Desinfeccion de suelo agricola con plasticos solarizacion

Desinfeccion de suelo agricola con plasticos solarizacion

Reproducción del magnifico articulo de Barakat Abu Irmaileh para la FAO

INTRODUCCIÓN

Antes de que hubiera una disponibilidad general de plaguicidas a fines de la década de 1940, la desinfestación del suelo por medio del calor, el vapor o el agua caliente era una práctica usada desde muy antiguamente y bien conocida para controlar las plagas del suelo (Newhall, 1955; Baker, 1962). La elevación de la temperatura del suelo hasta 60 °C por medio de la inyección de vapor durante 30 minutos ha sido una recomendación común entre los métodos usados para el control de las plagas del suelo (Brazelton, 1968).

La solarización del suelo es un término que se refiere a la desinfestación del suelo por medio del calor generado de la energía solar capturada. La captura de energía solar para elevar la temperatura del suelo con este propósito es una actividad que se remonta a tiempos lejanos. Grooshevoy (1939) experimentó con la solarización del suelo en el Cáucaso en 1938; obtuvo un control efectivo de organismos patogénicos del suelo capturando energía solar bajo parcelas frías sujetas a la luz solar directa antes de la siembra, por períodos suficientes para elevar hasta 40-60 °C la temperatura de la capa superior del suelo (hasta una profundidad de 10 cm); así obtuvo el control de la pudrición negra de las raíces de las plántulas de tabaco causada por Thielaviopsis basicola.

La solarización del suelo es un proceso hidrotérmico que tiene lugar en el suelo húmedo el que es cubierto por una película plástica y expuesto a la luz solar durante los meses más cálidos. El proceso del calentamiento solar del suelo es conocido como solarización del suelo y abarca un complejo de cambios físicos, químicos y biológicos del mismo asociados con el calentamiento solar y tiene valor como una alternativa al uso de ciertos productos químicos para la agricultura que serán radiados del uso agrícola. La solarización del suelo es un proceso de cobertura que tuvo sus orígenes en las épocas tempranas de la agricultura cuando esta práctica fue usada para cubrir el suelo y las plantas con materiales orgánicos e inorgánicos para formar una barrera protectiva contra las heladas. El suelo así calentado fue usado para aumentar el crecimiento de las plantas y la cobertura también fue utilizada para limitar la evaporación de agua del suelo, para controlar malezas, para mejorar la estructura del suelo y para combatir la erosión (Lai, 1974; Waggoner et al., 1960; Burrows y Larson, 1962).

Cuando se comenzaron a usar las coberturas de plástico el polietileno fue considerado ideal para el calentamiento solar en razón de que es básicamente transparente a la radiación solar (280-2 500nm) extendiéndose hasta el extremo infrarrojo, pero menos transparente a la radiación terrestre (5 000- 35 000 nm) reduciendo el escape de calor del suelo. El polietileno es un derivado petroquímico y su costo está directamente relacionado con su espesor. Las películas de polietileno han sido usadas con buenos resultados en la solarización del suelo.

CONVERSIÓN DE LA RADIACIÓN SOLAR EN CALOR BAJO LA COBERTURA

Durante la solarización del suelo, la radiación solar recibida penetra a través de la película plástica y es absorbida por el suelo. La mayor parte de la radiación absorbida es convertida en calor. Dado que todos los objetos por encima del cero absoluto emiten calor, tanto la cantidad como la calidad de la energía radiante emitida por el suelo dependen de la temperatura del mismo. De acuerdo a la ley de Stephan, la cantidad de radiación emitida es función de la cuarta potencia de la temperatura absoluta: Q= e dT4, donde:

Q= cantidad de energía radiada en calorías
d = constante de Stefan-Boltzman (8,132 X 10-11 cal/cm2/min.gr K4)
T = temperatura absoluta en grados Kelvin

La longitud de onda de la radiación emitida por cualquier objeto también está influenciada por la temperatura. De acuerdo a la ley de Wein, la longitud de onda de la radiación emitida es inversamente proporcional a la temperatura del objeto (ë á 1/T). Por lo tanto, la radiación solar es emitida a longitudes de onda más cortas comparadas con las emitidas por la tierra (99 por ciento de la radiación solar está comprendida entre 150-4 000 nm, mientras que la radiación terrestre es emitida a cerca de 10 000 nm, 99 por ciento de la radiación del suelo es emitida entre 400 -100 000 nm (IR larga) (Salisbury y Ross, 1980). Por lo tanto, la radiación solar puede fácilmente penetrar la cobertura de plástico pero la radiación emitida por el suelo (normalmente a una longitud de onda más larga) no puede pasar a través de esa cobertura. Consecuentemente, la mayor parte de esa radiación será retenida debajo de la cobertura plástica. Durante este proceso la temperatura del suelo podría elevarse a niveles letales para muchos de los organismos del suelo, incluyendo patógenos de las plantas y malezas.

ACCIÓN SELECTIVA CONTRA LOS ORGANISMOS DEL SUELO

La eficiencia de la solarización del suelo para controlar las plagas del suelo es función de las relaciones entre el tiempo y la temperatura y se basa en el hecho que muchos patógenos de las plantas, las malezas y otras plagas, son mesófilos. En el caso de estos organismos mesófilos, es crítico un umbral de temperatura de 37 °C; la acumulación de los efectos del calor a esta o a temperaturas más altas durante un cierto tiempo, es letal. Al aumentar la temperatura se requiere menos tiempo para alcanzar una combinación letal de tiempo y temperatura. Por ejemplo, a 37 °C, la temperatura letal de exposición (LD90 para muchos hongos mesófilos) puede requerir de dos a cuatro semanas, mientras que a 47 °C entre una y seis horas de exposición resultarán en un LD90 (De Vay, 1990).

Las temperaturas que comúnmente se alcanzan con la solarización del suelo oscilan entre 35-60 °C, dependiendo de la profundidad del mismo; por ejemplo, llegan a más de 45 °C en la capa de los 15 cm superiores del suelo, en el verano, en el valle de San Joaquín (Stapleton, 1990). Muchas plagas del suelo son bien controladas con cuatro a ocho semanas de solarización en la capa de 10-30 cm (zona radical).

Las temperaturas que se obtienen con la solarización del suelo son consideradas moderadas comparadas con las del tratamiento del suelo con vapor (Baker, 1962; Stapleton y De Vay, 1986). En consecuencia, la solarización del suelo es más selectiva en relación con la biota termofílica y termotolerante y los actinomicetos pueden sobrevivir e incluso prosperar bajo la solarización del suelo (Gamliel et al., 1989; Stapleton, 1981). Los efectos letales de la solarización del suelo son más acentuados en los microorganismos que no son buenos competidores del suelo. Muchos patógenos están incluídos en este grupo desde el momento que tienden a tener requerimientos fisiológicos especiales tales como una mayor adaptación a la coexistencia con las plantas hospedantes (Stapleton y De Vay, 1986); esto da lugar a cambios en la población, favoreciendo especies termotolerantes como Bacillus spp., pseudomonadas fluorescentes y hongos termotolerantes (Gamliel et al., 1989; Stapleton, 1981) y puede suprimir patógenos permitiendo la recolonización (después de una posible declinación inicial de su población) por parte de microorganismos que son más competitivos y a menudo antagonistas de los patógenos y plagas de las plantas. Los hongos antagonistas Trichederma harzianum colonizaron agresivamente suelos solarizados (Katan, 1981). La mayor parte de los microorganismos tolerantes a la solarización son conocidos como agentes de control biológico o estimulantes del crecimiento de las plantas (Baker y Cook, 1974).

MODO DE ACCIÓN PROPUESTO

Si bien la solarización del suelo es aparentemente un método muy simple, su modo de acción es complejo y puede ser descrito por sus efectos físicos, químicos y biológicos.

Los organismos del suelo son destruídos directa o indirectamente por las temperaturas a las que se llega durante el calentamiento solar del suelo húmedo bajo películas de polietileno que limitan el escape de gases y vapor de agua del suelo. La sensibilidad de algunos organismos a las altas temperaturas está relacionada con pequeñas diferencias en macromoléculas que llevan a un incremento de los enlaces intramoleculares con pequeños cambios en los enlaces-H, los enlaces iónicos y los enlaces de disulfitos (Brock, 1978). Los lípidos insaturados (que tienen un punto de fusión más bajo) en las membranas de los organismos mesofíticos hacen que sean más sensibles a las altas temperaturas durante la solarización del suelo que las especies termotolerantes. La sensibilidad de los organismos al calor está relacionada con un límite superior de la fluidez de las membranas, más allá del cual su función se reduce (Sundarum, 1986). Se encontró que la curva termal letal para los hongos patógenos es de tipo logarítmico (Pullman et al., 1981). Los organismos termotolerantes y termofílicos del suelo por lo general sobreviven al proceso de solarización del suelo (Brock, 1978; Stapleton y De Vay, 1984).

La declinación térmica de los organismos del suelo durante el proceso de solarización depende de la humedad y de la temperatura del suelo y del tiempo de exposición, los cuales están inversamente relacionados. La humedad del suelo es una variable crítica en todo el precoso de solarización del suelo. La humedad hace que los organismos sean más sensibles al calor; además, la transferencia de calor a las semillas de las malezas es incrementada por la humedad. Dado que la solarización es un proceso hidrotérmico y que su éxito depende de la humedad disponible para una mayor transferencia de calor, el calor máximo que alcanzan los suelos se incrementa con el aumento de la humedad de los mismos (Mahrer, 1979). Las actividades celulares de las semillas y el crecimiento de los microorganismos del suelo son favorecidos por la humedad del suelo, haciéndolos más vulnerables a los efectos letales de las altas temperaturas del suelo asociadas a la solarización del mismo.

La interacción entre las temperaturas y la humedad del suelo promueve el ciclo del agua en el suelo durante la solarización. Las capas superiores del suelo (5 cm superiores) tienen una marcada fluctuación diurna de la temperatura, enfriándose durante la noche y calentándose a altas temperaturas durante las horas de sol. Esta fluctuación diurna causa que la humedad en las capas superiores del suelo descienda durante el día como resultado de la radiación solar, mientras que de noche baja la temperatura de las capas superiores causando un movimiento ascendente de la humedad. A medida que la solarización del suelo se profundiza, el movimiento de la humedad es más pronunciado cambiando la distribución de las sales y mejorando la estructura del suelo. Se ha informado de una reducción de la salinidad del suelo como resultado de su solarización (Abdel-Rahim et al., 1988). Para maximizar este efecto en el suelo, la pre-irrigación al inicio de la solarización debería alcanzar una profundidad de 60-75 cm. Además, la eficiencia de la solarización también está influenciada por el tipo, el color, la estructura, la humedad, el contenido de materia orgánica y el espesor del suelo y la transmisión de la luz del material de cobertura (película de plástico), la temperatura del aire, el largo del día, la intensidad de la luz solar, la extensión del calentamiento, la sensitividad de los patógenos y las plagas al calor, la historia de cultivos y otros componentes de la ecología del suelo (Katan, 1987; Stapleton y De Vay, 1986).

El calor generado en el suelo por la radiación solar y la consecuente muerte de las plagas abarcan los principios fundamentales de la solarización del suelo. Sin embargo, el incremento de nutrientes de las plantas y el aumento relativo de las poblaciones bacterianas en la rizosfera tales como Bacillus spp. (Stapleton y De Vay, 1984) que contribuyen al marcado aumento en el crecimiento, el desarrollo y el rendimiento de las plantas en suelos solarizados, son componentes importantes de la solarización del suelo (Katan, 1985; Stapleton y De Vay, 1986).

La mayor disponibilidad de nutrientes minerales que hay después de la solarización del suelo está mayormente relacionada con la fracción orgánica tales como NH4-N, NO3-N, P, Ca y Mg, como resultado de la muerte de la microbiota (Baker, 1962, Chen y Katan, 1980; Stapleton et al., 1990; Stapleton et al., 1985). Los elementos P, K, y Ca, y algunos Mg extraíbles han sido encontrados en mayores cantidades después de la solarización del suelo (Stapleton et al., 1985). La liberación de compuestos del N (vapor o líquido) es un componente del modo de acción ya que una mayor concentración de N reducido se nitrificará después de la solarización del suelo para proporcionar NO3 para un mayor crecimiento de las plantas (Stapleton et al., 1990).

La concentración de cada elemento es función del pH del suelo y de los microorganismos nitrificantes (Hasson et al., 1977). Las altas temperaturas que alcanzan los suelos ricos en materia orgánica pueden matar buena parte de la microbiota, incluyendo los organismos nitrificantes y favoreciendo la acumulación de NH4-N. Por otro lado, las bajas temperaturas del suelo en los suelos con bajo contenido de materia orgánica permitirán la sobrevivencia de la biota del suelo y promoverán condiciones aeróbicas con una mínima liberación de compuestos nitrogenados dando lugar a la nitrificación y pérdida de N del suelo, ya que el NO3 es fácilmente lixiviado.

SOLARIZACIÓN Y BIOFUMIGACIÓN

La solarización del suelo también incluye cambios en los compuestos volátiles del suelo (Stapleton y De Vay, 1986). Diferentes tipos de materia orgánica tales como el abono animal y los residuos de los cultivos podrían ser combinados con la solarización del suelo para hacer la biofumigación de modo de incrementar la temperatura del suelo por medio del calor generado por la descomposición de esos materiales y de incrementar la capacidad del suelo de mantener calor (Gamliel y Stapleton, 1993). Durante el proceso de solarización, cuando se calienta la materia orgánica se liberan compuestos volátiles biotóxicos (Stapleton, 1997). Los correctores orgánicos, especialmente los residuos vegetales y los abonos animales aumentan la actividad biocida de la biofumigación por medio de la producción de compuestos volátiles que emanan de la descomposición de los materiales orgánicos (Gamliel y Stapleton, 1993, 1997). Muchos compuestos volátiles biotóxicos se producen durante la descomposición de residuos de repollos, específicamente durante las tres primeras semanas de la solarización del suelo (Gamliel y Stapleton, 1993a).

El tratamiento del suelo con fertilizantes orgánicos e inorgánicos basados en el NH4 y/o la solarización del suelo tuvieron actividad contra poblaciones naturales de Pythium ultimum y Meloidogyne incognita. La combinación de fertilizantes con solarización del suelo redujo, en algunos casos la población de Verticillium dahliae. El composto de gallinaza a razón de 5 381 kg/ha redujo significativamente Pythium sp. y cuando fue combinado con calor (42 °C) la población de Pythium fue erradicada (Stapleton et al., 1990).

TÉCNICAS DE SOLARIZACIÓN DEL SUELO, OPORTUNIDADES Y LIMITACIONES

La solarización del suelo se lleva a cabo por lo general en los períodos más cálidos del año. El proceso incluye una adecuada preparación del suelo para el cultivo normal, o sea que el suelo debería ser regado y labrado siempre que su estructura lo permita. Los terrones grandes deben ser rotos y las piedras, malezas, restos vegetales y cualquier objeto que pueda romper la película de cobertura deben ser removidos del terreno. La superficie del suelo deberá ser entonces afinada y muy bien nivelada antes de cubrirla con la cobertura. Las películas de plástico de las especificaciones deseadas se colocan a mano o a máquina con los bordes firmemente enterrados alrededor del área tratada. El plástico se coloca cubriendo en forma total o en fajas donde estarán en el futuro los surcos. Si se utiliza maquinaria pesada para colocar el plástico el suelo debe estar seco a fin de evitar su compactación. El riego adicional puede ser necesario cada dos o tres semanas a fin de mantener el suelo húmedo durante el período de solarización (en muchos lugares se recomienda un período de seis semanas, p. ej. Jordania). El riego después de la colocación de la película puede ser hecho mediante líneas de riego por goteo o por surcos, instalados o hechos antes de colocar el plástico. Los agricultores en el valle central de Jordania por lo general riegan dos veces por semana pero en cantidad limitada. En total y en promedio, aplican 103 m3 por cada 500 m2 (equivalente a alrededor de 2 000 m3/ha) en todo el período de 40 días. Esta es casi la misma cantidad que se aplica con el bromuro de metilo. Las películas de plástico pueden ser removidas antes de la siembra o el plástico puede permanecer en el suelo como cobertura para el siguiente cultivo sembrando o trasplantando a través de los huecos perforados en el plástico. En este caso se utiliza la solarización con plástico negro.

