y Certificación Vegetal del Gobierno de Aragón

En general, se puede afirmar que la técnica que reúne mayor número de ventajas es mantener las entrelíneas o calles con hierba natural o sembrada, a la que se le dan cortes periódicos, y mantener la banda, a lo largo de la fila de los árboles, totalmente limpia a base de herbicidas o labores durante todo el año.
Para evitar que los insectos polinizadores acudan a las flores de las malas hierbas en vez de polinizar las flores de los frutales, se deberá realizar un corte poco antes de la floración de los frutales. Pasada ésta, sería recomendable segar alternativamente la mitad de la calle para ofrecer refugio a los depredadores de los ácaros y otra fauna útil.

Las cubiertas vegetales, naturales o sembradas, son útiles para mejorar las características de suelo, aumentando la materia orgánica y los microorganismos. Favorecen la infiltración del agua y reducen la compactación, la erosión y la competencia de las malas hierbas.
Son particularmente recomendables en:

  • Frutales, vid y olivo en parcelas con pendiente.
  • En regadío, como cubierta permanente segada periódicamente.
  • En secano, como cubierta invernal, eliminándola en primavera y verano.

En el manejo de las cubiertas vegetales hay que valorar la competencia con el cultivo por el agua del suelo, su incidencia sobre determinadas plagas y en el control de clorosis, el  aumento del riesgo de heladas de irradiación, etc.
En general, se debe detener el crecimiento de la cubierta cuando el cultivo comienza la extracción de agua en primavera (primeros de abril en olivar, lloro de la vid) mediante
siega química (glifosato), laboreos o siegas mecánicas repetidas. La banda bajo el cultivo ha de mantenerse limpia mediante herbicidas, labores o siegas con palpador.

No se recomienda su implantación en:

  • • Frutales, vid y olivo en suelos muy pedregosos.
  • • En secano, si no se puede eliminar la cubierta verde en verano.
  • • Plantaciones muy jóvenes o en zonas con heladas de irradiación frecuentes, si no se puede garantizar una banda desherbada suficientemente ancha.

En Aragón, en los cultivos leñosos de secano semiárido, son recomendables las cubiertas de cebada, centeno y veza + avena. En zonas más húmedas se pueden emplear también las de trébol blanco, alfalfas enanas y festuca elevada (Festuca arundinacea). Las crucíferas sembradas (tipo colza) o naturales (liviana blanca) pueden ser utilizadas en suelos con tendencia a la compactación.

Ciclo de postasio en el suelo

Ciclo de postasio en el suelo

El potasio se encuentra en el suelo en distintos silicatos que forman parte de las rocas de origen magmático tales como micas, feldespatos, etc. También se combina con la materia orgánica, aunque por su escasa transformación en formas minerales es poco importante.

Además existen formas iónicas libres en la solución del suelo, adsorbidas en el complejo de cambio y fijadas en determinadas arcillas.

Agronómicamente, podemos clasificar las formas de potasio en los siguientes tipos:

  • en la solución del suelo, lo que significa que es directamente asimilable;
  • cambiable, es decir, fijado en la superficie de las arcillas y en el complejo arcillo-húmico, interviniendo en el intercambio catiónico con la solución del suelo;
  • interlaminar, situado entre las láminas de arcilla muy difícilmente disponible para las plantas y;
  • la fracción mineral, no utilizable por las plantas y liberado muy lentamente por meteorización y por la acción de determinadas bacterias (Figura 11.1).

TRANSFORMACIONES DEL POTASIO EN EL SUELO

Las formas iónicas del potasio, disueltas en la solución del suelo, se encuentran en equilibrio con el resto de fracciones en las que está presente.

La evolución del potasio en la solución del suelo está representada en la figura 11.2.

NECESIDADES DE POTASIO DE LOS CULTIVOS

Debido a su baja carga y pequeño radio iónico, el potasio es fácilmente absorbido por las raíces sobre todo por difusión, pudiendo incluso absorberse cantidades superiores a las necesarias sin que por ello se produzcan efectos negativos.

La cantidad de potasio y los momentos claves de necesidad en este elemento dependen, al igual que los del resto de nutrientes, del cultivo, de la producción esperada, de la climatología, de las características químicas y físicas del suelo, del sistema radicular, etc. Las necesidades de los cultivos se determinan de manera empírica y a través de análisis foliares. Las necesidades en potasio de los principales cultivos de España, se indicarán en los capítulos dedicados al abonado de cada uno de ellos.

FERTILIZACIÓN POTÁSICA

Una vez determinadas las características físicas y muy especialmente el tipo de arcillas del suelo, así como las propiedades químicas, en particular el contenido en potasio cambiable, el
calcio activo y el magnesio de cambio, y en función del potasio extraído por las cosechas y los restos de las mismas, se calculan las cantidades de potasio a añadir a través de la fertilización.

La movilidad de este elemento aconseja que, sobre todo en sistemas de regadío, se consideren las pérdidas por lavado. Además, los ritmos de absorción de potasio por los cultivos son muy diferentes según los distintos sistemas de laboreo, convencional o mínimo.
Además de cuantificar el contenido de potasio cambiable en el suelo, para calcular la fertilización potásica hay que considerar los factores que van a determinar la disponibilidad de este elemento para los cultivos:

Textura del suelo y tipo de arcillas: en suelos arenosos, con menor poder de retención de agua, a igual contenido en potasio asimilable, mayor concentración en la solución del suelo.
Cuanto mayor es el contenido en arcilla, mayor es su capacidad de fijación de iones potasio,
en la superficie e interlaminarmente.

Relación entre los cationes de cambio: además de los contenidos absolutos en potasio, debe de analizarse la relación y contenido del resto de cationes: Ca, Mg y Na.
Un exceso en Ca cambiable interfiere en la asimilación de Mg y K y, un exceso de Mg puede inducir carencias de K. La fertilización potásica debe seguir los siguientes principios básicos:
• En suelos con contenidos en potasio, normales o altos, la fertilización debe tener por objetivo mantener la fertilidad del suelo en  los niveles naturales. El abonado debe coincidir
con las extracciones de los cultivos considerando las posibles pérdidas por lixiviación, dada la movilidad de este elemento.
• En suelos pobres en potasio, el abonado debe cubrir las necesidades del cultivo, abonado de mantenimiento, y las necesidades para enriquecer el suelo. Se deben saturar los espacios interlaminares de las arcillas y las zonas superficiales. Los suelos arcillosos deben recibir cantidades adicionales de potasio y en suelos arenosos, se deben aplicar dosis suplementarias para compensar las pérdidas por lavado.
• En suelos ricos en potasio, el abonado deberá reducirse en función del contenido en arcillas del mismo.
• Los suelos con exceso de potasio pueden presentar problemas de salinidad y carencias de magnesio por el antagonismo K/Mg. En estos casos se suprimirá el abonado hasta que el análisis posterior indique un cambio de condiciones.

