Malas hierbas y plantas fanerogamas
Son plantas espontáneas que no precisan parasitar a otro vegetal para vivir pero que su desarrollo conlleva una competencia en nutrientes, luz, espacio útil y agua.
Las malas hierbas pueden permitir la permanencia de diferentes plagas y enfermedades latentes en el suelo, contribuyendo a su propagación.
Bien gestionadas, las malas hierbas pueden convertirse en nichos ecológicos, donde los enemigos naturales se encuentren en equilibrio con las plagas y sean fuente de diversidad biológica para nuestro cultivo.
Por su forma de reproducción se clasifican en:
- • Reproducción por semillas
- • Reproducción por semillas y por brotación de órganos vegetativos
- • Reproducción por brotación de órganos vegetativos
Por su ciclo vital se clasifican en:
- • Anuales
- • Bianuales
- • Perennes
Por su comportamiento ante los herbicidas:
- • De hoja estrecha: su estructura morfológica permite una mayor protección frente a la acción de los herbicidas.
- • De hoja ancha: más sensible a la acción de los herbicidas.
- Las malas hierbas segregan unas sustancias químicas que pueden tener efectos nocivos para el cultivo instalado, llamadas alelosubstancias (alelopatinas) favoreciendo una pérdida de productividad.
Las plantas fanerógamas (parásitas) no disponen de clorofila y precisan parasitar a otros vegetales verdes para poder asimilar el carbono, ya que no pueden realizar la fotosíntesis.
El sistema de parasitismo es muy variado:
- • Unión por la parte aérea, como la cuscuta, cuyos tallos filamentosos aprisionan a las plantas chupando de sus tejidos.
- • Unión por las raíces, como es el caso del jopo de las habas y el girasol.