La solarización del suelo es un método que no usa plaguicidas, no es peligroso para el usuario y no transmite residuos tóxicos al consumidor; además es fácil instruir a los agricultores sobre su forma de aplicación. Los productos estarán libres de plaguicidas (si no se utilizan otros plaguicidas) y pueden obtener altos precios en el mercado. Puede ser integrado con el Manejo Integrado de Plagas (MIP) y controla muchas plagas del suelo. La solarización del suelo puede ser hecha manualmente o por medio de máquinas y por ello es adecuada tanto para países en desarrollo como para países desarrollados.

La relación costo/efectividad de la solarización del suelo debería tener en consideración los efectos a corto y largo plazo del tratamiento sobre el agrosistema (manejo de las plagas del suelo, incremento de rendimientos, mejoramiento del nivel de nutrientes del suelo y de otras características del suelo) así como las oportunidades que la solarización del suelo puede ofrecer para un control económico de las plagas. Algunas de esas oportunidades son señaladas por Elmore (1990), como sigue:

  • en un cultivo para el que no hay disponibles plaguicidas en razón de su falta de registro, disponibilidad, tolerancia del cultivo, peligro de aplicación o costo;
  • en un cultivo en el cual los problemas de las plagas no permiten su control por otros medios;
  • en los casos en que más de un problema puede ser resuelto por medio de la solarización del suelo;
  • cuando un cultivo es hecho en forma «orgánica»;
  • cuando la solarización del suelo puede cambiar la secuencia de los cultivos o los cultivos, para incrementar los rendimientos en la misma área o mantener los rendimientos en áreas menores;
  • en un cultivo en el cual el vigor de las plántulas y un rápido crecimiento significan una ventaja;
  • competencia en los mercados donde los alimentos «orgánicos» compiten con productos producidos convencionalmente y tratados con plaguicidas;
  • mejor impacto ambiental.

Sin embargo, la solarización del suelo también presenta limitaciones y dificultades. Puede ser usada solo en ciertas épocas y en climas cálidos y el suelo tiene que estar libre de cultivos durante el período de solarización. Puede ser menos efectiva en regiones templadas o frías y podría ser más costoso y su aplicabilidad está limitada a ciertos sistemas, por ejemplo, huertos de hortalizas y frutales y no es aplicable en cultivos en grandes extensiones, de secano o en ambientes áridos o semiáridos.

Otras limitaciones incluyen:

  • la necesidad de tener los campos de producción libres de cultivos por períodos relativamente largos (1-2 meses) durante los meses de verano;
  • escasez de agua de riego suplementaria durante el período de solarización;
  • la sobrevivencia de patógenos en las capas más profundas del suelo;
  • la posible contaminación causada por los residuos de plástico después que ha finalizado el tratamiento;
  • la falta de maquinaria adecuada para la aplicación de la cobertura en gran escala en los países en desarrollo;
  • algunas plagas son de difícil control o no son controladas por este tratamiento;
  • entre las fajas solarizadas no hay control de plagas en los surcos;
  • los vientos fuertes o los animales pueden romper la película de cobertura.

SOLARIZACIÓN Y MANEJO DE PLAGAS

Se han hecho varios estudios sobre la efectividad de la captura de la energía solar por medio de la cobertura de polietileno de suelos húmedos durante los períodos de más altas temperaturas del aire y buena radiación solar de modo de incrementar suficientemente la temperatura del suelo y matar las plagas (Katan et al., 1976; Braun, 1987; Abu-Irmaileh, 1991; Chen y Katan, 1980). La solarización del suelo ha demostrado ser efectiva, ambientalmente segura y aplicable a varias situaciones agrícolas para el control de diferentes plagas del suelo, incluyendo fitopatógenos y malezas. Se han llevado a cabo dos conferencias internacionales sobre solarización del suelo y sus actas cubren distintos aspectos de la solarización del suelo, sus aplicaciones y sus limitaciones (De Vay, Stapleton y Elmore, eds., 1991; Stapleton, De Vay y Elmore, eds., 1997)

La marchitez de varios cultivos causada por Verticillium y Fusarium así como otras enfermedades de las plantas han sido exitosamente controladas por medio de la solarización del suelo. Sin embargo, el éxito ha sido pobre en el control de otros patógenos, incluyendo especies de Pythium, Fusarium, Sclerotium rolfsii y algunos patógenos tolerantes al calor (Stapleton y De Vay, 1986). La solarización del suelo posterior a la plantación controló la marchitez del pistacho causada por Verticillium sp. (Ashwoth y Gaona, 1982).

Poblaciones de nematodos del suelo han sido sensiblemente reducidas por medio de la solarización (Stapleton y De Vay, 1996; Abu Gharbieh et al., 1990). Poblaciones de Pratylenchus thornei fueron sensiblemente disminuídas por la solarización (Greco et al., 1990). La solarización adicional de un suelo arenoso mejoró los resultados del control de Meloidogyne hecho con nematicidas sistémicos (Osman, 1990).

Comparado con el polietilieno claro, el polietileno negro conteniendo negro de humo absorbe la radiación solar y así reduce el calentamiento del suelo en varios grados. El promedio máximo de las temperaturas en todo el período de la solarización a 10 cm de profundidad fue de 46,2 °C y de 45,7 °C bajo una película de 0,06 mm de CPE y BPE, respectivamente, y de 41,8 °C en un suelo sin cobertura (Barakat, 1987). Películas más finas fueron más efectivas para calentar el suelo y más eficientes del punto de vista económico (Stapleton y De Vay, 1986). En suelos cubiertos con polietileno claro (CPE) la temperatura más alta a 10 cm de profundidad fue de 52,4 °C bajo una película de CPE de 0,04 mm de espesor y de 47,9 °C bajo una película de 0,08 mm de CPE durante el período 12 agosto-16 octubre 1986 en el valle del Jordán (Abu-Irmaileh, 1991a,b). Sin embargo, la cobertura de polietileno negro es más estable y durable en condiciones de campo (Anónimo, 1984; Dubois, 1978; Hancock, 1988; De Vay, 1990). La cobertura de los suelos con polietileno negro redujo la población de muchos patógenos del suelo tales como la marchitez del tomate y el enanismo de los frijoles causados por Sclerotium rolfsii (Reynolds, 1970); la caída de la cabeza de la lechuga causada por Sclerotinia minor (Hawthorn, 1975) y la pudrición de la lechuga causada por Rhizoctonia solani y por bacterias (Hillborn et al., 1957). El complejo de cambios que ocurren en el suelo solarizado pueden persistir por al menos dos años (Pullman et al., 1981).

Uno de los resultados visibles de la solarización del suelo es el control de un amplio espectro de malezas. Por lo tanto, este método es sugerido para obtener un control efectivo de las malezas. Sin embargo, las respuestas de las malezas a la solarización del suelo son variables. La solarización del suelo efectivamente redujo la tasa de difusión de las malezas al inicio de la estación pero gradualmente, hacia fines de la estación, su efecto disminuyó. La solarización del suelo efectivamente controló malezas anuales y la maleza parásita Orobanche. Sin embargo, las malezas perennes fueron más tolerantes a la solarización. Muchas malezas tolerantes no fueron controladas por la solarización con CPE sin otra cobertura. La solarización con CPE o BPE seguida por la cobertura del suelo con BPE no constituyó el mejor tratamiento para controlar malezas. La solarización del suelo usando cobertura de BPE es recomendada para un control casi completo de las malezas en el resto de la estación del cultivo. En este caso, la cobertura no es removida sino perforada a la distancia necesaria y las plantas se colocan a través de esas perforaciones. El disturbio del suelo después de la solarización redujo el nivel del control de malezas (Abu-Irmaileh, 1991a). La solarización del suelo después de la siembra usando BPE controló las malezas en un huerto de frutales recién establecido e incrementó el crecimiento de las plantas de almendros, olivos y vides pero la solarización del suelo con CPE causó severos daños a las plántulas de vid (Abu-Irmaileh, 1994). La solarización durante dos a cuatro semanas previno casi completamente la emergencia de muchas malezas anuales: Digitaria sanguinalis, Malva sp., Echinochloa sp., Chenopodium sp., Amaranthus retroflexus, Solanum nigrum hasta 4 cm (Elmore, 1983). La germinación de las semillas de malezas después de la solarización del suelo disminuyó en la capa superior del suelo y se incrementó con la profundidad del muestreo (Horowitz et al., 1983). Las malezas sensibles al calor fueron destruídas por los períodos más cortos de solarización y las semillas también murieron en las capas más profundas de suelo comparadas con las malezas tolerantes al calor (Standifer et al., 1984). Conyza sp. y Malva sp. fueron relativamente más tolerantes a la solarización del suelo (Horowitz et al., 1983). Las malezas con semillas latentes (Egley, 1983) y las semillas enterradas en capas profundas (Horowitz et al., 1983; Rubin y Benjamin, 1984; Standifer et al., 1984) escaparon al efecto de la solarización del suelo. La correhuela (Convolvulus arvensis L.) emergió en parcelas que fueron solarizadas con BPE. El Cyperus rotundus L. sobrevivió a 80 °C por 30 minutos mientras que los rizomas de Cynodon dactylon (L.) Pers. y de Sorghum halepense (L.) Pers. fueron más sensibles (Rubin y Benjamin, 1984). La solarización del suelo controló efectivamente la escoba de bruja Orobanche spp. (Jacobson et al., 1980; Abu-Irmaileh, 1991b) pero las especies de Cuscuta spp. fueron tolerantes (Abu-Irmaileh y Thababi, 1997). La solarización del suelo redujo la germinación de las semillas de Cuscuta spp. que estaban en la superficie del suelo (Haidar e Isdankarani, 1977). El banco de semillas en el suelo fue fuertemente reducido por la solarización del suelo. El efecto podría ser debido a uno o a la combinación de los mecanismos siguientes: muerte directa de las semillas por el calor, muerte indirecta de las semillas debilitadas por agentes microbianos y calor sub-letal, muerte de las semillas estimuladas para germinar en el suelo humedecido y con cobertura y muerte de las semillas en germinación y cuya latencia se había roto.

SOLARIZACIÓN DEL SUELO COMO UN COMPONENTE DEL MANEJO INTEGRADO DE PLAGAS (MIP)

Además del efecto letal de la energía radiante sobre las semillas de malezas y otras plagas en el suelo, la solarización del suelo es un método ecológicamente respetuoso de manejo de las malezas y puede ser considerado como un reemplazante de los fumigantes del suelo como el bromuro de metilo (MeBr) que es tóxico, costoso y causante de contaminación ambiental (Saghir, 1997). Con la tendencia existente para prohibir el uso del MeBr como un fumigante presiembra, se pondrá mayor énfasis en los programas del sistema de manejo integrado de plagas (MIP) para el manejo de patógenos, nematodos y malezas lo cual favorecerá oportunidades adicionales para utilizar la solarización del suelo. Los factores que determinan la utilización de la solarización del suelo en el MIP incluyen su compatibilidad con las prácticas estandardizadas de producción y otras tácticas de manejo de las plagas, su eficiencia contra plagas seleccionadas, la eficiencia económica y las acciones sinérgicas con otras tácticas de manejo de plagas (Chellemi, 1997).

La solarización del suelo ha sido efectivamente combinada con agentes de control biológico incluyendo Talaromyces flavus, Trichoderma harzianum Rifai y el hongo micorriza vesicular orbuscular (VO) Glomus fasciculum para controlar enfermedades de las plantas (Eldad et al., 1980; Tjamos y Fravel, 1985). También se han observado acciones sinérgicas entre la solarización y los agentes de control biológico (en el laboratorio, la combinación de calor sub-letal con la aplicación de Trichoderma harzianum mejoró el control de Rosellinia necatrix en el suelo de un huerto de manzanos), correctores orgánicos y fumigantes químicos. La aceptación de la solarización del suelo como un sistema de manejo de plagas con actividad específica respecto al sitio y a la plaga facilitará su integración en sistemas de MIP.

La solarización del suelo comenzó en 1978 en Jordania como un tema de investigación para estudiantes graduados (Al-Raddad, 1979). Varios tópicos de investigación probaron su efectividad como un medio ambientalmente seguro para el manejo de varias plagas del suelo, incluyendo fitopatógenos, nematodos, plantas floríferas parásitas y malezas (Abu-Irmaileh, 1991a,b, 1994; Barakat, 1987; Abu-Irmaileh y Thababi, 1997). A medida que la técnica demostró ser aplicable a nivel de finca comenzó su transferencia a los agricultores del valle del Jordán a fines de la década de 1980 para el control de Orobanche y otras malezas en el cultivo de hortalizas. En la actualidad, se estima que la adopción de esta técnica cubre cerca del 40 por ciento del área cultivada en el valle del Jordán, especialmente donde se utilizan el riego por goteo y la cobertura con plástico negro. Está reemplazando al bromuro de metilo en la agricultura protegida, en invernaderos y túneles.

Desde 1998, Jordania ha recibido apoyo del Fondo Multilateral para la Protección de la Capa de Ozono bajo el protocolo de Montreal. La solarización del suelo ha sido reconocida como una alternativa viable al MeBr. Su adopción fue fuertemente promovida en el valle central del Jordán donde el uso del MeBr era muy intenso. La técnica ha sido rápidamente adoptada por los agricultores e incluso en un año seco como el 2001, cerca del 75 por ciento de los agricultores aplicaron la solarización del suelo (Hasse, 2001).

BIBLIOGRAFÍA

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Las malas hierbas en los cultivos de hortalizas

Las malas hierbas en los cultivos de hortalizas

 Reproducción del magnifico articulo de Carlos Zaragoza para la FAO

INTRODUCCIÓN

El cultivo de hortalizas requiere un enfoque particular del manejo de las malezas. Las áreas de cultivo de hortalizas por lo general son reducidas pero producen cultivos de alto valor comercial y gastronómicamente apreciados. Los frutos y los cultivos de hoja proporcionan ingresos importantes para los agricultores y los trabajadores a nivel local o regional. En el caso de España, en el año 1999 existían 395 300 hectáreas de hortalizas cultivadas en pequeñas áreas con una producción estimada en cerca de 12 millones de toneladas.

El riego es una característica de estos cultivos en el Mediterráneo o en zonas áridas. El tipo de riego usado también influye sobre el manejo de las malezas según los distintos sistemas en uso: el riego tradicional por inundación o el riego por surcos o los sistemas más modernos por regadores, goteo o infiltración. Sin embargo, los herbicidas tienen un comportamiento diferente: su incorporación es afectada por el agua y por ello la selectividad de los cultivos es, por lo tanto, substancialmente limitada.

Las áreas tradicionales de cultivos de hortalizas están por lo general situadas vecinas a corrientes de agua, lugares inundables, deltas de los ríos o zonas pantanosas, por lo que si se usan herbicidas, su impacto ambiental y condiciones de uso deben ser debidamente considerados.

Un cierto número de hortalizas son producidas bajo cubiertas de plástico lo cual puede afectar el comportamiento del herbicida reduciendo su volatilidad y los fenómenos de condensación, condiciones bajo las cuales la selectividad de los cultivos podría ser modificada.