Igual que se indicó para el fósforo, el potasio se aplica en presiembra o en siembra junto con este elemento y el nitrógeno. Se aconsejan aportaciones más tempranas en el caso de aplicación de fertilizantes con cloruro potásico, por su influencia sobre la salinidad del suelo.
En determinados cultivos, el fraccionamiento del potasio es muy eficaz, tales como frutales,
praderas, alfalfares, etc.

CONTENIDO EN POTASIO DE LOS SUELOS ESPAÑOLES
En este apartado se presenta los resultados de un estudio realizado por el INIA sobre el contenido en potasio de los suelos agrícolas de España en una muestra de 3.751 suelos.
Se incluye asimismo la valoración que el INIA propone de los suelos de cultivo en función del contenido en potasio y en base a su textura (tabla 11.1).

Ciclo del fosforo en el suelo

Ciclo del fosforo en el suelo

FORMAS DEL FÓSFORO EN EL SUELO

El fósforo se encuentra en el suelo formando parte de diferentes minerales tales como fosforita, apatito, etc. También en compuestos orgánicos, asociado a la materia orgánica y como parte de los microorganismos. Además, existen formas iónicas libres en la solución del suelo y fijadas al complejo arcillo-húmico.

Desde el punto de vista agronómico el fósforo puede estar presente en el suelo en cuatro formas:

  1. en la solución del suelo, es decir, directamente asimilable;
  2. fijado en el complejo arcillo-húmico, por tanto cambiable o hábil;
  3. como componente de la materia orgánica, precipitado o adsorbido en los geles de hierro y aluminio, en suelos ácidos, y precipitado como fosfato cálcico en suelos básicos, muy lentamente asimilable y;
  4. formando parte de la roca madre, no asimilable. (Figura 10.1).

 

TRANSFORMACIONES DEL FÓSFORO EN EL SUELO

El fósforo de la solución del suelo está en equilibrio con las diversas fracciones y formas en las que está presente en el suelo. La reacción de equilibrio, en la que interviene la absorción de este elemento por las plantas, se rige por una serie de procesos complejos que se han representado en el figura 10.2.

 

NECESIDADES DE FÓSFORO DE LOS CULTIVOS

La cantidad de fósforo y los momentos puntuales de necesidad en este elemento dependen de la especie, de la variedad, del rendimiento potencial y por supuesto, de la calidad de la  cosecha.

Al igual que para el resto de nutrientes, las necesidades de cada cultivo se determinan cuantificando la respuesta de cada uno a la aplicación de diferentes dosis de fósforo, mediante ensayos de campo.

Por otra parte, es de gran interés la determinación de los contenidos en fósforo en plantas para determinar su correcta nutrición, definida a través del análisis de plantas bien desarrolladas.

La bibliografía facilita las extracciones que cada cultivo lleva a cabo a lo largo de todo su ciclo vegetativo.

 

FÓSFORO ASIMILABLE Y FERTILIZACIÓN FOSFATADA

La fertilidad de un suelo en lo que al fósforo se refiere, se definiría como la capacidad del  suelo de suministrar a los cultivos las cantidades que precisa, y en los momentos puntuales en los que es necesaria su absorción.

Las características físicas y químicas del suelo determinan la capacidad y ritmo al que el suelo es capaz de reponer el fósforo que las plantas van tomando de la solución. En este proceso influyen, fundamentalmente, la textura, el pH, la caliza activa y la materia orgánica.

En definitiva, la fertilidad del suelo en fósforo es la cantidad de fósforo asimilable presente y, entendemos por asimilable, la fracción extraíble con ácidos débiles a una concentración definida. En los laboratorios agronómicos se utilizan el método Olsen, que emplea como extractante el bicarbonato sódico, muy adecuado para suelos básicos, y el método Bray, válido para condiciones ácidas.

Además de la determinación analítica del fósforo en el laboratorio, para el cálculo de la fertilización fosfatada se deben de tener en cuenta los factores que van a influir en la asimilabilidad de este elemento. De este modo, una vez definidos los contenidos en fósforo en el suelo y las necesidades del cultivo, se considerarán los siguientes factores:

Textura del suelo: en suelos arenosos, con menor poder de retención de agua, a igual contenido en fósforo asimilable, mayor concentración en la solución del suelo.

pH: en suelos calizos se fomentan los procesos de retrogradación o insolubilización por formación de fosfatos insolubles.

Por el contrario, los suelos ácidos favorecen los procesos de mineralización y solubilización.

De esta manera, se pueden indicar los siguientes principios básicos a la hora de fertilizar con fósforo:

  • En suelos con contenidos en fósforo, normales o altos, la fertilización debe tener por  objetivo mantener la fertilidad del suelo, es decir, realizar un abonado de  mantenimiento.  El abonado debe coincidir con las extracciones de los cultivos siempre que el pH se aproxime a la neutralidad. Si el pH es muy básico se abonará con cantidades adicionales, mayores cuanto más arcillosa sea la estructura del suelo.
  • En suelos pobres en fósforo el abonado debe cubrir las necesidades del cultivo, abonado de mantenimiento, y las necesidades para enriquecer el suelo. Se aportarán cantidades mayores cuanto mayor sea el pH del suelo y mayor su contenido en arcilla.
  • En suelos ricos y muy ricos en fósforo se deberán reducir las dosis de mantenimiento e incluso suprimirlas, en mayor medida cuando se trate de suelos básicos, con gran contenido en arcilla.

Las aplicaciones de fósforo pueden ser en presiembra o coincidiendo con la siembra. El fósforo se aplica normalmente junto con la primera aportación de nitrógeno y potasio. El abonado fosfatado se hará con mayor anticipación cuanto menor sea la solubilidad del abono que se emplee.

Se recomiendan aportaciones en cobertera en el caso de suelos pobres en fósforo, con caliza activa y por tanto con riesgo de retrogradación, y tras periodos de heladas, inundaciones, etc.

 

CONTENIDO EN FÓSFORO DE LOS SUELOS ESPAÑOLES

En este apartado se presenta los resultados de un estudio realizado por el INIA sobre el contenido en fósforo asimilable, Olsen, de los suelos agrícolas de España en una muestra de 3.751 suelos. Se incluye asimismo la valoración que el INIA propone de los suelos de cultivo en función del contenido en fósforo y en base a su textura (tabla 10.1).

Ciclo del nitrogeno en el suelo

Ciclo del nitrogeno en el suelo

La fuente mayoritaria de nitrógeno es el aire ya que las rocas contienen cantidades insignificantes de este nutriente.

La fertilización, orgánica o inorgánica, constituye, en la práctica, la fuente más importante de nitrógeno en la agricultura, aunque también se incorpora al suelo por la lluvia o por la fijación a través de numerosos microorganismos y de los vegetales superiores.

Esta última vía es la que, de manera natural, proporciona más nitrógeno a los suelos cultivados.

El 90-95% del nitrógeno total del suelo se encuentra en forma orgánica, de modo que no es directamente asimilable por las plantas, sino que debe sufrir un proceso de transformación denominado mineralización.

A su vez, el nitrógeno mineral del suelo, se encuentra en forma de amonio, NH4 +, y de nitrato, NO3 – .