Como resultado de todos estos problemas y en razón de las pequeñas áreas cultivadas con hortalizas, las compañías químicas no muestran gran interés en desarrollar herbicidas específicos para el manejo de las malezas en estos cultivos. Esta falta de interés puede traer también como consecuencia el retiro del mercado de algunos herbicidas selectivos como ha ocurrido con naptalm, bensulide y otros en el mercado europeo. En los Estados Unidos de América también existe preocupación por los herbicidas que se aplican en los cultivos menores; en este país, el proyecto IR-4 tiene por objetivo buscar soluciones a los problemas del manejo de herbicidas por los horticultores (Arsenovic y Kunkel, 2001).

Otro aspecto relacionado con la complejidad del uso de los herbicidas es su persistencia en el suelo la cual puede afectar los cultivos siguientes en la rotación como resultado de los herbicidas sobrantes que permanecen en el suelo. En muchos lugares las rotaciones de los cultivos de hortalizas son muy rápidas e intensivas y la toxicidad de los herbicidas puede afectar el cultivo siguiente si el ciclo del cultivo anterior fue muy breve.

Es necesario considerar todos esos aspectos así como las preocupaciones de los consumidores sobre la probable presencia de residuos de plaguicidas en los frutos, hojas y raíces de estos cultivos y las estrictas limitaciones para la comercialización y la exportación que pueden invalidar muchas jornadas de trabajo y la resistencia de los trabajadores. Por lo tanto, es imperioso hacer un uso cuidadoso de los herbicidas para lo que se deben seguir atentas prácticas de cultivo, especialmente cuando hay interés en obtener un producto de calidad reconocida.

Existe gran interés en la integración de las prácticas de labranza con el control químico en razón de la reducción del impacto de los herbicidas y el costo de la mano de obra. Mientras que los herbicidas tienen una función importante en la horticultura extensiva, mecanizada y al aire libre, el control manual de las malezas es una práctica común en el cultivo de hortalizas, incluso después del tratamiento con herbicidas (p. ej., los frijoles verdes pueden necesitar 5-15 h/ha y los tomates trasplantados 50-90 h/ha).

FLORA DE LAS MALEZAS

La composición de la flora de malezas presentes en los cultivos de hortalizas debe ser claramente determinada. En base a estos datos se podrán planificar los mejores métodos de control a ser aplicados. Es un hecho bien conocido que las malezas están bien adaptadas al cultivo que infestan en razón de sus características morfológicas y fenológicas. Un ejemplo de esta situación es el caso de las zanahorias donde otras umbelíferas como Ammi majus, Torilis spp., Scandix pecten-veneris y Daucus spp. son las especies dominantes. Un cultivo de primavera puede ser infestado por dos generaciones de especies: primeramente aquellas adaptadas a las temperaturas frías tales como Capsella bursa-pastoris, Chenopodium album y Polygonum aviculare seguidas más adelante por malezas adaptadas a temperaturas estivales más altas como Portulaca oleracea, Solanum nigrum, Cyperus rotundus y Amaranthus retroflexus.

Algunas especies anuales con un ciclo corto tales como Sonchus oleraceus, Poa annua, Senecio vulgaris y Stellaria media también pueden crear problemas en algunos cultivos de hortalizas en ciertas etapas de la rotación de cultivos.

Las comunidades de malezas pueden estar formadas por varias especies pero muchas de ellas están más adaptadas a un cultivo específico. Por ejemplo: Echinochloa crus-galli, Amaranthus spp., Chenopodium album, Polygonum aviculare, Portulaca oleracea y Solanum nigrum son especies dominantes en los tomates trasplantados. Sin embargo, cuando los tomates son sembrados directamente son más frecuentes varias malezas gramíneas tempranas tales como Alopecurus myosuroides, Avena spp., Lolium spp. y varias especies de Brasicáceas y Asteráceas.

Del mismo modo, las malezas frecuentes en las cebollas de siembra temprana son Capsella bursa-pastoris, Sinapis arvensis, Poa annua, Sonchus spp., Polygonum aviculare. En las cebollas trasplantadas o en los cultivos de siembra tardía también son frecuentes Echinochloa spp., Portulaca oleracea, Solanum spp., Setaria spp. Las malezas parásitas también pueden ser un problema en los cultivos hortícolas: Orobanche crenata en leguminosas, apiáceas y lechuga, O. ramosa en solanáceas y cucurbitáceas, Cuscuta spp. en leguminosas, tomate, zanahoria, cebolla y espárrago (García-Torres, 1993). Algunas malezas específicas son características de una determinada área, región o país; por ejemplo, Galinsoga parviflora en Polonia, Polygonum arenastrum en Israel, Ambrosia artemisiifolia, Cirsium arvense y Amaranthus hybridus resistente a la triazina en Francia, Abutilon theophrasti en Italia, Cyperus rotundus en España, Marruecos y Portugal (Tei et al., 1999, 2002).

En los cultivos de hortalizas los mayores problemas son causados por las malezas de hoja ancha ya que las malezas gramíneas son mejor manejadas por las rotaciones o pueden ser fácilmente eliminadas con el uso de herbicidas selectivos de aplicación foliar.

Con un conocimiento completo de la fenología de las malezas y otros factores (temperatura, lluvia y sistema de riego) a nivel local, es posible predecir cuando y en que cultivo ciertas malezas podrán causar problemas. Obviamente, en los cultivos bajo protección de plástico, la emergencia de las malezas ocurre antes que al aire libre y el crecimiento de las malezas es mayor.

COMPETENCIA DE LAS MALEZAS

Solo unos pocos cultivos de hortalizas son buenos competidores porque cubren el suelo tapando las malezas. Algunos ejemplos son el repollo (Brassica spp.) o las alcachofas. Pero muchas de las hortalizas como las liliáceas, las zanahorias o los pimientos, en las latitudes templadas crecen lentamente y cubren poco el suelo sufriendo una fuerte competencia de las malezas no solo por agua, nutrientes y luz sino incluso por espacio. Por lo tanto, si el control de malezas no se lleva a cabo en forma oportuna probablemente no haya producción. Hay muchos ejemplos de problemas de reducción de los rendimientos de los cultivos (Labrada, 1996) que indican la gran sensibilidad de las hortalizas a la competencia temprana de las malezas y la necesidad de controlarlas en las primeras etapas de crecimiento.

La competencia de las malezas es particularmente seria en el caso de los cultivos hortícolas de siembra directa. El período crítico de la competencia de las malezas (o sea, el período durante el cual debe ser hecho el control de las malezas) es por lo general mayor en las siembras directas que en los cultivos trasplantados. Por ejemplo, si en un cultivo de pimientos trasplantados las malezas deben ser controladas entre la segunda semana hasta el tercer mes después del trasplante para prevenir una pérdida de 10 por ciento, el control de malezas en la siembra directa de pimiento debe ser hecho durante los cuatro primeros meses después de la emergencia para prevenir la misma pérdida (Medina, 1995). Aparentemente algunas técnicas tradicionales incrementan la competitividad del cultivo (p. ej., trasplante, camas levantadas). Obviamente, las condiciones del tiempo y la densidad de las malezas tienen una gran influencia en la duración de los períodos críticos. Una ola de frío que afecte a algunos cultivos de hortalizas puede provocar un crecimiento lento, una mayor competencia y mayores pérdidas de rendimiento.

ALMÁCIGOS

Muchas hortalizas son cultivadas en almácigos para obtener plántulas adecuadas para el trasplante al campo. Los suelos dedicados a los almácigos son por general más livianos, con buena inclinación y fertilizados para obtener una buena emergencia de las plántulas. Los almácigos por general son regados por inundación y protegidos por plástico. Muchas técnicas de control de malezas ya han sido descriptas en el trabajo de Labrada (1996). Ahora se agregan algunas posibilidades de manejo de las malezas.

Falsos almácigos

Los falsos almácigos son usados algunas veces para los cultivos de hortalizas cuando otras prácticas selectivas de control de malezas son limitadas o no están disponibles. El éxito de tal operación depende del control de la primera generación de malezas emergidas antes de la emergencia del cultivo y con un disturbio mínimo, lo cual reduce las generaciones subsiguientes de malezas. Básicamente esta técnica consiste en lo siguiente:

1. Preparación del almácigo dos a tres semanas antes de la siembra para obtener la máxima germinación de las semillas de las malezas cerca de la superficie del suelo.

2. Siembra del cultivo con el mínimo disturbio del suelo para evitar que las nuevas semillas de malezas se encuentren en condiciones favorables para su germinación.

3. Tratar el campo con un herbicida no residual para eliminar todas las malezas germinadas (William et al., 2000) inmediatamente antes o después de la siembra pero antes de la emergencia del cultivo.

Los herbicidas recomendados son bypiridyliums, glifosato, sulfosato y glufosinato amónico, entre otros. En los suelos de textura liviana tales como los suelos arenosos o en medios artificiales de siembra, los tratamientos de herbicidas son riesgosos para algunos cultivos, especialmente tomates. También es posible tratar el suelo con metham sodio pero la siembra deber ser demorada hasta que el aceite está libre de metham, por lo general unos 20 días. El uso de este fumigante es muy efectivo para el control de Solanum nigrum en el cultivo de tomates.

Solarización

Es un método efectivo para el control de enfermedades y plagas del suelo y puede controlar también muchas malezas. El método ha sido descrito previamente por Labrada (1996). El suelo debe estar limpio, con la superficie nivelada y húmedo antes de cubrirlo con una lámina fina (0,1-0,2 mm) de plástico transparente y bien cerrada. El suelo debe permanecer cubierto durante los meses más cálidos y soleados por un total de 30-45 días. La temperatura del suelo debe exceder los 40 °C para tener efecto sobre las plagas del suelo, incluyendo las semillas de malezas. La solarización del suelo es un método de espectro amplio, simple, económicamente viable y respetuoso del ambiente. No afecta las propiedades del suelo y por lo general los cultivos sucesivos producen mayores rendimientos (Campiglia et al., 2000). También presenta algunas desventajas en su ejecución. Por ejemplo, es necesario el riego previo -o una lluvia frecuente y abundante- y el suelo debe ser mantenido en solarización, fuera de producción, por un período mínimo de un mes. Los resultados a menudo son variables, dependiendo de las condiciones del tiempo. Las altas latitudes frías o los lugares nubosos no son, por lo general, adecuados para la solarización. Algunas especies pueden tolerar la solarización como por ejemplo las especies perennes de raíces profundas: Sorghum halepense, Cyperus rotundus, Equisetum spp. y también algunas malezas leguminosas de semillas grandes. Después de la solarización el plástico debe ser recogido y la labranza profunda con arado de reja debe ser evitada. Este sistema es más adecuado para pequeñas áreas de cultivo de hortalizas pero ha sido mecanizado en grandes áreas para la siembra de tomates. La solarización del suelo es muy usada en invernaderos de plástico en las condiciones del sur de España. La biofumigación consiste en la incorporación de abono orgánico fresco en el suelo en las parcelas a ser solarizadas. La descomposición de la materia orgánica produce gases tóxicos debajo del plástico y fortalece los efectos biocidas. Normalmente el suelo debería ser removido después de la solarización o la biofumigación para permitir que los gases escapen del suelo antes de la siembra (Monserrat, 2001).

Control químico en los almácigos

Hay menos herbicidas registrados para su uso en almácigos que para los cultivos en el campo. Algunos de los herbicidas recomendados han sido descritos por Labrada (1996). La Tabla 1 muestra los herbicidas agregados últimamente.

Existen varios herbicidas de postemergencia para el control de las gramíneas -conocidos usualmente como familias «fop» y «dim»- que podrían ser usados en almácigos de hortalizas como por ejemplo cicloxydim (para cebolla y crucíferas), cletodim (cebolla, tomate), fluazifop-butyl (tomate, pimiento, lechuga, puerro, cebolla). Las dosis deben ser bajas para evitar problemas de fitotoxicidad (De Liñán, 2002).

Los tratamientos de herbicidas bajo plástico son siempre peligrosos y su aplicación debe ser muy cuidadosa, los niveles de humedad y temperatura son elevados y las plantas crecen rápidamente. La selectividad debería ser fácilmente perdida y pueden ocurrir síntomas de fitotoxicidad, en algunos casos solo en forma temporaria. Los efectos a menudos son erráticos. Estos casos deben ser enfrentados con prudencia y es aconsejable hacer algunos ensayos antes de aplicar un tratamiento general.

Tabla 1. Herbicidas selectivos de preemergencia y de postemergencia temprana para almácigos de hortalizas

a) Preemergencia

Herbicida

Dosis (kg ia/ha) Cultivo
Clomazone 0,18 – 0,27 Pimiento, pepino
DCPA 6,0 – 7,5 Cebolla, crucíferas, lechuga
Metribuzin 0,15 – 0,5 Tomate
Napropamide 1,0 – 2,0 Tomate, pimiento, Berenjena
Pendimethalin 1,0 – 1,6 Cebolla, ajo
Proanide 1,0 – 2,5 Lechuga
Propachlor 5,2 – 6,5 Cebolla, crucíferas
b) Postemergencia (cultivos con al menos tres hojas)
Clomazone 0,27 – 0,36 Pimiento
Ioxinil 0,36 Cebolla, ajo, puerro
Linuron 0,5 – 1,0 Espárrago, zanahoria
Metribuzin 0,075 – 0,150 Tomate
Oxifluorfen 0,18 – 0,24 Cebolla, ajo
Rimsulfuron 0,0075 – 0,015 Tomate

CULTIVOS DE SIEMBRA DIRECTA Y TRASPLANTADOS

Rotación de cultivos

La rotación de cultivos es la sucesión programada de cultivos durante un cierto período en la misma parcela o campo. Es un método fundamental de control para reducir la infestación de malezas en los cultivos de hortalizas. La rotación de cultivos fue considerada durante un largo tiempo como un elemento básico para obtener cultivos sanos y de buenos rendimientos. Este concepto fue erróneamente eliminado con el uso de mayores cantidades de agroquímicos. Sin embargo, en la actualidad la rotación de cultivos está recuperando su valor dentro del contexto del manejo integrado de cultivos. Clásicamente, las rotaciones de cultivos se han aplicado en la siguiente forma:

1. alternando los cultivos con diferentes tipos de vegetación: cultivos de hoja (lechuga, espinaca, crucíferas), raíces (zanahorias, papas, rábanos), bulbos (puerro, cebolla, ajo), frutos (calabazas, pimiento, melón).

2. alternando gramíneas y dicotiledóneas tales como maíz y hortalizas.

3. alternando cultivos de ciclos diferentes: cereales de invierno y hortalizas de verano.

4. evitando cultivos sucesivos de la misma familia: apiáceas (apio, zanahoria), solanáceas (papa, tomate).

5. alternando pobres competidores de malezas (zanahoria, cebolla) con competidores fuertes (maíz, papa).

6. evitando malezas problemáticas en cultivos específicos (p. ej., malváceas en apio o zanahoria, parásitas y perennes en general).

Los siguientes son ejemplos de rotaciones de cultivos (Zaragoza et al., 1994):

En regiones templadas: pimiento – cebolla – cereal de invierno
melón – frijoles – espinaca – tomate
tomate – cereal – barbecho
lechuga – tomate – coliflor
papa-frijoles- crucíferas- tomate-zanahoria
melón – alcachofas (x2) – frijoles – remolacha de mesa – trigo –
crucíferas
En regiones tropicales: tomate – ocra – habichuelas verdes
batata – maíz – frijol mungo

La introducción del barbecho en la rotación es esencial para el control de malezas de manejo dificultoso (p. ej., perennes), limpiando el campo con métodos apropiados de labranza o usando un herbicida de amplio espectro. También es importante evitar la emisión de semillas de las malezas u otros propágulos.