Ambas formas son asimilables por las plantas, pero la mayor parte del nitrógeno es absorbido en forma de nitrato. El amonio se encuentra en el suelo adsorbido en el complejo de cambio, fijado en las redes cristalinas de determinadas arcillas o en la solución del suelo.

El amonio fijado en las arcillas no es fácilmente cambiable, pero la acción de ciertos cationes provoca la expansión de las arcillas, pudiendo liberarse y pasar a la solución del suelo.

Por el contrario, el amonio adsorbido en el complejo de cambio, es desplazado por otros cationes y pasa fácilmente a la solución del suelo. El nitrato, se encuentra libre en la solución del suelo y es asimilado por las plantas y los microorganismos.

Por efecto de la pluviometría o por el exceso de riego puede ser arrastrado a horizontes profundos del suelo. La cantidad de nitrato que puede ser lixiviado depende de la intensidad de las lluvias, de la dosis de riego, de la capacidad de retención de humedad del suelo, del estado vegetativo del cultivo y de las características de su sistema radicular. A su vez, los movimientos ascendentes del agua a la superficie, durante las estaciones secas,  pueden provocar el ascenso de los nitratos a horizontes superficiales del suelo.

TRANSFORMACIONES DEL NITRÓGENO EN EL SUELO

En los ecosistemas naturales y agrícolas, el nitrógeno es transformado de unas formas a otras dependiendo de las condiciones medioambientales, tales como pH, temperatura, humedad, y mediante la acción de distintos microorganismos.

Las transformaciones y flujos del nitrógeno en la naturaleza conforman el Ciclo del Nitrógeno.

El balance de todos estos procesos, indica la cantidad de nitrógeno disponible y asimilable por las plantas y, por lo tanto, el que hay que aportar a través de la fertilización.

Desde el punto de vista del sistema atmósfera-suelo-planta, se producen ganancias de nitrógeno por deposición atmosférica, por el aportado en el agua de riego, por fijación microbiana, por mineralización de la materia orgánica o por la propia  fertilización, tanto orgánica como mineral.

A su vez y de manera simultánea se producen pérdidas por lavado, volatilización, desnitrificación e inmovilización.

 NECESIDADES DE NITRÓGENO DE LOS CULTIVOS

La determinación de las dosis de fertilizante y de los momentos de aplicación a los cultivos es un proceso complejo que depende del cultivo, del rendimiento esperado, de los nutrientes disponibles en el suelo y de sus transformaciones a lo largo del ciclo de cultivo, y de las condiciones climáticas.

Las necesidades de nitrógeno dependen de la especie, de la variedad, del rendimiento potencial y de la calidad de la cosecha.

A lo largo del ciclo de cultivo las necesidades son distintas: en los cereales de invierno son más importantes en el ahijado y el encañado, mientras que en cultivos arbóreos las necesidades son máximas durante la floración y cuajado de los frutos.

En la aplicación de elementos nutritivos debe tenerse en cuenta el destino final del cultivo: alimentario, industrial, etc. Así, la cantidad y momentos de aplicación de nitrógeno en un cultivo de cebada determinan el contenido en proteína del grano y, en función de este, podrá ser destinado o no, a la producción de cerveza. De la misma manera, se ha demostrado la influencia de la fertilización de la colza en la calidad de las semillas para la producción de biodiesel.

Las necesidades nutritivas se determinan a través de ensayos de campo y de los análisis  foliares en diferentes estadíos del desarrollo vegetativo.

Por otra parte, es fundamental la experiencia acumulada por el agricultor en cada zona, que conoce, de manera empírica, la fertilidad de sus suelos y su respuesta, y las necesidades de los cultivos.

La literatura científica aporta información muy valiosa sobre las necesidades en nutrientes de los cultivos y sus diferentes variedades. En este apartado no se indican las extracciones de cada cultivo.

NITRÓGENO MINERAL DISPONIBLE Y FERTILIZACIÓN NITROGENADA

La cantidad de nitrógeno que es necesario aportar a través de la fertilización orgánica y mineral se determina partiendo de las necesidades de los cultivos y teniendo en cuenta todas las fuentes de entrada y salida de nitrógeno, para asegurar que la disponibilidad en nitrógeno es la adecuada en cada momento del ciclo vegetativo.

El análisis de los componentes del balance del nitrógeno de cada explotación, permite considerar los factores que se deben tener en cuenta a la hora de efectuar una recomendación de fertilización. El balance debe ser considerado a medio plazo ya que, como se ha indicado, las transformaciones del nitrógeno en el suelo son constantes, y la correcta nutrición de las plantas depende del nitrógeno mineral presente en cada momento en el suelo.

La cantidad de nitrógeno que aportan al sistema la deposición atmosférica, en su caso la fijación biológica, así como las pérdidas por lixiviación, erosión, desnitrificación y volatilización pueden calcularse de manera teórica según las condiciones edafoclimáticas de la zona.

El contenido en nitrógeno total, determinado mediante análisis del suelo, no es suficiente para conocer la cantidad de nitrógeno disponible por los cultivos. El nitrógeno total nos indica todas las formas de nitrógeno, orgánico e inorgánico, cualquiera que sea su estado, asimilable o no, y es muy variable en el tiempo.

Los aportes de nitrógeno por mineralización de la materia orgánica del suelo procedente de los restos de cosecha, de la fertilización con estiércoles, purines, restos de cosechas y de otras posibles fuentes orgánicas, deben de ser interpretados a partir de algunas determinaciones analíticas efectuadas en el laboratorio.

Materia orgánica: la determinación analítica de la materia orgánica, MO, que puede referirse a la total o al humus estable, es esencial para conocer las aportaciones de nitrógeno mineral por su mineralización progresiva a lo largo del ciclo de cultivo.

La velocidad de mineralización depende de factores como el origen de la materia orgánica, el contenido en arcilla, el pH y el carbonato de calcio presente en el suelo.

Los suelos arcillosos suelen tener un nivel de materia orgánica más elevado que los suelos arenosos, ya que la mineralización es más lenta por la falta de aireación del suelo.

Por el contrario, los suelos arenosos, con menos del 10% de arcilla, suelen presentar una fuerte mineralización por la aireación excesiva y conviene que tengan un nivel algo más alto de MO.

En los suelos calizos se favorece la destrucción de la MO. Relación C/N: indica la potencialidad del suelo para transformar la materia orgánica en nitrógeno mineral.

De manera general se considera que una relación C/N entre 10 y 12 produce una correcta liberación de nitrógeno, mientras que valores por encima o por debajo de esta cifra, provocan liberaciones muy escasas o excesivas.

El nivel de MO y la relación C/N proporcionan información sobre el nitrógeno asimilable que el suelo va a producir a lo largo del ciclo de cultivo. El nitrógeno que se libere a partir de la materia orgánica del suelo tendrá importancia en el abonado sólo cuando suponga cantidades significativas.