Cultivos mezclados

El cultivo simultáneo de dos o más especies sembradas en forma adyacente es llamado cultivo mezclado o cultivo intercalado. Los ciclos de las especies deben coincidir total o parcialmente. Las ventajas son un mejor uso del espacio, la luz y otros recursos, la protección física, un balance térmico favorable, una mejor defensa de las plantas contra algunas plagas y menos problemas con las malezas ya que el suelo está mejor cubierto. Los inconvenientes son la competencia entre los cultivos, un manejo y mecanización más difíciles, mayor necesidad de mano de obra y control incompleto de las malezas. Algunas veces los resultados son menos productivos que cultivando una sola especie. Por lo general los cultivos «acompañantes» son plantas de crecimiento rápido y bajo, rastreras o erectas o especies simbióticas. Algunos ejemplos incluyen:

En regiones templadas:

  • lechuga + zanahoria
  • crucíferas + puerro, cebolla, apio, tomate
  • maíz + frijoles, soja

En las regiones tropicales donde esta técnica está muy bien adaptada a los sistemas agrícolas tradicionales:

  • maíz + frijoles + calabazas, yuca
  • tomate + guandul, yuca
  • caña de azúcar + cebolla, tomate

Medidas preventivas

Estas medidas pueden ser muy útiles -pero lamentablemente son siempre olvidadas-, están estrechamente relacionadas con las rotaciones de cultivos y son necesarias cuando no se pueden tomar medidas directas de control de malezas por razones económicas. Se basan en la reducción del banco de semillas y propágulos del suelo y el reconocimiento temprano de las infestaciones.

Es necesario evitar la invasión de nuevas especies por medio del uso de material de siembra limpio y prevenir la dispersión de semillas en el agua de riego, implementos y máquinas; un registro escrito de la situación de las malezas en el campo es un elemento útil. Otro aspecto importante es impedir la dispersión de malezas perennes o parásitas por medio del uso oportuno de tratamientos y labranza y el uso del drenaje para prevenir la propagación de algunas especies que necesitan altos niveles de humedad (Phragmites spp., Equisetum spp., Juncus spp.). También se deben vigilar los bordes del predio para prevenir invasiones, actuando solo cuando sea necesario y recordar que esos bordes y los caballones son útiles para controlar la erosión y albergar fauna de utilidad para los cultivos (Zaragoza, 2001).

Preparación y labranza de la tierra

Tal como ha sido indicado por Labrada (1996), la preparación adecuada de la tierra depende del buen conocimiento de las especies de malezas prevalentes en el campo. Cuando predominan las malezas anuales (crucíferas, Solanum, gramíneas) el objetivo es colocarlas en la superficie y fragmentarlas. Si las malezas no presentan semillas con latencia (Bromus spp.), es aconsejable la labranza profunda para enterrar las semillas. Si las semillas presentan latencia esta práctica es incorrecta ya que esas semillas serán viables cuando vuelvan a la superficie después de las operaciones de cultivo.

Cuando se encuentran malezas de especies perennes son necesarias herramientas especiales según los distintos tipos de sistemas radicales. Las raíces pivotantes como Rumex spp. o las raíces con yemas como Cirsium spp. deben ser fragmentadas y para ello puede ser necesario un rotavador o un cultivador. Sin embargo, en el caso de presentar rizomas frágiles como Sorghum halepense es necesario arrancarlas del suelo y exponerlas en la superficie del suelo para su agotamiento; cuando se encuentran malezas con rizomas flexibles como Cynodon dactylon es necesario arrancarlas y retirarlas del campo, lo que puede ser hecho con un cultivador o una rastra. En el caso de los tubérculos como Cyperus rotundus o de bulbos como Oxalis spp. deben ser cortadas cuando los rizomas están presentes y desenterrarlas para exponerlas a condiciones adversas como heladas o sequías. Esto puede ser hecho con arados de reja o de discos. El arado de cincel es útil para drenar los campos húmedos y reducir la infestación de malezas higrófilas de raíces profundas (Phragmites spp., Equisetum spp., Juncus spp.). Estas son algunas de las razones por las cuales siempre es necesario contar con información confiable sobre las malezas.

El éxito de muchas operaciones de control de malezas depende del momento de su ejecución (Forcella, 2000). La oportunidad de las operaciones mecánicas es sin duda fundamental. Es necesario tomar acción contra las malezas anuales antes de que ocurra la dispersión de las semillas. La eficacia de la labranza contra las malezas perennes es mayor cuando las reservas de la planta se mueven en sentido ascendente (p. ej., Convolvulus arvensis en primavera ya que en otoño hay más fragmentos de raíces) (Nogueroles y Zaragoza, 1999).

Las buenas prácticas de las operaciones mecánicas deben ser realizadas en condiciones óptimas, incluyendo las siguientes:

  • densidad de la plantación hecha en función del ancho de la herramienta de trabajo;
  • elección adecuada de las herramientas de trabajo;
  • observación cuidadosa del desarrollo del cultivo y de la maleza y evitar demoras en las intervenciones;
  • regulación correcta de la profundidad de acción, velocidad de avance y ángulo de ataque;
  • el contenido de humedad del suelo es importante para una labranza correcta;
  • no favorecer un incremento de la erosión: evitar la labranza paralela a la dirección de la pendiente;
  • analizar los pronósticos climáticos antes del trabajo: evitar la labranza si se han pronosticado lluvias.

En Alemania, se han obtenido pocos resultados negativos con el control mecánico de las malezas. Las pérdidas medias de plantas después de carpir, aporcar y rastrear fueron de 3,0 – 3,5 por ciento (Laber et al., 2000).

Otra operación típica que requiere labranza mecánica es la incorporación del herbicida al suelo. Algunos herbicidas volátiles comúnmente usados en el control de las malezas en los cultivos de hortalizas (p. ej. trifluralin) deben ser cuidadosamente incorporados al suelo a una profundidad correcta de 5 – 7 cm. El implemento usado para su incorporación debe estar en buenas condiciones; por ejemplo, las hojas del rotavador deben estar afiladas. Las hojas en forma de L son las más adecuadas para la incorporación de los herbicidas pero si fuera necesario se podría sustituir el rotavador por una rastra de dientes rígidos o flexibles. Los terrones o el abono orgánico que no se hayan roto pueden reducir la eficacia del tratamiento (Kempen, 1989).

Materiales de acolchado

El uso de acolchado plástico es muy popular en algunas áreas de cultivo de hortalizas. Para impedir la trasmisión de la radiación fotosintética se usa un plástico opaco de modo de detener el desarrollo de las malezas. Las ventajas incluyen además una mejor conservación de la humedad del suelo y como consecuencia una menor necesidad de riego y menos lixiviado del nitrógeno, una mejor conservación de la estructura del suelo y un mayor rendimiento de las hortalizas, particularmente en las zonas áridas. Los inconvenientes se encuentran sobre todo en el precio del plástico -si bien puede ser reusado- y en los costos del trabajo. Algunas malezas perennes (p. ej., Convolvulus arvensis, Cyperus spp.) no son controladas con este sistema y son necesarios cultivos intercalados o tratamientos específicos. Es obligatorio retirar del campo todos los restos del plástico y su quema está prohibida. El acolchado con plástico negro en los surcos del cultivo y los cultivos intercalados son opciones satisfactorias para los productores de tomate y melón orgánico en el sur de Europa. También pueden ser usados otros materiales orgánicos como corteza, paja o residuos vegetales, sobre todo si se obtienen a bajo costo. Sus ventajas son similares a las del plástico pero las malezas pueden en algunos casos llegar a la superficie si la capa de cobertura no es lo suficientemente gruesa. Dependiendo de los materiales usados se pueden encontrar problemas particulares (p. ej., peligro de fuego cuando se usa paja, el viento o las inundaciones pueden mover la paja). Algunos materiales pueden aumentar la población de enemigos de los cultivos tales como roedores o caracoles. Por supuesto, siempre será necesaria la remoción manual de algunas malezas (Nogueroles y Zaragoza, 1999).

Control químico de las malezas

El mejor enfoque para minimizar los insumos y evitar problemas ambientales es la aplicación de herbicidas en el surco del cultivo, en una faja de 10-30 cm (Labrada, 1996). La aplicación en fajas reduce el uso de herbicidas hasta un 75 por ciento, cuando se la compara con la aplicación total. Las malezas en las zonas entre los surcos son controladas por medio de trabajos culturales. La Tabla 2 muestra las opciones de herbicidas selectivos que pueden ser usados en los cultivos de hortalizas.

Diphenamid ha sido aplicado con éxito en los cultivos de hortalizas pero actualmente no se encuentra en el comercio. La mayoría de los herbicidas mencionados en la Tabla 2 son inefectivos para el control de malezas perennes. Halosulfuron es un nuevo herbicida selectivo para cucurbitáceas y otras hortalizas con acción contra Cyperus spp. (Webster, 2002).

Tabla 2. Herbicidas selectivos para el control de malezas en los cultivos de hortalizas

Herbicida Dosis kg ia/ha Momento del
tratamiento (1)
Malezas (2) Cultivos (3)
Alachlor 2,4 Post Gd Brassicas, cebolla
Benfluralin 1,17-1,71 PPI Gd Lechuga, ajo
Bensulide 5,5-7,2 Pre Gd Cucurbitáceas
Bentazon 0,75-1 Post D Guisantes verdes, judías verdes
Chlorthal-dimetil (DCPA) 5,25-9,00 PP/Pre/Post Gd Cebolla, lechuga, col, tomate, judías verdes
Clomazone 0,18-0,54 PP/Post Gd Pimiento, guisantes verdes, pimiento DS, pepino, calabaza
0,18-0,27 Pre Gd
Clopyralid 0,70-0,92 Post D Espárrago
Diuron 0,4-2,4 Post Dg Espárrago
Ethalfluralin 0,8-1,7 PP Gd Tomate, pimiento, judías, calabazas
Halosulfuron 24-48 (g) Pre/Post Dg Calabazas, pepino
Ioxinil 0,36-0,60 Post D Cebolla, puerro, ajo
Isoxaben 0,1-0,12 PPI D Cebolla, ajo
Linuron 0,50-1,25 Pre Dg Zanahoria, alcachofa, espárrago, habas
Metabenztiazuron 1,75-2,45 Pre/Post Dg Cebolla, ajo, habas, guisantes, judías
Metribuzin 0,35-0,52 PP/Post GD Tomate, espárrago, tomate DS, zanahoria, guisantes
0,10-0,35 Pre/Post GD
Napropamide 1,57-2,02 PP/Post Gd Tomate, pimiento, alcachofas
Naptalam-Na 2,16-2,88 Pre Dg Melón y cucurbitáceas
Oxifluorfen 0,36-0,48 Pre/Post Dg Cebolla, ajo, coles, tomate, pimiento
0,24-0,48 PP Dg
Pendimethalin 1,32-1,65 PP/PPI GD Alcachofa, col, lechuga, puerro, pimiento, tomate, cebolla, guisantes verdes
0,66-0,99 Pre Gd Cebolla DS
0,66-1,65 Post GD Cebolla
Phenmedipham 0,55-1 Pre/Post Dg Remolacha de mesa, espinaca
Piridate 0,22-0,33 Post D Brassicas
Prometryne 0,50-1,50 Pre/Post Dg Alcachofa, apio, guisantes, pimiento, tomate, zanahoria
Pronamide 0,70-1,50 Pre/Post Gd Achicoria, lechuga, endivia
Propachlor 4,5 Pre Gd Brassicas, cebolla
Rimsulfuron 7,5-15(g) Post GD Tomate
Trifluralin 0,59-1,44 PPI Gd Judías, zanahoria, apio, coles, alcachofa, cebolla, pimiento, tomate

Notas: 1) Momento del tratamiento: PP= presiembra; PPI= presiembra incorporada; Pre= preemergencia; Post=postemergencia. 2) Malezas controladas: GD= control satisfactorio de gramíneas anuales y dicotiledóneas en condiciones normales. Gd= principalmente control de gramíneas. Dg= principalmente control de dicotiledóneas. D= sólo control de dicotiledóneas. G= sólo control de gramíneas. 3) Generalmente se refiere a cultivos trasplantados. Coles (Brassica spp.) significa: brócoli, repollitos de Bruselas, repollo, coliflor, berza, nabo y rábano; la selectividad puede variar. DS= siembra directa.

Algunas veces puede ser usada la combinación de dos herbicidas con un diferente espectro de control de malezas. Es posible mezclar dos herbicidas diferentes (p. ej., isoxaben + trifluralin, DCPA + propachlor, bensulide + naptalam) para obtener una mayor eficacia, pero en todos los casos es necesario hacer ensayos previos. Algunos herbicidas pueden ser probados contra la maleza parásita Cuscuta spp., tales como DCPA, pendimethalin, pronamide e imazethapyr (García-Torres, 1993).

Para el control selectivo de malezas gramíneas en los cultivos de hortalizas se recomienda el uso de algunos herbicidas foliares tales como cicloxidim (contra anuales: 0,1-0,25 kg ia/ha; perennes: 0,3-0,4); cletodym (0,1-0,2), fluazifop-butyl (anuales: 0,15-0,25; perennes: 0,5+0,25); haloxyfop-methil (0,05-0,2); propaquizafop (0,1-0,2); quizalofop (anuales: 0,05-0,125; perennes: 0,1-0,2). Se debe tener presente que una sola aplicación no es suficiente contras las malezas perennes. Su actividad foliar es fortalecida agregando un surfactante no iónico o coadyuvante (Kempen, 1989; William et al., 2000; De Liñán, 2002).

El uso de cualquier herbicida en los cultivos de hortalizas requiere pruebas previas para verificar su efectividad en las condiciones locales y su selectividad para los cultivares disponibles de cada especie.

Efecto de los residuos en el suelo

Algunos herbicidas tienen una gran persistencia y pueden afectar los cultivos siguientes incluídos en la rotación. Para evitar esto se recomienda el uso del arado de rejas o dos pasadas cruzadas de cultivador después de la cosecha a fin de mezclar la capa de suelo tratada con aquellas no tratadas y disipar los residuos de herbicidas. Las etiquetas que lucen los productos deben siempre ser consultadas, especialmente respecto a los cultivos sensibles a sembrar después del uso de los herbicidas.

En los climas cálidos y húmedos los residuos de herbicidas por lo general se disipan rápidamente, pero es necesario tomar ciertas precauciones. Algunos ejemplos de las recomendaciones indicadas en las etiquetas de los productos son:

Napropamide: después de un período de dos meses y siguiendo a la labranza es posible sembrar, guisantes y judías verdes, habas, cereales, forrajeras, remolacha azucarera y lino.

Metribuzin: después de un período de tres meses y siguiendo a la labranza es posible sembrar varios cultivos excepto cucurbitáceas, crucíferas, lechuga, fresas, girasol, guisantes, remolacha de mesa y tabaco.

Trifluralin: después de la labranza es posible sembrar guisantes, frijol lima, haba, col, lentejas, alcachofas, papa, cebada, girasol, alfalfa, tréboles y zanahoria. Espinaca, remolacha de mesa, avena, maíz y sorgo no deberían ser sembradas antes de un período de 12 meses.

Prácticas correctas en el uso de herbicidas

Un resumen del decálogo de las prácticas correctas en el uso de herbicidas para la producción extensiva de hortalizas incluye (Zaragoza, 2001):

  • Inspeccionar periódicamente los campos para evaluar la importancia de las malezas; identificar correctamente las principales malezas.
  • Deben ser especialmente tenidos en consideración las malezas y su estado de desarrollo.
  • Seleccionar cuidadosamente el producto y su dosis, considerando los dos puntos anteriores.
  • Leer cuidadosamente la etiqueta del producto y seguir sus recomendaciones.
  • Evitar las condiciones adversas en el momento de la aplicación: viento, temperatura y lluvia; no demorar el tratamiento.
  • La calidad de la aspersión se obtiene por medio del cálculo correcto de la dosis -la superficie a tratar debe ser correctamente medida- y del funcionamiento correcto del equipo de aspersión que debe ser calibrado y en buen estado, especialmente los picos pulverizadores y el manómetro.
  • Aplicar en banda o en manchas para ahorrar herbicida y reducir los residuos.
  • Seguir las normas ambientales: evitar derramar líquidos y la deriva del viento, respetar los setos, las corrientes de agua y las áreas sensibles. Enjuagar tres veces todas las latas y envases y no reusarlos.
  • Evitar la propagación de especies resistentes; el mismo herbicida o herbicidas con el mismo modo de acción no deben ser usados en forma reiterada.
  • Es esencial integrar el control químico de las malezas con labranzas oportunas superficiales; tomar medidas preventivas, especialmente la identificación temprana de las malezas.