Los suelos españoles presentan, mayoritariamente, contenidos en MO entre el 1 y 2%, y pueden aportan al suelo entre 15 y 30 kg de N/ha en el caso de tierras fuertes y climas fríos, y entre 30 y 60 kg de N/ha en el caso de suelos arenosos y climas cálidos.

Para el cálculo de la fertilización nitrogenada hay que considerar, no solo los balances netos
de mineralización e inmovilización, sino en qué momento se producen ya que, de este balance, depende que exista nitrógeno disponible en el suelo en los momentos de máxima necesidad de los cultivos.

De esta manera se determinan, no solo la cantidad de nitrógeno a aportar, sino en qué momentos, sementera y cobertera.

El nitrógeno mineral (Nmin) es un índice de la disponibilidad de nitrógeno a lo largo del período del crecimiento de un cultivo, tanto en la cantidad como en su distribución en el perfil del suelo. Es una forma práctica que obvia el cálculo de la mineralización del nitrógeno orgánico que es complejo.

La medida del nitrógeno mineral no suele presentar problemas. Algunos estudios han indicado que las medidas del nitrógeno mineral antes del cultivo o  en el comienzo de la primavera en los cereales de invierno y en estado V2-V4 en maíz, proporcionan una información válida para realizar una correcta fertilización nitrogenada en cobertera.

Ésta se calcula con la diferencia entre el nitrógeno mineral requerido por el cultivo y la cantidad que puede suministrarle el suelo.

Dependiendo del momento en el que se desee que el nitrógeno esté disponible para el cultivo se utilizarán unas u otras formas químicas, es decir unos u otros fertilizantes y, si se pretende un mayor aprovechamiento y unas menores pérdidas, deberán realizarse aplicaciones fraccionadas.

La primera aplicación de nitrógeno se efectuará en presiembra, aunque las necesidades sean pequeñas. Esta aplicación debe cubrir las necesidades de nitrógeno desde la siembra hasta la primera cobertera, cuando empiezan las mayores necesidades del cultivo.

Analisis de hojas, suelos y aguas para el diagnostico nutricional de plantaciones de citricos

Analisis de hojas, suelos y aguas para el diagnostico nutricional de plantaciones de citricos. Procedimiento de toma de muestras. F. Legaz, M. D. Serna, P. Ferrer V. Cebolla, E. Primo-Millo.

Magnifica publicación de grandes investigadores que puedes bajarte desde la página del IVIA o directamente desde aquí.

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Un programa racional de abonado en cítricos debe basarse tanto en las características de la plantación como en los datos aportados por los análisis de hojas, suelo y agua de riego. El análisis foliar es el método más adecuado para diagnosticar el estado nutritivo de la plantación y evaluar la disponibilidad de reservas de la planta. El análisis de suelo proporciona información complementaria sobre las características físico-químicas del mismo que inciden en el comportamiento de los abonos y de la disponibilidad de nutrientes asimilables por la planta. Los datos analíticos del agua de riego permiten evaluar su calidad y contenido en sales minerales que, incorporadas a las del suelo, pueden actuar como fuente de nutrientes para la planta. La interpretación de los tres tipos de análisis nos aporta una visión suficientemente clara de: a) los elementos nutrientes que se encuentran en el agua de riego o en el suelo, b) las fracciones que están en formas químicas asimilables por la planta, e) los elementos que la planta está absorbiendo correctamente y d) la existencia de antagonismos entre iones o de otras interferencias que dificultan o impiden la absorción de algunos nutrientes. Toda esta información es necesaria para planificar correctamente el abonado.

1. Introducción

Un programa racional de abonado en cítricos debe basarse tanto en las características de la plantación como en los datos aportados por los análisis de hojas, suelo y agua de riego. El análisis foliar es el método más adecuado para diagnosticar el estado nutritivo de la plantación y evaluar la disponibilidad de reservas de la planta. El análisis de suelo proporciona información complementaria sobre las características físico-químicas del mismo que inciden en el comportamiento de los abonos y de la disponibilidad de nutrientes asimilables por la planta. Los datos analíticos del agua de riego permiten evaluar su calidad y contenido en sales minerales que, incorporadas a las del suelo, pueden actuar como fuente de nutrientes para la planta. La interpretación de los tres tipos de análisis nos aporta una visión suficientemente clara de: a) los elementos nutrientes que se encuentran en el agua de riego o en el suelo, b) las fracciones que están en formas químicas asimilables por la planta, e) los elementos que la planta está absorbiendo correctamente y d) la existencia de antagonismos entre iones o de otras interferencias que dificultan o impiden la absorción de algunos nutrientes. Toda esta información es necesaria para planificar correctamente el abonado.

2. Análisis foliar

El análisis foliar se considera actualmente como una referencia indispensable para determinar tanto las necesidades de abonado de las plantaciones de cítricos como los estados carenciales de microelementos. Esto se debe a que los análisis foliares dan una indicación precisa de la absorción de los diferentes elementos por la planta, ya que las hojas son muy sensibles a los cambios de composición del medio nutritivo. La correcta utilización de esta práctica requiere efectuar adecuadamente la toma de muestras de hojas, de modo que sea representativa del estado nutricional de la plantación, e interpretar correctamente los análisis. El contenido en nutrientes de las hojas depende de diversos factores tales como la edad, tipo y posición de la hoja que se muestrea, la combinación injerto-patrón, la disponibilidad de nutrientes del suelo, la producción, el estado fitosanitario, etc. La interpretación del análisis foliar se realiza comparando los resultados obtenidos con los valores foliares estándar previamente establecidos para cada elemento (tablas 1, 2 y 3). Sin embargo, en el diagnóstico nutricional definitivo deben tenerse en cuenta las posibles interferencias ocasionadas por el estado productivo de la planta.

Los niveles considerados como deficientes indican que el elemento en cuestión no alcanza en el tejido la concentración suficiente para el normal desarrollo de las funciones fisiológicas o procesos metabólicos en el que éste está implicado. Estas disfunciones producen sintomatologías características en diversos órganos (hojas, frutos, raíces, etc…), que, con limitaciones, permiten diagnosticar visualmente el estado carencial. La consecuencia final de todas estas alteraciones suele ser una disminución significativa del vigor de la planta, o bien, de la productividad, tamaño y calidad del fruto. Los niveles denominados bajos, indican que la planta no está absorbiendo el elemento nutriente de forma plenamente satisfactoria y, aunque no obligatoriamente deben producirse alteraciones importantes en el desarrollo vegetativo y la productividad, es conveniente prestar atención a la nutrición con este elemento para no caer en el estado deficitario. En los niveles bajos puede observarse la sintomatología de la deficiencia en algunas brotaciones, aunque de forma aislada y escasa­mente intensa. Los niveles foliares considerados óptimos indican que la nutrición es equilibrada y no es limitante para un correcto funcionamiento de la plantación. Sin embargo, hay que destacar que las concentraciones de elementos en las hojas que inducen un máximo desarrollo vegetativo no son los mismos que los que producen el mayor rendimiento en cosecha u optimizan la calidad del fruto. Por ello, los valores que se exponen en las tablas 1, 2 y 3 son los que se han considerado adecuados para un correcto equilibrio entre producción y calidad. Las concentraciones foliares altas o excesivas de un determinado elemento indican que éste está siendo absorbido en cantidades superiores a las estrictamente necesarias, ya sea por su abundante disponibilidad en el suelo en estado asimilable o por un exceso de fertilización. En estas circunstancias puede producirse una disminución de la calidad del fruto y también la aparición de carencias por antagonismos en la absorción de otros nutrientes. Adicionalmente, la acumulación excesiva de algunos elementos en los tejidos puede producir efectos tóxicos, con graves repercusiones en el desarrollo y la producción. Cuando la situación de exceso de absorción de algún nutriente se debe a un elevado aporte del abono correspondiente, debe corregirse reduciendo la dosis del mismo, ya que, además del despilfarro económico y los posibles efectos nocivos sobre la cosecha, se puede estar contaminando el medio ambiente.

2. 1. PROCEDIMIENTO DE MUESTREO

2. 1. 1. Selección de las unidades de muestreo

Para determinar el número de muestras que deben tomarse en una plantación se tendrá en cuenta tanto la diversidad del suelo como la del arbolado.

La plantación deberá dividirse en parcelas con condiciones edáficas homogéneas en lo que se refiere a textura, fertilidad, color, profundidad del suelo, etc. Dentro de éstas se tomarán subpareclas cuyo arbolado sea también uniforme, especialmente en cuanto a combinación injerto/patrón, edad, porte, color del follaje, producción, etc. Normal- mente, se tomará una muestra de hojas de cada una de estas subparcelas.

2.1.2. Selección de los árboles para tomar una muestra

Una vez dividida la plantación en subparcelas homogéneas, se procederá a la selección de los árboles en los que se va a efectuar el muestreo de las hojas. En la tabla 4 se muestra la relación aproximada entre el número de plantas que deben muestrearse en cada subparcela homogénea y el número de plantas totales de la misma. Esta relación evidentemente disminuye al aumentar el tamaño de la subparcela. Puede observarse que en subparcelas muy pequeñas, con menos de 150 árboles, se debe muestrear un árbol de cada tres. En parcelas mayores, con 150-250 árboles, se muestreará uno de cada cinco árboles, en las de 250-450 árboles uno de cada nueve y así sucesivamente hasta parcelas superiores a los 1500 árboles en las que puede muestrearse un árbol de cada cincuenta. Cuando la parcela supere los 2500 árboles es conveniente dividirla para efectuar más de un muestreo. En todos los casos el número de árboles a muestrear oscila entre 25 y 50. Este criterio ha demostrado ser suficientemente preciso en estudios previos sobre el diagnóstico del estado nutritivo en plantaciones uniformes de distintos tamaños.

Otro aspecto al que debe prestarse atención es a la situación de los árboles en que se va a efectuar el muestreo dentro de cada subparcela. Estos pueden tomarse al azar entre el conjunto del arbolado, procurando que estén suficientemente distribuidos y no se concentren en una determinada zona. Otra posibilidad, que en muchos casos puede resultar más cómoda y sistemática, es seleccionar los árboles según un diseño determinado. En las figuras se ofrecen algunas distribuciones de árboles para el muestreo en parcelas de distintos tamaños. Como puede observarse,

IA- Disposición de los árboles a muestrear (• uno de cada tres) en una subparcela con un número de árboles inferior a 150.

IB-Disposición de los árboles a muestrear (• uno de cada cinco) en una subparcela con un número de árboles comprendido entre 150 y 250.

IC-Disposición de los árboles a muestrear (• uno de cada nueve) en una subparcela con un número de árboles comprendido entre 250 y 450.

ID-Disposición de los árboles a rnuestrear (• uno de cada quince) en una subparcela con un número de árboles comprendido entre 450 y 750.

IE-Disposición de los árboles a muestrear ( • uno de cada treinta) en una subparcela con un número de árboles superior a 750.

uno de los sistemas se basa en seguir las filas de los árboles en sentido oblicuo (figs 1-A, 1-B y 1-D), con una separación igual a la relación de plantas a muestrear. En otro caso, se puede tomar el árbol central de un bloque de nueve árboles (fig 1-C). En subparcelas grandes (mayores de 750 árboles) se pueden seguir las dos diagonales de la plantación, tomando árboles alternos (fig 1-E).

Los árboles seleccionados deberán ser representativos de la plantación, por lo que deberán rechazarse aquellos que presenten:

– Anomalías vegetativas.

– Ataques de gomosis o podredumbre del cuello de la raíz

(Phytopthora sp.).

– Afección intensa de virosis (tristeza, psoriasis, etc.)

– Incidencia fuerte de plagas.

Cada árbol eliminado se sustituirá por otro contiguo cuya apariencia sea normal.

2.1.3. Tipo de hojas

Generalmente está aceptado que deben muestrearse las hojas de la brotación de primavera de una edad determina­da. Sin embargo, existen diferentes criterios sobre el tipo de brote que debe elegirse para el muestreo, considerando que pueden tomarse hojas procedentes de brotes vegetativos (sin frutos) o bien de brotes que presenten un fruto en posición terminal. Nuestro criterio se inclina a tomar hojas de brotes vegetativos, porque consideramos que ofrece más ventajas que el otro método. Dichas ventajas pueden resumiese en los siguientes puntos:

– Estos están menos sometidos a la depleción de nutrientes ocasionada por el fruto terminal próximo.

– En árboles muy jóvenes o en aquellos con escasa cosecha apenas existen brotes con fruto.

– Los brotes vegetativos son los que soportarán la floración y fructificación del año siguiente y por tanto, la determinación del contenido de nutrientes de sus hojas nos da una mejor estimación del nivel de reservas de la planta.

El principal inconveniente de este criterio estriba en la posibilidad de confundir estas hojas con las de otras brotaciones. Generalmente, en el momento de efectuar la toma de muestras aparecen en el árbol cuatro tipos de hojas: las procedentes del cielo vegetativo anterior que se denominan hojas viejas,, y las desarrolladas en las brotaciones de primavera, verano y otoño (fig. 2-A). El contenido de nutrientes, en la época de muestreo, varía notablemente entre éstas. Normalmente, la concentración de marro y micronutrientes en las hojas de la brotación de primavera es significativamente diferente a la que presentan las hojas viejas y las de las brotaciones de verano y otoño. Esto pone claramente de manifiesto la necesidad de que la persona que realice el muestreo sea capaz de distinguir las hojas de la brotación de primavera en el conjunto del árbol. Este aspecto, sin embargo, no suele plantear problemas cuando se tiene una cierta experiencia en los muestreos. Para cualquier variedad, las hojas de la brotación de primavera se pueden distinguir fácilmente de los otros tipos (fig. 2-B). Estas son mucho más estrechas, puntiagudas y lanceoladas que las hojas de verano u otoño. Algunas hojas viejas pueden presentar esta morfología, ya que parte de ellas proceden de la brotación de primavera del ciclo anterior. En este caso, son mucho más coriáceas y no suelen aparecer como brote vegetativo terminal. Se muestrearán hojas con un tamaño próximo al considerado normal dentro de la primera brotación, sin ser ni excesivamente grandes ni pequeñas. Deberán representar el estado nutritivo del árbol, por lo que no se tomarán hojas que presenten sintomatología de carencias más acusadas que las que se encuentran, por término medio, en el conjunto del árbol. Se rechazarán aquellas hojas con alteraciones, amarilleamentos excesivos y daños por ataques de plagas.