Estrategia de manejo integrado de malezas para algunos cultivos de hortalizas

Algunas áreas agrícolas avanzadas han desarrollado sistemas de manejo integrado de malezas. Algunas estrategias generales se resumen a continuación (William et al., 2000).

Judías y guisantes verdes: las legumbres cosechadas deben estar libres de bayas de Solanum, yemas de cardo, tallos de Amaranthus o silicuas de crucíferas. Las rotaciones de cultivos, la siembra en líneas cercanas, el control temprano de las malezas y las prácticas culturales (excepto en los suelos rocosos o con terrones) se combinan con herbicidas para minimizar la competencia de las malezas y la contaminación del producto. Un único tratamiento de postemergencia puede suprimir la competencia de las malezas o la contaminación potencial de los guisantes cosechados.

Zanahoria y apio: las zanahorias suprimen las malezas cuando se combinan la distancia entre surcos, la densidad de población, los métodos culturales y la aplicación de un herbicida. Los métodos culturales también previenen la quemadura por el sol o que la parte superior de las raíces tome color verde, por ejemplo cubriéndolas con tierra.

Remolachas de mesa: una combinación del control de malezas temprano, surcos a poca distancia, población densa y métodos culturales suprimen la emergencia de malezas a mitad o fines de la estación y después que el dosel foliar del cultivo se desarrolla.

Crucíferas y coles: la supresión de las malezas en los cultivos de crucíferas comienza con la rotación de los cultivos que requieren diferentes prácticas de control de malezas e interrumpen el ciclo de las malezas. La distancia entre surcos y la densidad de plantas son variables para alcanzar un tamaño adecuado de la cabeza según la preferencia del mercado y suprimir las malezas. El control temprano de las malezas incluye la aplicación de herbicida y/o tareas culturales.

Cucurbitáceas: el manejo de las malezas en los cultivos de cucurbitáceas requiere la planificación e integración de varias prácticas. Las rotaciones de cultivos y el control presiembra de las malezas susceptibles es absolutamente necesario. Muchos horticultores preparan falsas camas de semillas seguidas por trabajos culturales, excepto en temporadas excesivamente húmedas. La distancia entre surcos que favorezca el desarrollo del dosel foliar y los métodos de cultivo pueden ser suplementados con la aplicación de herbicidas dentro del surco. A menudo se siembran rompevientos de centeno entre los surcos y se incorporan al suelo en el último trabajo cultural.

Cultivos de hoja (lechuga, escarola, espinaca): la siembra directa de la lechuga requiere un par de trabajos culturales y el raleo o limpieza de malezas en forma manual, mientras que las lechugas trasplantadas se cosechan a los 45 días después de uno o dos trabajos culturales con menos trabajo de remoción manual de las malezas.

Ajo y cebolla: el ajo requiere un casi perfecto control de malezas dado que emerge lentamente y madura en un período de 10-11 meses y nunca forma un dosel foliar debido a la disposición vertical de las hojas cortas. Los horticultores, por lo tanto, a menudo controlan todas las malezas inmediatamente antes de la emergencia del cultivo; aplican al suelo un herbicida para el control de las malezas invernales y se agregan tratamientos adicionales durante la primavera dependiendo de la invasión de malezas específicas. En el caso de la cebolla, las malezas son manejadas con herbicidas selectivos combinados con trabajos culturales frecuentes. Los cultivos invernales de cobertura fortalecen tanto el manejo del suelo como de las malezas.

Tomate y pimiento: las malezas pueden ser manejadas por medio de una labranza preparatoria y un herbicida presiembra en los cultivos trasplantados. La cobertura con plástico negro puede ayudar a reducir la necesidad del control químico. La labranza entresurcos o la aplicación de herbicidas postemergencia pueden controlar las malezas en una etapa posterior. En los cultivos de siembra directa son necesarios tratamientos químicos más intensos. El manejo de Solanum nigrum -una de las peores malezas en el caso del tomate- se deberían recordar los siguientes puntos:

  • controlar químicamente los cultivos previos en los casos en que esto sea más simple (remolachas, zanahorias, apio, espinaca);
  • esta maleza es más importante en los tomates trasplantados que en los de siembra directa;
  • es recomendable la preparación de falsas camas de semilla;
  • aplicación de herbicidas (pendimethalin, oxifluorfen) al suelo en el momento de la siembra, integrados con carpidas entre los surcos y/o por tratamientos a bajas dosis divididas de metribuzin + rimsulfuron contra S. nigrum en sus primeras etapas (hasta dos hojas) (Tei et al., 1999).

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Arroz salvaje

Arroz salvaje

Reproducción del articulo de Aldo Ferrero para la FAO

El término Arroz salvaje generalmente incluye todas las especies del género Oryza que se comportan como el arroz y que crecen como malezas de ese cultivo. Se ha informado acerca de poblaciones de Arroz salvaje en muchas de las áreas de siembra directa de este cultivo (Parker y Dean, 1976; Ferrero y Finassi, 1995). Si bien el Arroz salvaje pertenece a diferentes especies y subespecies, todas comparten la capacidad de diseminar sus granos antes de la cosecha del arroz. El Arroz salvaje también puede adaptarse a un amplio rango de condiciones ambientales. Los granos del Arroz salvaje frecuentemente presentan el pericarpio rojo y por esta razón el término arroz rojo es comúnmente adoptado en la literatura internacional para identificar estas plantas salvajes. Este término, sin embargo, no es completamente apropiado ya que también existen granos rojos en algunas variedades cultivadas de arroz y porque, por otro lado, el color rojo puede estar ausente en varias formas de arroz-maleza (FAO, 1999).

En la mayoría de las zonas arroceras la difusión del arroz-maleza comenzó a ser significativa después del cambio del transplante del arroz a la siembra directa y se ha convertido en un problema serio en los últimos 15 años, especialmente en los países europeos después de la siembra de variedades de tallo débil, semi-enanas, de tipo indica (Tarditi y Vercesi, 1993). La difusión ha sido favorecida por la siembra de semillas comerciales de arroz que contienen semillas del arroz-maleza.

Se ha informado de infestaciones de arroz-maleza en 40-75 por ciento del área arrocera de los países europeos (comunicación personal), 40 por ciento en Brasil (De Souza, 1989), 55 por ciento en Senegal (Diallo, 1999), 80 por ciento en Cuba (García de la Osa y Rivero, 1999) y 60 por ciento en Costa Rica (Fletes, 1999).

ORIGEN Y DESCRIPCIÓN

El origen filogénico de las formas de Arroz salvaje está estrechamente relacionado con el del arroz cultivado. Muchas plantas comparten la mayoría de las características de las dos especies cultivadas, Oryza sativa y O. glaberrima (Khush, 1997). O. sativa, que también es conocida como arroz asiático, comprende los grupos varietales indica, japonica y javanica y se cultiva en todo el mundo (Olofsdotter, 1999). O. glaberrima es conocido como arroz africano y se cultiva sobre todo en África Occidental.

El género Oryza incluye más de 20 especies salvajes, la mayoría de las cuales son diploides. En base a sus características morfológicas, fisiológicas y bioquímicas y sus interrelaciones en los cruzamientos, se han identificado ocho tipos diferentes de genomas dentro del género Oryza (Aggarval et al., 1997).

Las especies salvajes como Oryza perennis, O. nivara, O. rufipogon y O. longistaminata comparten el mismo genomio y pueden ser fácilmente cruzadas con las especies cultivadas de O. sativa (Olofsdotter, 1999). La especie salvaje O. barthii (=O. breviligulata) es considerada como el progenitor de la mutación del arroz africano. O. glumaepatula es una especie salvaje endémica en América Central y América del Sur que es convencionalmente considerada como un subtipo de O. rufipogon; sin embargo, de acuerdo con recientes análisis genéticos se ha determinado que está más cercana a las formas de arroz africano.

Además de las especies citadas, también causan problemas como malezas, Oryza latifolia, O. punctata, O. officinalis (perenne) y Zizianopsis miliaceae (perenne); estas especies pueden aparecer en los cultivos de arroz, en el borde de los estanques o en los canales impidiendo el flujo del agua. O.latifolia es una especie de arroz-maleza difundida en América Central donde se lo conoce como «arrozón» o «arroz pato» (Castro Espitia, 1999); mide hasta 2 m de alto y tiene semillas con pericarpio blanco.

En las áreas en que ocurrido la diferenciación del arroz se encuentran frecuentemente en la flora espontánea varias especies de Oryza mientras que en las áreas en las cuales el arroz ha sido introducido los problemas de malezas son causados solamente por plantas de O. sativa.

Las plantas de arroz-maleza presentan una gran variedad de características anatómicas, biológicas y fisiológicas (Craigmiles, 1978; Kwon et al., 1992; Tang et al., 1997; Vaughan et al., 2001). Un estudio llevado a cabo en 26 muestras de arroz-maleza de Uruguay reveló dos grupos principales. Un grupo incluyó plantas con glumas negras, ápice púrpura y arista larga, mostrando caracteres salvajes evidentes, mientras que el otro grupo tenía paja, glumas y ápice y no tenía aristas, simulando variedades cultivadas (Federici et al., 2001).

En la etapa de plántula las plantas de arroz-maleza son difíciles de distinguir de las plantas del cultivo (Hoaghland y Paul, 1978) mientras que la identificación del arroz-maleza es posible después de la labranza gracias a múltiples diferencias morfológicas evidentes con las variedades cultivadas: tallos más largos, numerosos y finos, hojas a menudo híspidas en ambas superficies, plantas altas, pigmentación en varias partes de la planta, semillas que se dispersan fácilmente después de su formación (Diarra et al., 1985a; Coppo y Sarasso, 1990; Kwon et al., 1992; Suh et al., 1997).

Las semillas de la mayoría de los biotipos de Oryza sativa y O. glaberrima presentan un pericarpio pigmentado causado por la presencia de un contenido variable de diferentes antocianinas, catequinas y taninos catecólicos (Baldi, 1971).

La pigmentación roja es un carácter dominante y es controlada por más de un gen (Leitao et al., 1972; Wirjahardja et al. 1983).

La capa roja de los granos de arroz-maleza podría ser eliminada con un trabajo adicional en el molino pero esta operación de lugar la rotura de los granos y a una disminución del valor comercial (Smith, 1981; Diarra et al., 1985a,b).

Los biotipos del arroz-maleza de Oryza sativa han sido diferenciados en tipos indica o japonica en base a caracteres morfológicos y fisiológicos, isoenzimas, y marcadores RFPL (polimorfismo de la longitud de fragmentos de restricción), RAPD (polimorfismo amplificado al azar del DNA) y AFPL (polimorfismo de la longitud de fragmentos amplificado).

De acuerdo a estudios financiados por la Comunidad Europea, los arroces-maleza recolectados en los arrozales de la zona del Mediterráneo pertenecían al grupo japonica y los arroces-maleza de Brasil eran muy cercanos al grupo indica (Ghesquière, 1999). En este estudio no se encontraron alelomorfos de los arroces-maleza que pudieran servir como marcadores de diagnóstico para determinar fácilmente el origen varietal de las formas de arroz-maleza. De cualquier manera, existe una buena evidencia que demuestra que el origen primario del arroz rojo puede provenir de cruzamientos distantes entre variedades indica y japonica.

Vaughan et al. (2001) señalaron que varias muestras de biotipos de arroz-maleza recolectadas en los Estados Unidos de América pertenecían no solo a las subespecies indica y japonica sino también a las especies Oryza rufipogon y O. nivara.

BIOLOGÍA

Latencia y longevidad de las semillas

A diferencia de las variedades cultivadas el arroz-maleza presenta un grado variable de latencia. La duración de la latencia varía de acuerdo con el biotipo y las condiciones de almacenamineto de las semillas después del desgrane. La duración de la latencia ha sido investigada en varios países en condiciones naturales. En Swazilandia, Oryza punctata presentó latencia por más de un año (Armstrong, 1968) y hasta cinco años en África Oriental (Majisu, 1970). Semillas viables de arroz-maleza con pericarpio rojo permanecieron latentes hasta dos años en los Estados Unidos de América (Klosterboer, 1978) y tres años en Brasil (Leitao et al., 1972).

Las condiciones ambientales durante la formación de la semilla y la temperatura y la humedad durante el almacenamiento son considerados los factores principales que pueden afectar la duración de la latencia (Delatorre, 1999; Leopold et al., 1988; Ferrero, 1984). De acuerdo a Leopold et al. (1988), las semillas de arroz-maleza del biotipo con paja del mismo color del pericarpio, mantenidas a -15 °C mostraron una duración variable de la latencia en relación con el contenido de humedad de las semillas después de su maduración. La rotura de la latencia fue más rápida cuando la humedad de las semillas estba comprendida entre 6-14 por ciento y muy baja a contenidos de humedad inferiores a 5 por ciento o superiores a 18 por ciento.

Una reducción importante de la latencia por lo general ocurre dos meses después de la maduración (Cohn y Hughes, 1981). Si bien se han llevado a cabo numerosos estudios a nivel bioquímico para definir las bases fisiológicas y genéticas de la latencia (Footitt y Cohn, 1995; Cohn, 1996; Delatorre, 1999; Cai y Morishima, 2000) los mecanismos de la iniciación y la finalización de este fenómeno no han sido aún completamente clarificados. La regulación de la latencia puede ser muy probablemente atribuída a factores presentes en la glumela y en el embrión (Delatorre, 1999).

Semillas descascaradas almacenadas a -15 °C mantuvieron su latencia y fueron capaces de germinar cuando se colocaron a 5 °C (Cohn y Hughes, 1981). La rotura de la latencia del arroz-maleza obtenida por medio de sustancias como nitrito de sodio, ácido propiónico, metil-propionato, citoquinina o n-propanol fue, por lo general, acompañada por una reducción del pH de los tejidos embrionarios (Footitt y Cohn, 1992).

La longevidad de las semillas ha sido investigada en varios estudios que han mostrado resultados contrastantes. En un trabajo llevado a cabo en los Estados Unidos de América, semillas procedentes de distintas poblaciones de arroz-maleza permanecieron viables en un 90 por ciento después de dos años y en un 20 por ciento después de siete años de haber estado enterradas (Goss y Brown, 1939).

De acuerdo a Diarra et al. (1985a) la longevidad de las semillas del arroz-maleza puede llegar hasta 12 años.

En un estudio llevado a cabo en Italia, la viabilidad de las semillas del arroz-maleza enterradas a la profundidad del arado en un suelo franco, disminuyó en seis por ciento después de un año y en cinco por ciento después de dos años (Ferrero y Vidotto, 1988a). Las semillas no viables estaban vacías, sin embriones ni materia de reserva. Se supone que la mayoría de esas semillas pueden germinar bajo condiciones ambientales favorables que ocurren después de la labranza: alta temperatura y contenido de oxígeno, pero no pueden emerger del suelo. El porcentaje de germinación de las semillas viables varió a lo largo del tiempo, descendiendo desde 91 por ciento al inicio del experimento a 73 por ciento después de uno o dos años de haber estado enterradas. Este comportamiento fue explicado por el hecho que muchas de las semillas que estaban latentes al inicio del experimento no germinaron y permanecieron latentes por más de dos años. Las semillas desenterradas después de un año requirieron, en promedio, menos tiempo para germinar que aquellas que estuvieron enterradas durante dos años.

Emergencia

La emergencia del arroz-maleza es fuertemente influenciada por la textura del suelo, la presencia de agua en el campo y la profundidad a que está enterrada la semilla, lo cual está directamente relacionado con el tipo de labranza que se ha adoptado para la preparación de la cama de semillas (Ferrero y Finassi, 1995; Ferrero y Vidotto, 1997a; Saldain et al., 1996; Gealy et al., 2000).