2.1.4. Epoca de muestreo

El período óptimo de muestreo es el comprendido entre septiembre y noviembre, cuando las hojas de la brotación de primavera han alcanzado una edad de 7 a 9 meses. En esta época, dichas hojas mantienen estable la concentración de elementos minerales a diferencia de lo que ocurre durante su desarrollo. No es conveniente efectuar el muestreo, al menos hasta que hayan transcurrido de 15 a 20 días desde el último abonado.

2.1.5. Situación de las hojas

Las hojas objeto de muestreo procederán de brotes vegetativos y terminales, es decir, que no tendrán fruto, ni tampoco se habrá desarrollado otra brotación sobre ellos. Dichos brotes estarán situados, aproximadamente, a la mitad de la altura del árbol y orientados en la dirección de los cuatro puntos cardinales. De cada uno de ellos se tomará la hoja situada en segunda o tercera posición comenzando por el extremo.

2.1.6. Tamaño de la muestra

Teniendo en cuenta que el número total de árboles seleccionados para el muestreo de una parcela homogénea oscila entre 25 y 50 y que se toman 4 hojas por árbol, el número normal de hojas que constituye la muestra debe estar comprendido entre 100 y 200, aunque puede oscilar moderadamente fuera de estos límites en función de las características del muestreo.

2.1.7. Transporte de las muestras

El transporte de las hojas conviene efectuarlo en bolsas de papel poroso, tela permeable o plástico perforado. No deben guardarse en recipientes herméticos o impermeables, que al impedir la evaporación de la humedad, provocan la podredumbre de las hojas. En la bolsa se marcará de forma clara la referencia de la parcela a la que corresponde la muestra.

Si las hojas están mojadas en el momento de su recogida, es conveniente secarlas con un papel absorbente antes de introducirlas en las bolsas.

Cuando sea necesario guardar las muestras durante un cierto tiempo, antes de su envío al laboratorio, se pueden mantener en un frigorífico a la temperatura de 1-4ºC. De cualquier forma, se recomienda que el tiempo transcurrido entre la toma de muestras y la recepción de éstas en el laboratorio, sea lo más corto posible.

3. Análisis de suelos

El análisis del suelo es un elemento indispensable para conocer las características, tanto físicas como químicas de éste, que afectan a la nutrición de la plantación. Las condiciones físicas del suelo, y especialmente la textura, nos informan de aspectos importantes relacionados con la movilidad del agua y la dinámica de los elementos fertilizantes. El análisis químico nos indica la riqueza en nutrientes del suelo y nos da una aproximación sobre aquellos elementos que se encuentran en forma asimilable por la planta. En su conjunto, el análisis del suelo también nos informa de aquellas características del mismo que son desfavorables o limitantes para el desarrollo del cultivo. Las tablas 5, 6, 7, 8, 9 y 10 muestran los niveles de los principales componentes del suelo, relacionados con la nutrición de los cítricos.

3. 1. PROCEDIMIENTO DE MUESTREO

Para la toma de muestras del suelo, la plantación deberá dividirse en parcelas con características edáficas homogéneas, en lo que se refiere a textura, fertilidad, color, profundidad de suelo, cte. También deberán diferenciarse aquellas parcelas que, aun teniendo un suelo semejante, estén sometidas a diferentes prácticas de cultivo, especial­mente en lo que se refiere al riego (localizado o inundación), manejo del suelo (laboreo o no cultivo) y fertilización.

En las parcelas que presentan características homogéneas, se tomarán, aproximadamente, de 10 a 15 submuestras de la capa superficial comprendida entre 0 y 30 cm de profundidad. Estas deberán localizarse en puntos, más o menos equidistantes, distribuidos por toda la superficie de la parcela. Una forma cómoda de efectuar el muestreo es siguiendo las diagonales de la parcela, tal como se muestra en la figura 3. Hay que hacer notar, que cuando el riego se realiza por inundación, es conveniente tomar las submuestras en las caes por donde se efectúa el riego (fig. 3). En los sistemas de riego localizado, se mantendrá la misma distribución, aunque la toma de submuestras se efectuará en el bulbo, en puntos intermedios entre el emisor y el límite de la zona húmeda del mismo.

Antes de efectuar la toma de tierra, se deberá eliminar de la superficie de cada punto de muestreo las piedras, hierbas u otros materiales ajenos al suelo que puedan dificultar dicha operación.

La extracción de la tierra puede efectuarse con diversos instrumentos. El más adecuado es una barrena terminada en punta de taladro (fig 4-A). Esta herramienta al penetrar en el terreno, extrae mediante un dispositivo adecuado, cilindros de suelo que conservan el perfil de la zona muestreada. En caso de no disponer de barrena, se puede excavar un hoyo de 30 cm de profundidad con ayuda de una azada, tal como se muestra en la figura 4-B. De éste, se extraerá una sección de suelo de la pared vertical, hasta la profundidad deseada. La extracción de muestras a una profundidad por debajo de los 30 cm, sólo es conveniente cuando exista algún problema que pueda limitar el desarrollo o funcionamiento del sistema radicular (estratos de arcilla compactada, costra caliza, etc.). Las muestras de este subsuelo nunca deberán mezclarse con las de la capa superficial.

3. 1. 1. Epoca de muestreo

El muestreo del suelo puede efectuarse en cualquier época del año. Unicamente se deberá tener la precaución de no tomar las muestras hasta que haya transcurrido un mes desde la última aplicación superficial de fertilizantes. En riego por goteo no es necesario contemplar esta observación, cuando los fertilizantes se aplican disueltos en el agua con un alto grado de fraccionamiento.

3.1.2. Manejo y transporte de las muestras

Las submuestras se desmenuzarán hasta dejar la tierra suelta y se eliminarán las piedras que contengan. Dichas submuestras se mezclarán íntimamente, separándose del conjunto una fracción representativa de aproximadamente 0. 5 a 1 kg de peso, que se utilizará como muestra definitiva para su análisis en el laboratorio.

Si la tierra está excesivamente húmeda, es conveniente dejarla secar al sol. Posteriormente, si queda apelmazada, se triturará lo más finamente posible y se desecharán las piedras antes de efectuar la mezcla de las submuestras, previamente a su envío al laboratorio de análisis.

Las muestras de suelo se introducirán en bolsas limpias de papel impermeabilizado o plástico, indicando en cada una de ellas, con la mayor claridad posible, la referencia de la parcela y la profundidad a la que se ha tomado dicha muestra.

4. Análisis de aguas

La calidad del agua de riego afecta a la nutrición de los cítricos tanto por su contenido de elementos nutritivos en solución como por la presencia de iones tóxicos para la planta. Entre los primeros, caben destacar por su importancia, los nitratos que pueden encontrarse en concentraciones elevadas en algunas aguas subterráneas y constituir una importante fuente de nitrógeno. Algunos cationes como el Ca2+ y Mg2+ pueden suponer un aporte significativo de estos elementos al suelo, cuando se encuentran en proporciones altas en el agua. Entre los elementos tóxicos para la planta que puede contener el agua de riego, destacan los iones cloruro y sodio, que generalmente son los causantes de su salinidad. La presencia de boro en el agua de riego puede provocar también una importante toxicidad en los cítricos. La tabla 11 muestra los niveles de los principales elementos que se determinan en los análisis de agua, en función de su repercusión sobre los cítricos. Cuando los contenidos en sales o elementos tóxicos en el agua de riego se consideran bajos, ésta puede utilizarse sin ninguna restricción. Las concentraciones que se encuentran en los intervalos definidos como moderados, indican que el agua de riego debe utilizarse con precaución en patrones o variedades sensibles, donde puede causar daños leves. Los niveles altos advierten que existe un claro riesgo de toxicidad para el cultivo de los cítricos si se utiliza este agua para el riego.

En el caso del nitrato, las concentraciones consideradas altas, indican una elevada contaminación del agua por este ión y deben tomarse medidas para reducir el aporte de abonos nitrogenados.

*RAS o relación de absorción de sodio indica el efecto desfavorable de este ión sobre la estructura del suelo y la conductividad hidráulica. Este índice se calcula a partir de las concentraciones de Na+, Ca2l+ y Mg 2+ en meq/l.

4. 1. PROCEDIMIENTO PARA LA TOMA DE MUESTRAS DE AGUA DE RIEGO

Para transportar las muestras de agua de riego se utilizarán recipientes limpios de cristal o plástico, con cierre hermético, de aproximadamente 1 litro de capacidad. Si el agua procede de un canal, debe tomarse cuando está en circulación por el mismo, y nunca cuando se encuentra estancada. Es importante recoger la muestra cuidadosamente para evitar, en lo posible, la presencia de elementos sólidos en suspensión. Cuando el agua proviene de un pozo, es conveniente que, antes de proceder a la toma de la muestra, la impulsión se mantenga en marcha durante unos minutos, hasta que el agua emerja clara.

Capacidad de intercambio cationico de un suelo

Capacidad de intercambio cationico de un suelo

Todos los cationes adsorbidos en el complejo arcillo-húmico (complejo de cambio) pueden ser intercambiados por otros contenidos en la solución del suelo, de forma que entre ambos medios existe un permanente equilibrio de cationes.
Una reacción típica de intercambio catiónico, entre el potasio y el calcio, podría ser la de la figura 5.2.

CAPACIDAD DE INTERCAMBIO CATIÓNICO (CIC)

Refleja la cantidad de cationes que pueden ser retenidos por los suelos, expresada en miliequivalentes (meq)/100 g de suelo, aunque en la actualidad se utiliza la unidad cmolc/kg. A medida que la CIC es más elevada la fertilidad del suelo aumenta. Sus valores pueden oscilar entre:

• Suelos arenosos……………………5 meq/100
• Suelos francos ………………..5-15 meq/100
• Suelos arcillosos …………….15-25 meq/100

Los cationes que integran la CIC deben es-tar comprendidos entre unos límites porcentuales establecidos, si se quiere que el suelo funcione adecuadamente. Estos límites son:

• Ca …………………………..60-80% de la CIC
• Mg …………………………..10-20% de la CIC
• K ………………………………..2-6% de la CIC
• Na ………………………………0-3% de la CIC

Un exceso de calcio cambiable puede interferir la asimilación de magnesio y de potasio.
La relación óptima Ca/Mg debe estar alrededor de 5. También, un exceso de potasio puede interferir la absorción de magnesio. La relación óptima K/Mg debe estar entre 0,2 y 0,3.
Un elementoes asimilable cuando seencuentra en estado soluble en la solución del suelo o cuando está incorporado al enjambre de iones fijados por el complejo de cambio; y no es asimilable cuando es inmóvil y está precipitado formando parte de una molécula sólida mineral u orgánica.

INTERCAMBIO CATIÓNICO DE UN SUELO

En la dinámica de intercambio catiónico de un suelo influyen distintos factores:
• La cantidad de cationes retenidos. En suelos muy pobres es preciso realizar inicialmente una elevada aportación de abonos, cuyos iones son retenidos fuertemente por el complejo, para permitir que abonados de mantenimiento, más modestos, puedan actuar.
• La fuerza de retención de los cationes de cambio. No todos los cationes son adsorbidos con la misma intensidad. La energía de fijación sigue el siguiente orden:
H+ >Ca2+> Mg2+ >K+ > NH4+> Na+
• Los componentes coloidales del suelo. La capacidad de adsorción de las arcillas y el humus condiciona la intensidad del intercambio.

pH de un suelo

pH de un suelo

Mide la actividad de los H+ libres en la solución del suelo (acidez actual) y de los H+ fijados sobre el complejo de cambio (acidez potencial). La acidez total del suelo es la suma de las dos, porque cuando se produce la neutralización de los H+ libres se van liberando H+ retenidos, que van pasando a la solución del suelo.

El pH puede variar desde 0 a 14 y de acuerdo con esta escala los suelos se clasifican en:

• Suelos ácidos ………………..pH inferior a 6,5
• Suelos neutros…………….pH entre 6,6 y 7,5
• Suelos básicos………………pH superior a 7,5

Los suelos tienen tendencia a acidificarse. Primero se descalcifican, ya que el calcio es absorbido por los cultivos o desplazado del complejo de cambio por otros cationes y emigra a capas más profundas con el agua de lluvia o riego. Después, lo normal, es que los iones H+ ocupen los huecos que dejan el Ca 2+ y el Mg 2+ en el complejo. Los abonos nitrogenados, en su mayoría, ejercen una acción acidificante sobre el suelo. También acidifican el suelo los ácidos orgánicos excretados por las raíces de las plantas.


En España, los suelos del norte y de la parte más occidental son ácidos y el resto, que son la mayoría, básicos.

INFLUENCIA DEL pH EN EL SUELO

Un suelo con fuerte acidez es pobre en bases (calcio, magnesio, potasio), la actividad de los microorganismos se reduce y el fósforo disponible disminuye, al precipitarse con el hierro y el aluminio. Los micronutrientes, excepto el molibdeno, se absorben mejor en este tipo de suelos. Un suelo con fuerte basicidad presenta un alto contenido de bases de cambio, pero la presencia de un elevado contenido de carbonato de calcio bloquea la posible absorción de fósforo y de la mayor parte de los micronutrientes. La neutralidad en su sentido más amplio (6,6 ≤pH ≤7,5) es una condición adecuada para la asimilación de los nutrientes y para el desarrollo de las plantas. Ahora bien, algunas como la patata, las pratenses y el centeno prefieren una ligera acidez, mientras que otras como el tomate, el pimiento, la alfalfa y la remolacha prefieren suelos con pH ligeramente elevado. El poder tampón de un suelo refleja la mayor o menor facilidad que tiene un suelo para modificar su pH, y en gran parte depende de la textura. Los suelos arcillosos presentan una elevada resistencia, es decir, tienen un fuerte poder tampón.