Katayama (1969) reunió 20 especies de Oryza en cinco grupos de acuerdo a su comportamiento durante la germinación, a saber:

1) incluyó Oryza stapfii y O. subulata con la germinación que ocurre en dos o tres días.

2) incluyó O. barthii, O. minuta, O. latifolia y O. punctata con un máximo de germinación a los seis días y una germinación total mayor que el 50 por ciento.

3) incluyó dos especies con comportamiento similar al del grupo 2) pero con germinación menor de 33 por ciento.

4) incluyó O. perennis, O. officinalis y otras cuatro especies con una germinación superior al 60 por ciento después de nueve días.

5) incluyó O. breviligulata con germinación similar a la del grupo 4) pero con menos de 50 por ciento de germinación.

Las plántulas que emergen antes de la siembra del arroz son en su mayoría las que nacen del banco de semillas del suelo. Casi todas las plantas que crecen libremente en un suelo sin laborear son capaces de emerger de mediados de abril a mediados de marzo[5] después de haber acumulado 200 grados/día de crecimiento (Ferrero et al., 1996) (Figura 1). La temperatura mínima para la germinación del arroz-maleza se considera alrededor de 10 °C, la misma que para las variedades cultivadas.

Si se hacen trabajos de aradas y rastreos, la emergencia de las plántulas del arroz rojo en relación con el banco de semillas a la profundidad de 0-10 cm es particularmente influenciada por el tipo de labranza. Los porcentajes de emergencia, en promedio, en parcelas aradas y rastreadas son de 7,2 y 2,5 por ciento, respectivamente (Ferrero y Vidotto, 1999) (Figura 2). Estos diferentes valores de la emergencia son muy probablemente debidos al movimiento del suelo causado por la arada, de las semillas de arroz rojo. La inversión de la capa superior del suelo entierra las últimas semillas que han caído y favorece su latencia. Al mismo tiempo, la arada trae a la superficie las semillas enterradas la estación anterior cerca de la superficie del suelo, si bien muchas de ellas han perdido la capacidad germinativa.

Figura 1. Emergencia de arroz-maleza en un suelo indisturbado en relación a los grados de crecimiento (de Ferrero et al., 1996).

La edad de la semilla, la profundidad del enterrado, las condiciones de inundación y los suelos pesados tienen una influencia negativa sobre la germinación y emergencia de las malezas (Eastin, 1978; Ferrero y Finassi, 1995).

En suelos arcillosos, la germinación de las semillas de arroz-maleza situadas en los 5 cm superiores y cubiertas con 6-8 cm de agua, fueron, en promedio, menos de un tercio de aquellas que germinaron en el mismo suelo pero que fue solamente mantenido húmedo (Vidotto y Ferrero, 2000).

En contraste con las variedades cultivadas, los arroces-maleza no son capaces de emerger inmediatamente después del desgrane en otoño y en condiciones de campo, si bien las temperaturas pudieran ser favorables para la germinación. Según estudios llevados a cabo en condiciones del área del Mediterráneo (Vidotto y Ferrero, 2000) el tiempo que el arroz rojo necesita para germinar depende de las condiciones de almacenamiento y está en relación inversa con la duración del mismo. Las semillas que se desgranan en el campo requieren al menos 70 días en condiciones favorables de temperatura y humedad antes de iniciar la germinación. En los mismos estudios, semillas de arroz-maleza colocadas en la capa superior (0-1 cm) de suelos arcillosos y francos mostraron entre 80 y 90 por ciento de germinación, respectivamente, cuando el suelo fue mantenido permanentemente húmedo y entre 60 y 80 por ciento cuando fue sumergido bajo 2-3 cm de agua. Se encontró una reducción de la emergencia cuando aumentó la profundidad a la que se encontraban las semillas, en ambas condiciones de humedad. La emergencia de las semillas colocadas a 4-5 cm de profundidad fue de 20-40 por ciento en suelos húmedos (en suelos pesados y francos, respectivamente) y de 5-20 por ciento en los suelos inundados. En ambos suelos no hubo emergencia cuando las semillas se encontraban enterradas a más de 10 cm de profundidad. Las semillas que no eran capaces de emerger podían en su mayoría germinar pero no formaban plántulas viables. La emergencia de las plántulas situadas en la capa 0-1 cm se completó en 14 días en el suelo húmedo y en 18 días en el suelo inundado (Ferrero y Finassi, 1995). Las semillas enterradas a una profundidad de 4-5 cm mostraron un retraso de 15 días en la germinación, en comparación con las semillas que fueron colocadas cerca de la superficie del suelo. Este comportamiento podría ser una de las razones para la emergencia continua de esas semillas en los arrozales.

Figura 2. Emergencia del arroz rojo de un banco de semillas en relación con la labranza del suelo para la preparación de la cama de semillas (de Ferrero y Vidotto, 1999).

Floración

En las variedades cultivadas y en las variedades salvajes, la floración comienza en las florecillas superiores de la panícula y continúa hacia las florecillas inferiores (Roy, 1921). En el arroz-maleza las florecillas comienzan a abrirse entre las 08:00 y las 09:00 de la mañana y continúa por al menos una hora más que en las variedades cultivadas. Por esta razón, si bien todas las plantas de todas las especies de arroz son autofecundadas, la polinización cruzada es mayor en el arroz-maleza que en las variedades cultivadas. La probabilidad de que ocurran cruzamientos entre las plantas de arroz-maleza de pericarpio rojo con las variedades cultivadas fue investigada por Langevin et al.,(1990). El porcentaje de cruzamientos varió entre 1,08 por ciento en la variedad ‘Lemont’ y 52,18 por ciento en la variedad ‘Nortai’. El alto grado de hibridización de ‘Nortai’ ha sido atribuido a la prolongada duración de la apertura de la florecilla en esta variedad. Debido a la heterosis, los híbridos fueron generalmente más altos y más vigorosos y comenzaron a florecer 20-30 días más tarde que las formas parentales de arroces-maleza.

La floración es inducida por el largo del día (fotoperíodos cortos favorecen la floración), por la edad de la planta (es mayor para las plantas más jóvenes) y el biotipo (es mayor en los biotipos de latitudes más altas) (Katayama, 1974).

La pigmentación de las glumas y la semilla comienza a desarrollarse en la espiguilla terminal unos pocos días después de la antesis y continúa a medida que la espiguilla madura (Holm et al., 1997).

Desgranado

El desgranado precoz es una característica específica del arroz-maleza. Este comportamiento es controlado por el gen Sh que presenta el carácter de desgranado en condiciones dominantes de homocigosis (ShSh) o heterocigosis (Shsh) (Sastry y Seetharaman, 1973). La semilla cae como resultado de la formación de una capa de absición formada por tres capas de células ubicadas entre la espiguilla y el pedicelo (Nagao y Takahashi, 1963). Esta capa de células no está completamente formada en las variedades cultivadas y algunas bandas de tejido lignificado mantienen la unión de las espiguillas al pedicelo.

Ferrero y Vidotto (1998a) encontraron que la caída de la semilla en el arroz-maleza comenzó nueve días después de la floración y se incrementó gradualmente durante 30 días hasta el completo desarrollo de la panícula (Figura 3). En este momento el desgranado abarcó el 65 por ciento del total de los granos y no pareció ser particularmente influenciado por distintos niveles de nitrógeno.

Las semillas caídas y las semillas no caídas, consideradas en conjunto, comenzaron a ser viables cerca de nueve días después del comienzo de la floración, con una germinabilidad cercana a 20 por ciento. Este valor aumentó rápidamente a cerca de 85 por ciento 12 días después de la floración. En general, los granos caídos mostraron una menor germinabilidad hasta 24 días después de la floración en comparación con aquellos de las semillas no caídas. Desde este momento en adelante, la capacidad germinativa de los dos grupos de semillas fue diferente. La germinabilidad de las semillas caídas fue muy baja durante los primeros 15 días después de la floración, con un máximo de cinco por ciento. Este comportamiento puede probablemente ser explicado por el desarrollo incompleto de las semillas caídas inicialmente a causa de elementos climáticos como el viento. Las semillas que cayeron después de 15 días de la floración contenían granos maduros llenos y fisiológicamente maduros.

Habilidad competitiva

El arroz-maleza puede causar severas pérdidas de rendimiento al arroz cultivado en relación con la densidad, tipo de plantas de arroz-maleza y variedades cultivadas (Diarra et al., 1985a; Diarra et al., 1995b; Fisher y Ramírez, 1993; Eleftherohorinos et al., 2002). Las variedades bajas son por lo general más suceptibles a la competencia de los arroces-maleza que las variedades altas (Kwon et al., 1991a). Se han llevado a cabo varios estudios para evaluar los efectos de diferentes densidades de malezas. Con 11 plantas/m2 de arroz-maleza, Abud (1989) observó una pérdida de rendimiento de 43 por ciento. En estudios llevados a cabo en Arkansas, Estados Unidos de América, el rendimiento del cultivar semienano ‘Lemont’ fue afectado por una densidad del arroz-maleza tan baja como dos plantas/m2 (Kwon et al., 1991b). Cinco y 20 plantas/m2 de arroz-maleza causaron una pérdida de rendimiento de 40 y 60 por ciento, respectivamente, en el cultivar ‘Oryzica 1’ (Fisher y Ramírez, 1993). Algunos estudios indicaron que los efectos de la competencia también están estrechamente relacionados con la duración de la interferencia (Kwon et al., 1991a).

Figura 3. A. porcentaje de semilla desgranada sobre el total de semillas ( datos observados; función ajustada) y porcentaje de semilla llena de las semillas desgranadas (O datos observados).

B. evolución de la germinabilidad de las semillas desgranadas () y no desgranadas (·) y germinabilidad media de las semillas llenas () (de Ferrero y Vidotto, 1998a).

Combinando los efectos de la densidad del arroz-maleza y la duración del período de competencia, Fisher y Ramírez (1993) observaron una reducción del rendimiento de 50 por ciento cuando 24 plantas/m2 de arroz-maleza compitieron con el cultivo durante los primeros 40 días después de la emergencia. Con la misma densidad inicial, la pérdida de rendimiento alcanzó a 75 por ciento en el caso de competencia durante toda la estación. En un experimento en el invernadero, se registraron efectos significativos sobre el crecimiento de las plantas de arroz solamente cuando el período de competencia fue superior a 70 días desde la emergencia (Estorninos et al., 2000). En estudios sobre competencia utilizando el cultivar ‘Mars’, la competencia intervarietal resultó tan importante como la competencia intravarietal, con el arroz-maleza actuando como el competidor dominante (Pantone y Baker, 1991a,b). Considerando los componentes del rendimiento, el efecto de la densidad de las plantas parece ser significativo sobre el número de panículas de arroz por planta y de florecillas por panícula, mientras que el porcentaje de florecillas llenas y el peso de los granos no parecen ser influenciados por este parámetro (Pantone et al., 1992). Eleftherohorinos et al. (2002) señalaron que la interferencia entre el arroz y el arroz-maleza comenzó tres semanas después de la emergencia del arroz pero no fue afectada por un incremento en la tasa de nitrógeno de 100 a 150 kg/ha. De acuerdo a este estudio, una densidad de 40 plantas/m2 de arroz-maleza dio lugar a una reducción de 46 y 58 por ciento en las variedades ‘Ariete’ y ‘Thaibonnet’, respectivamente.

CONTROL

Los métodos de control del arroz-maleza que pueden ser aplicados en el cultivo del arroz son costosos, insumen tiempo y por lo general no llevan a una completa erradicación de la infestación de malezas. El control incompleto de las malezas en un año determinado puede llevar a anular los resultados de varios años de buenos controles. Escapes de arroz-maleza de cinco por ciento o menos pueden producir suficientes semillas como para restaurar la población original del banco de semillas en el suelo (Goss y Brown, 1939; Rao y Harger, 1981).

El control de las plantas de arroz-maleza es mucho más dificultoso que el control de otras malezas en razón de su gran variabilidad morfológica, el comportamiento particular de su crecimiento y la gran afinidad biológica con las variedades cultivadas. El control químico de las malezas en el arroz con herbicidas selectivos no es por lo general tan efectivo en el arroz-maleza, con la sola excepción de las variedades transgénicas que han sido apropiadamente transformadas para tolerar los herbicidas selectivos para el arroz cultivado con un gran espectro de actividad. Por esta razón, el control químico de las malezas no puede ser aplicado al arroz cultivado durante su crecimiento excepto cuando los herbicidas son aplicados con el sistema de guantes o sogas impregnados en combinación con variedades bajas. El control también es más complicado en función de la germinación espaciada durante un largo período de crecimiento del arroz. La gran elasticidad del proceso de germinación puede favorecer la actividad competitiva de las plantas de arroz-maleza que son capaces de germinar antes que las plantas cultivadas o permitir el escape de tratamientos de control llevados a cabo en la presiembra del arroz (Ferrero y Vidotto, 1997).

El control del arroz-maleza puede ser manejado aplicando prácticas preventivas, culturales, mecánicas y genéticas (Tabla 1).

Prevención

La prevención es el medio fundamental para reducir la infestación de malezas y puede ser realizada principalmente sembrando semilla de arroz libre de semillas de arroz-maleza. Esta medida, sin embargo, no es tan fácil de aplicar ya que las semillas vestidas de arroz-maleza son similares a las semillas de las variedades cultivadas, sin considerar el color del pericarpio. Las semillas blancas y las pigmentadas de rojo son difíciles de reconocer ya que el color del pericarpio es visible solo después que a la semilla se le han quitado las glumas. La única posibilidad de obtener semilla de arroz libre de semilla de arroz-maleza es la de inspeccionar los campos destinados a la producción de semillas y remover las plantas de arroz-maleza, incluso manualmente, antes de iniciar la cosecha de las semillas de las variedades de arroz.

Otro elemento importante de la prevención es el de asegurar una perfecta limpieza del equipo que se usa durante la cosecha del arroz a fin de evitar la difusión del arroz-maleza a los campos no infestados.

Métodos culturales

El mejor control del arroz-maleza puede ser obtenido por medio de las rotaciones, pero esta práctica no puede ser aplicada en ciertas condiciones ambientales particulares tales como los suelos salinos o hidromórficos (Catalá, 1995; Sagarra, 1987). Los cultivos que normalmente entran en la rotación con el arroz en las zonas de climas templados incluyen la soja, el maíz, el girasol, el sorgo y otros cultivos. La introducción del cultivo del frijol mungo en Viet Nam dio lugar a una enorme disminución de las plantas de arroz-maleza y de otras especies (Watanabe et al., 1998). En estas condiciones muchas malezas pueden normalmente emerger pero no completan su ciclo a causa de la insuficiente humedad del suelo durante la época de cultivo del frijol mungo.

Tabla 1. Principales estrategias y métodos de control del arroz-maleza.

Estrategia de control

Método de control

Preventiva Semilla certificada
Limpieza de la maquinaria
Cultural Rotaciones
Labranza del suelo
Preparación de la falsa cama de semillas
Manejo del agua
Variedades de arroz
Desmalezado manual
Mecánica Antes de la siembra del arroz
Después de la siembra del arroz
Química Antes de la siembra del arroz
Después de la siembra del arroz
Genética Variedades de arroz con tolerancia total a los herbicidas

Varios estudios llevados a cabo en Italia han mostrado que el control del arroz-maleza en soja es por lo general mejor que en el maíz (Ferrero y Vidotto, 1997b). Este resultado puede ser atribuído al bajo nivel de emergencia de las semillas en el cultivo del maíz y a la mayor eficacia de los herbicidas en la soja. La menor emergencia de las semillas en el caso del maíz es probablemente el resultado de enterrar las semillas de malezas durante la labranza en las capas más profundas del suelo, lo cual inhibe su germinación. En estas condiciones las semillas enterradas a más de 10 cm no son capaces de emerger. Un año de cultivo de soja llevó a una reducción del banco de semillas de alrededor de 97 por ciento en la capa de suelo de 0-10 cm (Ferrero y Vidotto, 1997b). La reducción en la misma capa fue aún mayor (98,5 %) cuando la soja fue sembrada a fin de mayo (primavera) después de la primera generación de emergencia de las malezas.

La aplicación de herbicidas selectivos de postemergencia a los cultivos de maíz y soja fue menos efectiva que la combinación del tratamiento de preemergencia seguido por tratamientos de postemergencia para ambas rotaciones de cultivos. Los mejores resultados obtenidos en la soja, (99% de control), ocurrieron con la aplicación de preemergencia de pendimethalin seguido por tratamiento de postemergencia con propaquizafop.

Resultados similares se han obtenido en la parte sur de los Estados Unidos de América donde una rotación de uno o dos años con soja es adoptada frecuentemente para controlar severas infestaciones de arroz-maleza (Barrentine et al., 1984; Khodayari et al., 1987; Minton et al, 1989; Griffin y Harger, 1990; Noldin et al., 1998). El uso de herbicidas antigerminativos tales como el metolachlor a 3,5 kgia/ha, alachlor a 3,5 kgia/ha, aplicados en soja en forma de preemergencia resultaron en el control de cerca del 90 por ciento del arroz-maleza. Los graminicidas tales como clethodim, fluazilop-P, quizalofop-P y sethoxydim también fueron efectivos para suprimir la espiga de la maleza en un tratamiento de postemergencia en soja. Los mejores resultados por lo general se obtienen cuando la aplicación del herbicida es demorada hasta la etapa de cuatro hojas de la maleza (Askew et al., 2000).

Como se indicó previamente (Figura 2) la emergencia del arroz-maleza depende básicamente del tipo de labranza del suelo que se ha hecho para la preparación de la cama de semillas y del contenido de agua del mismo durante la germinación de la maleza (Ferrero et al., 1996; Ferrero y Vidotto, 1999). La labranza mínima hecha a no más de 10 cm de profundidad y con buenas condiciones de humedad del suelo crean las mejores condiciones para la emergencia del arroz-maleza, mientras que las aradas y la inundación del suelo afectan severamente la germinación de las semillas de las malezas. La preparación de la cama de semillas con arado de reja puede ser considerada como un medio agronómico útil cuando el grado de infestación es bajo y no se planean aplicaciones de herbicidas químicos.

La estrategia cultural para el control del arroz-maleza también incluye el uso de variedades supresoras de malezas y de variedades tolerantes a la sumersión. Las variedades altas y de ciclo largo por lo general muestran una mayor competitividad que las variedades modernas precoces y semienanas.

En Tanzanía, la siembra de una variedad alta de arroz como ‘Kilombero’, ha dado lugar a la eliminación del crecimiento de Oryza barthii, mientras que el cultivo de la variedad baja ‘Katrin’ dio lugar a un exceso de crecimiento de las malezas (Johnson et al., 1999).

La competitividad del arroz cultivado también puede ser mejorada aumentando la densidad de siembra; sin embargo, esta práctica frecuentemente da lugar a un mayor vuelco del cultivo y a una mayor incidencia de las plagas (Sonnier, 1978).

La técnica de la falsa siembra es un método cultural comúnmente aplicado en la monocultura del arroz. Después de la preparación de la cama de semillas el campo es dejado sin trabajar para permitir el crecimiento del arroz-maleza y otras malezas. Después que las malezas son destruídas por medios mecánicos como las rastreadas o por medios químicos como los herbicidas no selectivos, se siembra el arroz con sembradoras o bajo agua. Esta técnica está dirigida a la reducción de la infestación de malezas en la misma temporada en que se hace el tratamiento disminuyendo así gradualmente el banco de semillas en el suelo. El éxito de esta falsa preparación de la cama de semillas depende de la forma en que es preparado el suelo, del manejo del agua y de su duración. Como se indicó previamente, la labranza mínima da lugar a un mayor porcentaje de germinación de las semillas que están presentes en la capa superior del suelo, en comparación con los resultados obtenidos arando con arado de rejas. En Río Grande do Sul, Brasil, cerca de 250 000 ha son trabajadas cada año utilizando la labranza mínima (Nolding y Cobucci, 1999). La inundación del suelo durante la aplicación del método de falsa siembra reduce la emergencia de las plántulas en comparación al suelo seco o húmedo, pero favorece la uniformidad de la germinación la cual hace que el control sea más simple. La duración del proceso de la falsa siembra debe estar en equilibrio entre la necesidad de obtener el mayor número de plántulas en la etapa de 2-3 hojas y la urgencia de no demorar en exceso la siembra del arroz. La duración de la aplicación de esta técnica en los climas templados es de 25-30 días.

El manejo del agua puede tener una importante función en el control del arroz-maleza. Tal como se citó anteriormente, la inundación en los suelos bien nivelados limita la germinación del arroz-maleza (Diarra et al., 1995c; Vidotto y Ferrero, 2000). El embarrado combinado con la presencia de una pequeña capa de agua sobre un suelo bien nivelado mantiene las condiciones anaeróbicas en las capa superior del suelo y previene que se establezcan las plantas de arroz-maleza (Fisher, 1999). En América Central, la siembra de arroz pregerminado en suelos que han sido inundados durante 20 días después del embarrado, ha dado lugar a la supresión de esas malezas (Armenta y Coulombe, 1993). La combinación de la siembra en agua y el uso de semillas libres de semillas de arroz-maleza han llevado a la vitural desaparición de la maleza en California, Estados Unidos de América (Fisher, 1999).

El control de las plantas de arroz-maleza algunas veces es hecho manualmente, pero una práctica costosa y que insume mucho tiempo. La remoción manual de las malezas es prácticamente imposible en los primeros 30-40 días después de la emergencia del cultivo ya que es difícil distinguir en esas etapas tempranas las plántulas de las variedades cultivadas de arroz de aquellas del arroz-maleza. Esta remoción manual se efectúa entonces cuando la mayor parte del daño causado por la competencia ya ha ocurrido.

La remoción manual de las plantas de arroz-maleza es algunas veces llevada a cabo en el caso de infestaciones ligeras y se efectúa junto con otros medios de control como el control químico, en el caso de que el primero no haya dado resultados satisfactorios y a fin de evitar la dispersión de los granos. El método de control manual es importante en los campos destinados a la producción de semillas para obtener materiales libres de semillas de malezas.

Mecánicos

Varias técnicas usando medios mecánicos pueden ser aplicadas para controlar el arroz-maleza. La mayor parte de estas pueden ser aplicadas antes de la siembra del cultivo, después de la emergencia del arroz-maleza, la cual puede ser estimulada por la labranza hecha para la preparación de la cama de semillas. La germinación de las malezas también puede ser favorecida regando el campo o por las lluvias estacionales. Las plántulas de las malezas pueden entonces ser destruídas con cortadoras rotativas o de rastras de discos usadas tanto en campos inundados o secos, inmediatamente antes de la siembra del arroz. El control de las malezas obtenido con esta práctica es satisfactorio pero insume más tiempo y es en general menos eficiente que el tratamiento químico (Ferrero et al., 1999). El control mecánico también puede favorecer la emergencia de nuevas malezas después de su aplicación a causa de la estimulación de la germinación de las semillas traídas a la superficie del suelo por la maquinaria (Finassi et al., 1996).

El arroz-maleza también puede ser mecánicamente controlado en el arroz sembrado en líneas. En el delta del Río Mekong, en Viet Nam, este método resultó en una economía de más de 100 kg/ha de semillas y una reducción del daño causado por los insectos, las enfermedades y el vuelco (Chin et al., 1999). Con esta técnica de siembra los agricultores pueden remover la malezas que crecen entre los surcos usando medios mecánicos y a la vez criar langostinos y peces que pueden crecer mejor que en los métodos de siembra al voleo (Quan, 1999).

El control mecánico también se puede aplicar después de la siembra del arroz cuando el arroz-maleza es más alto que el cultivo. Este método está dirigido a prevenir la difusión de las malezas y se aplica cortando las panículas antes de que formen semillas.

En Colombia la panícula del arroz-maleza se corta con machete mientras que en Europa esta operación se hace frecuentemente con la cuchilla de corte de la cosechadora que se monta en el frente de un tractor (Ferrero y Vidotto, 1999). El equipo de corte por lo general tiene un sistema triturador formado por dos rodillos que giran en sentido contrario. La experiencia europea ha mostrado que al menos el 94 por ciento de las panículas pueden ser cortadas usando este equipo en dos etapas, la primera al inicio de la floración del arroz-maleza y la segunda 15 días más tarde.

Químico

La estrecha similitud anatómica y fisiológica del arroz cultivado y del arroz-maleza hace que el control con herbicidas selectivos de postemergencia sea sumamente difícil. Las técnicas más exitosas de manejo se basan en la aplicación de herbicidas antes de la siembra del cultivo, antes y después de la emergencia de las malezas.

Algunos herbicidas antigerminativos como cloroacetamidas, tiocarbamatos y dinitroanilinas, aplicados solos o en mezclas con otros herbicidas, fueron eficaces en el control del arroz-maleza antes de su emergencia (Khodoyari et al., 1987; Griffin y Harger, 1990; Noldin et al., 1998). Un buen control de esas malezas -a menudo mayor de 75 %- puede ser obtenido en las condiciones de siembra del arroz en Europa con pretilachlor y dimethenamid, usados solos o en combinación, a razón de 1,5 kg ia/ha y 0,48 kg ia/ha, respectivamente (Ferrero y Vidotto, 1999). Para evitar cualquier riesgo de fitotoxicidad ambos herbicidas deben ser aplicados por lo menos 25 días antes de la siembra del arroz.

Los principales herbicidas en base a tiocarbamatos que son usados para controlar las plantas de arroz-maleza son molinate y butylate (Smith, 1981; García de la Osa y Rivero, 1999). Ambos productos son aplicados en presiembra y deben ser inmediatamente incorporados al suelo para evitar su volatilización. De acuerdo a los trabajos llevados a cabo por el CIAT en América Central y América del Sur, los mejores resultados pueden ser obtenidos aplicando molinate a 7,2 kg ia/ha y butylate a 4,2 kg ia/ha con protectores de la semilla tales como oxabetrinil a 1,5 g ia/kg semilla y flurazole a 2,5 g ia/kg semilla (Smith, 1992).

En los sistemas de monocultura continuamente inundados, un manejo efectivo del arroz-maleza a menudo se obtiene con la aplicación del método de la falsa siembra seguida por el asperjado con graminicidas o herbicidas totales una vez que las malezas han alcanzado por lo menos la etapa de 2-3 hojas (Vidotto et al., 19998). Los graminicidas más frecuentemente aplicados son el dalapon (cerca de 12 kgia/ha), clethodim (0,2 kgia/ha) y cycloxydim (0,6-0,8 kgia/ha). Otros herbicidas de amplio espectro son glifosato (1-1,5 kgia/ha), glufosinato de amonio (0,5-0,7 kgia/ha), paraquat (0,8 kgia/ha) y oxyfluorten (0,8 kgia/ha). Los graminicidas son altamente efectivos incluso en las etapas tempranas de las malezas mientras que los herbicidas totales deben ser aplicados en plantas en etapas más avanzadas de desarrollo. La postergación del tratamiento a etapas más avanzadas del desarrollo de las malezas implica la siembra muy temprana y, en algunas casos, de variedades de bajos rendimientos.

El control químico después de la siembra del cultivo deber ser considerada solo como una operación de «salvataje» que confía sobre todo en la diferencia en tamaño o de la etapa de crecimiento entre el arroz-maleza y el arroz cultivado. Esta práctica previene que la infestación empeore evitando la caída de semillas pero no tiene influencia en las relaciones de competencia entre el cultivo y el arroz-maleza.

El arroz-maleza que ha crecido más alto que el arroz puede ser tratado con herbicidas sistémicos foliares tales glifosato o cycloxydim a concentraciones de 20 y 5 por ciento, respectivamente, usando guantes o sogas impregnadas. Este equipo extiende el herbicida por encima de las malezas y, debido a la diferencia de altura de estas plantas con el cultivo, previene el contacto del herbicida con la vegetación deseada. Estos equipos por lo general están construidos con un marco y una cuerda, esponja o tela que puede absorber la solución de herbicida y pasarlo sobre la maleza (Stroud y Kempen, 1989). Pueden ser montados en máquinas automotrices, en el frente de los tractores o en equipos manuales. Los resultados de los tratamientos llevados a cabo con este equipo en variedades cultivadas semienanas, al inicio del período de floración de las plantas de arroz-maleza, han mostrado una reducción de la germinabilidad mayor de 90 por ciento de las semillas de la maleza (Balsari y Tabacchi, 1997; Ferrero y Vidotto, 1999). Esta reducción de germinabilidad se refiere solamente a las semillas de la panícula de la maleza que estuvo en contacto con el equipo de aplicación. En el campo experimental, alrededor de un tercio de las panículas escaparon al tratamiento ya que eran iguales o de menor altura que las plantas del cultivo; las semillas de esas panículas, por un lado, reabastecen el banco de semillas en el suelo y, por otro lado, contribuyen a la selección de biotipos de arroz-maleza más cortos que en el futuro no pueden ser controlados por medio de este equipo.

La viabilidad de las semillas del arroz-maleza puede ser afectada aplicando hidrazida maleica en el estado de espigazón de esas plantas (Noldin y Cobucci, 1999). Para evitar efectos negativos sobre el rendimiento y la viabilidad de las semillas de las plantaciones comerciales de arroz, estas deben haber llegado por lo menos al estado de grano lechoso. El uso de este regulador del crecimiento ha sido aprobado en Brasil y está siendo ensayado en varios países de América del Sur.

Genético y biotecnológico

El enfoque genético y biotecnológico está siendo adoptado en forma consistente para encarar los problemas abióticos y bióticos en el cultivo del arroz tales como la escasez de agua, las altas y bajas temperaturas, las plagas y enfermedades y el control de malezas (Fujimoto et al., 1993; Rathore et al., 1993; Christou, 1994).

El problema del arroz-maleza puede ser enfrentado con la introducción de variedades tolerantes a los herbicidas que permitan el control selectivo postemergencia de esta planta (Linscombe et al., 1996; Wheeler et al., 1997).

Muchos trabajos tradicionales de fitomejoramiento, y especialmente de investigación biotecnológica, se han dirigido a la obtención de variedades resistentes al glifosato, al glufosinato de amonio, a las imidazolinonas y a herbicidas de amplio espectro que no son selectivos para las variedades tradicionales de arroz. Se han identificado varias líneas de arroz tolerantes al glifosato y al sulfosato entre más de 14 000 muestras originadas en Brasil, Colombia, Estados Unidos de América e India (Dilday et al., 1995).

El control de las plantas del arroz-maleza usando variedades tolerantes a los herbicidas puede llevar a diferentes resultados, dependiendo de la variedad, el momento de aplicación y las condiciones del cultivo.

La variedad ‘Gulfmont’ resistente al glufosinato mostró daños cuando fue sometida a una secuencia de aplicaciones de glifosato a 0,42 kgia/ha (Wheeler et al., 1998). El glufosinato puede ser aplicado con seguridad a variedades transgénicas en la etapa de 3-4 hojas o en la etapa de encañado (Sankula et al., 1997a). El glufosinato aplicado en la etapa de 3-4 hojas del arroz-maleza (arroz rojo) dio un mejor control (91 %) que su aplicación en el momento de la iniciación de la panícula (74 %) (Sankula et al., 1997a). La inundación del suelo redujo la actividad del herbicida en relación directa con la profundidad del agua.