La capacidad de campo de un suelo

LA CAPACIDAD DE CAMPO DE UN SUELO

Humedad sueloDespués de una lluvia abundante el agua llega a ocupar todos los poros del suelo. Se dice entonces que el suelo está saturado. A continuación, el agua tiende a moverse por gravedad hacia el subsuelo, hasta llegar a un punto en que el drenaje es tan pequeño que el contenido de agua del suelo se estabiliza.
Cuando se alcanza este punto se dice que el suelo está a la Capacidad de Campo (C.C.). Buena parte del agua retenida a la C.C. puede ser utilizada por las plantas, pero a medida que el agua disminuye se llega a un punto en que la planta no puede absorberla. En este estado se dice que el suelo está en el punto de marchitez. La diferencia entre la C.C. y el punto de marchitez representa la fracción de agua útil (disponible) para el cultivo.
Los valores de la C.C. y del punto de marchitez pueden expresarse en porcentajes de peso de suelo seco. Así, una capacidad de campo del 27% significa que 100 g de tierra seca retienen 27 g de agua, y una marchitez del 12% significa que, cuando se alcanza la marchitez de la planta, el suelo tiene 12 g de agua por 100 g de tierra seca. El agua útil (disponible) por la planta sería, pues, 15 g de agua por 100 g de tierra seca.
Cuanto más fina es la textura mayores son los porcentajes de agua en el suelo, tanto a la C.C. como en el punto de marchitez. Una buena estructura del suelo también aumenta la fracción de agua útil.

AGUA DEL SUELO

Es indispensable para las plantas no sólo como alimento, ya que es su componente esencial, sino también para reponer las pérdidas que por evapotranspiración se producen durante el ciclo vegetativo. En el suelo, el agua disuelve los elementos nutritivos que absorben las plantas a través de la solución del suelo.
Con un buen manejo del agua en los riegos, se puede conseguir un importante ahorro de agua y de nutrientes, sobre todo nitrógeno, disminuyendo sus pérdidas por lixiviación. Entre las prácticas aconsejables se citan:

  •   En suelos arenosos se deben efectuar riegos frecuentes y con dosis menores que en suelos arcillosos.
  •   Se debe ajustar el intervalo de riego y las dosis a las necesidades hídricas del cultivo a lo largo de su ciclo.
  •   No se deben aplicar dosis altas de riego en los días posteriores a la aplicación de abonos nitrogenados.

El agua de riego puede contener nitrógeno y otros nutrientes y contaminantes. Es absolutamente necesario conocer el contenido de estos nutrientes en el agua de riego para reducir su cuantía en la fertilización y poner en práctica medidas que minimicen o anulen los posibles efectos contaminantes.
En la tabla 3.1 se indica la cantidad de nitrógeno que puede aportarse al suelo por el agua de riego en función de su contenido en nitratos y del volumen de agua utilizado a lo largo del cultivo.

El agua puede contener también potasio y magnesio. Los contenidos de estos dos elementos aportados por el agua de riego también deben considerarse en el momento de calcular la fertilización.
La aplicación de los fertilizantes mejora el aprovechamiento del agua por los cultivos pues aumenta su resistencia a la sequía, regula su transpiración y permite que las plantas necesiten un menor volumen de agua para formar su materia seca.

Fuente:

GUÍA PRÁCTICA DE LA FERTILIZACIÓN RACIONAL DE LOS CULTIVOS EN ESPAÑA

Indemnizaciones por expropiacion

Indemnizaciones por expropiacion

Real Decreto Legislativo 1492/2011. Indemnizaciones

Se indemniza la facultad de participar, siempre que se den los siguiente requisitos:

  • Que estén incluidos en el ambito de gestión de la Unidad de Ejecución.
  • Que no se pueda llevar a cabo la facultad de urbanizar los mismos al modificarse sus condiciones urbanisticas.
  • Que se puedan llevar a cabo con anterioridad al inicio de la actuación expropiatoria.
  • Que no sea consecuencia de incumplimiento de sus deberes.

El valor del suelo urbanizable sin haberse iniciado su desarrollo (suelo rural) será: 

Calculo de indeminzación

(Valor del suelo urbanizado – Valor del suelo rural) x 0,10

Valor del suelo urbanizable

(Valor del suelo rural + Indemnización)

El valor del suelo urbanizable cuando se ha iniciado su desarrollo (suelo rural) será: 

Calculo de indeminzación

1. (Gastos incurridos + Indemnizaciones + Prima de riego (Anexo IV) + Tasa libre de riesgos (Banco de España)

2.- Con obras iniciadas

Valor del suelo urbanizable

(Valor del suelo rural + Indemnización)

Valoración de las edificaciones.

Se entenderá por edificación y construccione todas aquellas obras de nueva construccion, ampliación o reforma, excepto cuando sean de escasa entidad.

Solo se tasarán cuando se ajusten a la legalidad (se adecuan al planeamiento y a la licencia), no entendiendo por tal el transcurso del plazo de prescripción.

En suelo rural: cuando se ajusten a la legalidad se tasan con independencia de los terrenos y no se hayan tenido en cosideración como mejoras permanentes.

En suelo urbanizado: Cuando se ajusten a la legalidad se tasan conjuntamente con el suelo.

Valoración de las instalaciones.

En suelo rural: las instalaciones son de dos tipos.

  1. Las necesarias para la actividad económica desarrollada, se valoran conjuntamente con el suelo.
  2. Las innecesarias para la actividad económica desarrollada, se valoran independientemente del suelo

En suelo urbanizado: Cuando se ajusten a la legalidad se tasan conjuntamente con el suelo.

Valoración de los gravámenes y cargas.

Se deducen del valor del derecho de propiedad:

  1. Los derechos limitativos del pleno dominio (alquileres, rentas)
  2. Los derechos de arrendamiento que imposibiliten alcanzar la rentabilidad normal del mercado, con una excepción (Los alquileres no protegidos por la legislación arredaticia y en consecuancia responden al funcionamiento libre del mercado, no serán considerados en ningún caso como cargas que detraigan valor del derecho de propiedad).

Calculo de las indeminaciones arrendaticias

Arrendamientos rústicos y aparcerias (disminuye el valor)

Arrendamientos urbanos (aumenta el valor).

Valoración de las infraestructuras

Las infraestructuras y servicios públicos de interés general supramunicipal, tanto si estuviesen previstos por la ordenación territorial y urbanistica como si fueran de nueva creación, se determinará su valoración según la situación básica de los terrenos en los que situan o por los que discurran de conformidad a los expuesto por la legislación estatal del suelo.