El imazethapyr puede ser selectivamente aplicado a variedades resistentes al imidazolinone (arroz IMI). Este herbicida ha demostrado ser efectivo contra el arroz-maleza y otras malezas del arroz cuando es aplicado al suelo o como tratamiento foliar a 70 g ia/ha (Olofsdotter et al., 1999).

La introducción de variedades resistentes a los herbicidas a menudo es fuente de preocupación desde los puntos de vista ético, sanitario, social, ambiental y biológico. Los problemas éticos y sanitarios están relacionados principalmente con el problema de si el hombre tiene derecho a manipular el genoma natural de un ser vivo por medio de tecnologías de ingeniería genética y por los supuestos riesgos a la salud humana del producto obtenido de las plantas transgénicas.

Los problemas sociales podrían estar relacionados con la dependencia que pudieran tener los productores de arroz de los productores de semillas variedades de arroz resistentes a los herbicidas. Este problema es considerado prioritario en los países en desarrollo donde los agricultores están habituados a conservar las semillas de arroz durante varias temporadas.

Las limitaciones ambientales y biológicas están asociadas principalmente con el riesgo de difundir los genes de resistencia de un cultivo a otro de las especies de Oryza, al crecimiento de plantas espontáneas de arroces resistentes o la selección, a largo plazo, de plantas incontroladas (Langevin et al., 1990; Oard et al., 2000).

La trasferencia de los genes de resistencia a las especies de arroz-maleza es probable que ocurra ya que la incidencia de la hibridización natural se ha encontrado entre uno y 52 por ciento en variedades de floración temprana y tardía, respectivamente (Langevin et al., 1990). Estudios de campo llevados a cabo en España han mostrado que el promedio del flujo de genes de la variedad transgénica ‘Senia’ (tolerante al glufosinato) al arroz rojo, considerando todas las direcciones del viento, fue de 0,082 por ciento (Messeguer, 2002). Esto sugiere que dentro de unas pocas generaciones las ventajas del gen de resistencia a los herbicidas podrían parcialmente desaparecer.

El cultivo continuo de variedades transgénicas de arroz IMI podría también conducir a la selección de plantas incontroladas. Esta limitación podría ser superada por medio de rotaciones de cultivos -por ejempo, soja- y usando herbicidas con diferentes mecanismos de acción o por medio del control mecánico de las malezas.

El arroz espontáneo podría convertirse en un problema importante en la producción de semillas certificadas no transgénicas. Por esta razón, un cultivo de producción de semillas de arroz común no debería seguir nunca a un cultivo de arroz transgénico.

CONCLUSIONES

Varias especies del género Oryza se comportan como malezas aún cuando comparten muchas de las características de las variedades de aroz cultivado. Son indeseables, en primer lugar, porque sus semillas pueden fácilmente caer antes de la cosecha del cultivo y permanecen latentes en el suelo por un largo tiempo. Las variedades de los arroces-maleza son similares a las variedades comerciales tanto en lo que se refiere a la morfología de la planta como a la tolerancia a los herbicidas. En razón de su alta capacidad competitiva, estas malezas pueden notoriamente afectar los rendimientos del arroz.

El control del arroz-maleza no puede estar basado en un solo método sino que debe descansar en un programa de manejo complejo y basado en una combinación apropiada de medios preventivos, culturales, mecánicos, químicos y genéticos (Vidotto et al., 2001). Las prácticas preventivas incluyen el uso de semillas de arroz libres de semillas de arroz-maleza y de equipos de trabajo y maquinaria limpios y son el punto de partida para una aplicación exitosa de otros medios de control. Entre las prácticas culturales, la rotación es frecuentemente la mejor forma de reducir infestaciones severas de arroz-maleza. En los casos de cultivos continuados de arroz en un mismo predio, se puede obtener un control efectivo de las malezas por medio de la aplicación del método de la falsa siembra para estimular la germinación de las semillas de las malezas y destruir sus plántulas por medio de rastreadas o con herbicidas.

La difusión de las semillas de arroz-maleza puede ser prevenida exitosamente después de la siembra del arroz cortando la panícula de las malezas o con la aplicación sistemática de herbicidas; sin embargo, estas medidas deberían estar dirigidas sobre todo a prevenir infestaciones que podrían incrementarse antes que a reducir las existentes.

La introducción de variedades resistentes a los herbicidas ofrece a los cultivadores de arroz una buena oportunidad para manejar el arroz-maleza y otras malezas, si bien su éxito depende de la medida en que las estrategias de cultivo puedan evitar la transferencia de los genes de resistencia a los arroces-maleza.

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Tipos de cobres agricolas

Tipos de cobres agricolas

Tipos de Cobres

Existen 3 sales comerciales de cobre:

1. Oxidos (Hidroxidos, Oxidos, cobres rojos…) – Sol. ALTA – Pot. de ionizacion ALTO
2. Sulfatos (Caldo Bordeles…) – Solubilidad MEDIA – – Potencial de ionizacion MEDIO
3. Oxicloruros – Solubilidad BAJA – Potencial de ionizacion ALTO

Lo mejor es el OXICLORURO pues tiene la solubilidad mas baja, esto es que el cobre se va liberando mas lentamente (y por lo tanto actua mas tiempo) y un potencial de ionizacion ALTO (que tiene mas cantidad de ion cobre , que es la parte que tiene la accion fungicida e inhibe la germinacion de la espora).

Los Sulfatos tienen la ventaja de que la disponibilidad de cobre es mas rápida pero su efecto es muy corto, tienen menor potencial de ionización por eso sus dosis suelen ser mas altas.

Los óxidos liberan muy rápido el cobre y tienen un elevado potencial de ionización y por ello puede provocar fitotoxicidad por cambios de Tª.

Por lo tanto el oxicloruro es mas eficaz y persistente en el tiempo.

Dentro de los Oxicloruros también hay diferencias sobre todo por su tamaño de partícula. Cuanto mas pequeño mejor pues recubren mas y suelen aguantar mas el lavado por lluvia. También al ser la partícula mas pequeña el riesgo de fitotoxicidad es menor.

Se suelen formular con compuestos organicos (Mancoceb, propineb, metaram…) pues reaccionan con ellos y prolongan su eficacia (la del organico) de 2-3 dias pueden pasar a 7-10 dias.

Por contra otro argumento contra el Caldo Bordeles es que este al ser formulado con CAL tapa los estomas de la planta y no la deja respirar por asfixia.

Por precio hoy en día están mas o menos a la par, mucha gente piensa que el Caldo Bordelés es mas barato, pero no es cierto pues lleva una dosis altisima (dobla o triplica los oxicloruros).

Cultivo PS Dosis
Ajo 3 0,6-0,9%(600-900 g/100l)
Almendro 15 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Avellano 15 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Berenjena 10 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Brécol 15 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Cebolla 3 0,6-0,9%(600-900 g/100l)
Zanahoria 3 0,6-0,9%(600-900 g/100l)
Cítricos 15 0,2% (200 g/100l)
Coliflor 15 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Cucurbitáceas 3 0,6-0,75%(600-750 g/100l)
Frutales de hueso n.p. 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Frutales de pepita n.p. 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Granado 15 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Guisantes verdes 3 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Habas verdes 3 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Higuera 15 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Hortalizas de hoja 15 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Judías verdes 3 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Lúpulo 15 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Nogal 15 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Olivo 15 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Patata 15 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Pistacho 15 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Tallos jóvenes 3 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Tomate 10 0,6-1%(600-1.000 g/100l)
Vid 15 0,6-1%(600-1.000 g/100l)

El caldo bordelés es una combinación de sulfato cúprico y cal hidratada, inventado por los viñateros de la región de Burdeos, Francia, y conocida localmente como Bouillie Bordelaise. Se fabrica por neutralización de una solución de sulfato cúprico con la cal. Contiene 20 % de cobre (expresado en cobre metal). Fue inventada por el químico bordelés Ulysse Gayon y el botánico Alexis Millardet en 1880.

Formulaciones

Actualmente existen dos formulaciones.

Composición: SULFATO CUPROCALCICO 20% (EXPR. EN CU) [WG] P/P
Tipo de preparado: GRANULADO DISPERSABLE EN AGUA [WG]

Composición: SULFATO CUPROCALCICO 25% (EXPR. EN CU) [WP] P/P
Tipo de preparado: POLVO MOJABLE [WP]

Guia de la produccion integrada

Guia de la produccion integrada

AREFLH publica una guía práctica de la producción integrada, que compila las distintas referencias y acciones de algunas Regiones Europeas y de algunos productos (F&H).

Durante varios años varias iniciativas internacionales de carácter público y privado, han suscitado un interés cada vez mayor con respecto a la mejora de los hábitos alimentarios. Ante el constante aumento de la obesidad y el sobrepeso, la Organización Mundial de la Salud recomienda el consumo de más de 400 gramos de frutas y verduras al día, y pone de manifiesto la gran diferencia que se observa entre los distintos Estados miembros de la Unión Europea que, en muchas de los casos, son inferiores al nivel recomendado.

Se convirtió en estratégico promover el consumo de frutas y verduras y llamar la atención de los consumidores sobre las características de los productos no solo en términos nutricionales y organolépticos, sino también en los sistemas de producción aplicados. Estos deben ser respetuosos con el medio ambiente y con la salud de los consumidores.

El consumidor exige garantías precisas en el momento de elegir los productos:

  • Alto grado de seguridad de los alimentos (salud e higiene),
  • Contenidos de calidad (nutricional y sabor),
  • No, residuos de plaguicidas o nitratos OGM
  • Obtenidoa por sistemas de cultivo de bajo impacto ambiental.

Para cumplir con estas expectativas, la cualificación y la racionalización de las técnicas agrícolas llevaron a la definición de prácticas «amigables» con el ambiente. Su base es la producción integrada. Estas prácticas se encuentran hoy en día su aplicación en el marco de la normativa comunitaria de referencia, lo que ayuda a su promoción y aplicación de diversos incentivos financieros.
La producción integrada representa un sistema de reglas específicas para cada cultivo, aplicado en varias etapas de la producción de un alimento vegetal. Se caracteriza por una débil impacto ambiental.
Toda la información relacionada con los métodos de cultivo se registran en un registro, y puede, en consecuencia, siempre se puede comprobar la conformidad.

Los países estudiados son Francia, España, Italia, Bélgica y Portugal.

http://www.areflh.org/index.php?option=com_content&view=article&id=22&Itemid=176&lang=es

 

Estados fenologicos del almendro

Estados fenologicos del almendro

Fuente Consejería de agricultura Sección de Protección de Cultivos

La Sección de Protección de Cultivos presta un servicio de vigilancia, prevención y lucha contra los agentes nocivos que pueden afectar a los cultivos agrícolas más importantes de La Rioja.

Estado fenológico A Yemas de invierno     Estado fenológico B Yemas hinchadas     Estado fenológico C Cáliz visible     Estado fenológico D Corola visible     Estado fenológico E Estambres visibles

Estado fenológico Flor abierta     Estado fenológico G Caída de pétalos     Estado fenológico H Fruto cuajado     Estado fenológico I Fruto joven     Estado fenológico J fruto en evolución madurez

Estado fenológico A Yemas hinchadas

Estado fenológico A: yemas de invierno.

Estado fenológico B Yemas hinchadas

Estado fenológico B: yemas hinchadas.

Estado fenológico C Cáliz visible

Estado fenológico C: cáliz visible

Estado fenológico D Corola visible

Estado fenológico D: corola visible.

Estado fenológico E Estambres visibles

Estado fenológico E: estambres visibles.

Estado fenológico F Flor abierta

Estado fenológico F: flor abierta.

Estado fenológico G Caída de pétalos

Estado fenológico G: caída de pétalos.

Estado fenológico H Fruto cuajado

Estado fenológico H: fruto cuajado.

Estado fenológico I Fruto joven

Estado fenológico I: fruto joven.

Estado fenológico J Fruto en evolución hacia la madurez

Estado fenológico J: fruto en evolución hacia la madurez.

 

Estados fenologicos de la vid

Estados fenologicos de la vid

Fuente Consejería de agricultura Sección de Protección de Cultivos

La Sección de Protección de Cultivos presta un servicio de vigilancia, prevención y lucha contra los agentes nocivos que pueden afectar a los cultivos agrícolas más importantes de La Rioja.

Estados fenológicos de la vid

Estado fenológico A: yema de invierno    estado fenológico B1: Lloro    Estado fenológico B2: yema hinchada    Estado fenológico C: punta verde    Estado fenológico D: hojas incipientes

Estado fenológico E: hojas extendidas    Estado fenológico F: racimos visibles    Estado fenológico G: racimos separados    Estado fenológico H: botones florales separados    Estado fenológico I1: inicio floración

Estado fenológico I2: plena floración    Estado fenológico J: cuajado    Estado fenológico K: grano tamaño guisante    Estado fenológico L: cerramiento del racimo    Estado fenológico M1: inicio de envero

Estado fenológico M2: pleno envero    Estado fenológico N: maduración    Estado fenológico O1: inicio de caída de hojas    Estado fenológico O2: plena caída de hojas

estado fenológico A: yema de invierno

Estado fenológico A: yema de invierno.

Estado fenológico B1: Lloro

Estado fenológico B1: lloro.

Estado fenológico B2: Yema hinchada

Estado fenológico B2: yema hinchada.

Estado fenológico C: punta verde

Estado fenológico C: punta verde.

Estado fenológicos D: hojas incipientes

Estado fenológico D: hojas incipientes.

Estado fenológico E: hojas extendidas

Estado fenológico E: hojas extendidas.

Estado fenológico F: racimos visibles

Estado fenológico F: racimos visibles.

Estado fenológico G: racimos separados

Estado fenológico G: racimos separados.

Estado fenológico H: botones florales separados

Estado fenológico H: botones florales separados.

Estado fenológico I1: inicio de floración

Estado fenológico I1: inicio de floración (5% de las flores abiertas).

Estado fenológico I2: plena floración

Estado fenológico I2: plena floración.

Estado fenológico J: cuajado

Estado fenológico J: cuajado.

Estado fenológico K: grano tamaño guisante

Estado fenológico K: grano tamaño guisante.

Estado fenológico L: cerramiento del racimo

Estado fenológico L: cerramiento del racimo.

Estado fenológico M1: inicio envero

Estado fenológico M1: inicio del envero (5% de los granos enverados).

Estado fenológico M2: pleno envero

Estado fenológico M2: pleno envero.

Estado fenológico N: maduración

Estado fenológico N: maduración.

Estado fenológico O1: inicio de caída de hojas

Estado fenológico O1: inicio de caída de hojas (5% de las hojas caídas).

Estado fenológico O2: plena caída de hojas

Estado fenológico O2: plena caída de hojas.

EXCORIOSIS DE LA VID Phomopsis vitícola Sacc

EXCORIOSIS DE LA VID Phomopsis vitícola Sacc.

INTRODUCCIÓN

La excoriosis es una enfermedad que afecta al viñedo y está producida por el hongo Phomopsis vitícola Sacc.

Esta enfermedad está presente en la mayoría de los viñedos españoles, aunque los daños más importantes se registran en aquellas zonas donde son habituales las lluvias en el inicio de la brotación del cultivo.

Debido a las abundantes lluvias registradas en la primavera de los años 2007, 2008 y 2010, esta enfermedad se ha visto favorecida en los viñedos de Castilla y León.

SINTOMAS Y DAÑOS

La «excoriosis» puede afectar a todos los órganos verdes de la vid, siendo los síntomas y los daños que ocasiona en cada uno de ellos diferentes.

SOBRE PÁMPANOS

En brotes jóvenes y pámpanos los primeros síntomas se manifiestan por necrosis poco visibles que adquieren su aspecto característico un mes y medio después de producirse el desborre. Estas necrosis pueden ser de varios tipos: manchas oscuras, estiradas a lo largo del brote y ocasionando en la corteza unas grietas más o menos superficiales (Foto 1); lesiones de color marrón-oscuro que toman el aspecto típico de una «tableta de chocolate» (Foto 2).